Marcos Fidalgo durante la entrevista |
Blog Correveidile: Ya has escrito
diversos artículos en colaboración con portales de Brasil y de España, tales
como La Vanguardia, La Voz de Galicia y el Portal
Saraiva de Conteúdo. Pero fue gracias a Mussolini que lograste tener tu primera
novela publicada. Cuéntanos un poco sobre los principales desafíos que
encontraste en la escritura del libro, una vez que supone una empresa más a largo plazo.
Marcos Fidalgo: Creo
que el desafío ha sido publicarla. Escribir no ha sido tan difícil, pues lo hice
en unos 6 meses. Lo más difícil fue encontrar una editorial que lo publicara,
así como hacer todos los trámites de correcciones y el envío de las pruebas para la
editorial, que después me los devolvía para leerlas otra vez. [El libro] Lo
terminé a finales de 2013, entonces hace casi 3 años que está concluido. Durante todo este tiempo, busqué una editorial y me quedé esperando, pues es un mercado
muy difícil. Una amiga, que ya había publicado por esta editorial portuguesa –Chiado–, me dijo que ellos estaban abriendo una sucursal en Brasil, que estaban
buscando nuevos escritores, entonces les envié un original del libro. Ellos se
interesaron y empezamos los trámites, pero lo más difícil fueron todas esas etapas
posteriores.
La escritura fue tranquila, pues
era un momento en el que tenía muchas ganas de escribir, de contar una historia
que estaba basada en muchos hechos que había vivido personalmente –tanto los corporativos
como los que sucedían conmigo en la calle. En aquel tiempo hacía muchos años
que estaba trabajando en el mismo lugar, en la misma empresa. Sin embargo, como
soy periodista, me gustaría trabajar directamente con periodismo, o sea,
ser un escritor, pero en cambio trabajaba en un departamento de prensa de una empresa
multinacional y quería tener otras experiencias. Hay muchas dificultades
para una persona con discapacidad a la hora de conseguir un nuevo empleo, además de la
complicación por la decadencia del periodismo, así que era muy difícil
encontrar un puesto en un órgano de prensa y eso intenté transmitirlo en el libro. Se trata de una ficción, pero el personaje tiene mucho de las situaciones que viví, de las
angustias, de las ansiedades, de lo que sentía en aquel momento en el que escribí el
libro. Me sentí mejor escribiendo una ficción porque así podía crear y
tener más libertad para reflexionar sobre muchas cosas, hacer digresiones y ampliar el horizonte del libro.
B.C.: En tu libro Mussolini, el protagonista es
una persona cargada de agresividad reprimida y que repudia la piedad ignorante
de las personas a su alrededor. ¿En cuáles de estos sentimientos crees que coincides tú,
Marcos, con el personaje? Porque has dicho que utilizaste algunas cosas que has
vivido e incluso que habías tenido libertad para crear otras. ¿Cuánto hay de ti en
el personaje principal?
M.F.: Creo que
el personaje tiene un poco de todo. Sin embargo, como se trata de una ficción,
los hechos tuvieron una amplitud mayor. Yo no soy, por ejemplo, a veces tan
arrancado como el personaje o, por lo menos, no me gustaría decir algunas de esas cosas
con mi propia voz. Además, muchas otras cosas también son propias del personaje, ya que cuando lo pones allí, él empieza a cobrar vida propia. Por más que al
principio él pueda tener mucho del autor, a medida que lo vas poniendo en la
historia, el personaje va forjando una personalidad, estableciendo una identidad propia, tanto que hay
un momento del libro en el que las cosas que empiezan a pasar con el personaje ya no
tienen ninguna correspondencia con lo que yo había vivido. Por ejemplo, hay un
punto en el que el personaje pierde el empleo y esto no ha llegado a pasar conmigo. El
otro personaje, Mussolini, con quien el protagonista tiene su relación más
intensa en la trama, también va cobrando un carácter muy propio y particular suyo.
B.C.: Así es que, al final, ellos van creciendo
como lo hace un hijo, ¿verdad? Se te van un poco de las manos…
M.F.: Claro y, justamente por haber elegido la ficción, los personajes fueron
cobrando vida propia. Eso me ayudó mucho porque, hace unos años, ya había
escrito una autobiografía mía, pero no llegué a publicarla. Después,
escribiendo este libro, vi que este ha quedado mucho mejor, que ha cobrado un
carácter más literario.
B.C.: A veces así el mensaje llega con más claridad, ¿no?
M. F.: Sí. También
puse un poco de mi historia y un poco de la historia que surgió con los
personajes. Creo que una historia ayudó mucho a la otra, que la ficción le abrió
muchos horizontes a la novela, diferente de que si fuera una autobiografía
clásica.
B.C.: En las últimas décadas hubo un avance
social relativo al aumento de puestos de trabajo para discapacitados en Brasil.
En tu opinión, ¿cuál puede ser la solución para la inclusión real, en el
mercado de trabajo, de estos profesionales?
¿En un mercado de trabajo que tiende a priorizar el conocimiento de la
lengua inglesa, cuál crees que es la importancia del español?
M.F.: Empezando
por la última pregunta, el español es altamente necesario porque estamos rodeados de países hispánicos. Somos los únicos que hablamos portugués y eso es muy raro, así
que es una obligación que hablemos español para que nos comuniquemos con todos
nuestros vecinos y nos integremos con los países que están a nuestro alrededor.
Pero es algo que ha mejorado un poco, hoy en día me parece que las escuelas públicas
ya tienen como obligación la enseñanza del castellano, ¿no? Pero la importancia
de la enseñanza/aprendizaje del español es algo sobre lo que las personas aún no tienen
conciencia.
Creo que todavía miramos mucho hacia el inglés que, claro, es fundamental en todo el mundo. Sin embargo, las personas aún no se han dado cuenta de la importancia que tiene el español y, a veces, lo subestiman por creer que es una lengua parecida al portugués, lo cual es una mentira. Las personas van a viajar [y piensan]: “No, hablo portuñol, me da igual”. Y no es igual, [el español] es otra lengua.
B.C.: ¿Y sobre la cuestión de la inclusión real en
el mercado de trabajo?
M.F.: Esto es
algo que ha mejorado debido a una "ley de cuotas" que obliga a las empresas brasileñas
a contratar a personas con discapacidades. Aunque exista esa obligación, falta la
calidad de los empleos y el entendimiento, por parte de las empresas, de que están contratando a persona que tiene su propio currículum, su propia historia,
su formación, sus conocimientos, sus habilidades… sus “todos”, en vez de una
persona con discapacidad, que es tan solo una característica física de la
persona.
En el libro hablo un
poco sobre eso. Yo escribí que una persona con discapacidad acaba perdiendo
totalmente su identidad. En la calle, por ejemplo, para muchos no soy Marcos,
soy un ciego, un minusválido. Yo lo plasmé de un modo muy duro, trágico, dramático y que asusta, pero, justamente por ser una ficción, yo me sentí con más libertad
para, en ocasiones, asumir un discurso, una posición, que no es la mía. Esto es, como
periodista tengo siempre que intentar ser prudente, pensar de modo equilibrado
cómo son las cosas. Ya en el libro no, el personaje es muy extremista, radical,
excéntrico, dramático, pues la literatura pide eso –si el personaje no tiene
salero, no se involucra en los asuntos, no tiene dramas, no tiene percepciones
muy intensas, entonces no vale la pena escribir un libro. Hay un fragmento en el
que el personaje dice que, para mucha gente, es mejor ser un mendigo y pasar
hambre teniendo visión, que no poder ver la comida. Entonces, eso es muy
radical y dramático, pero en la literatura hay espacio para estos pensamientos
más profundos, más osados y que también tienen algo de verdad. Se puede ser lo
que uno no es, pero al mismo tiempo se puede ser algo que uno no puede ser por
cuestiones convencionales, laborales o de civilidad. La
ficción, la literatura, de modo general, permite que uno sea quien quiere ser, ya
que los personajes están allí para dar voz justamente a esa persona que hay dentro
de cada uno de nosotros y que, a veces, tenemos que cambiar.
Érika W. O. Fernandes y Roberto Feola
Continuará... ¡No te pierdas el final!
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