Las causas del comienzo de la guerra de
Crimea (1854-1856) son sencillas: los británicos temían la expansión rusa sobre
los Balcanes, en el sureste de Europa. Los rusos no solo querían eso, sino
también la conquista del Imperio Otomano. La obtención de este Imperio les
abriría el Mediterráneo y, con ello, el control de las rutas comerciales
europeas de Francia e Inglaterra. De esta manera, Inglaterra y Francia no
tardaron en aliarse con Turquía.
Las causas del comienzo de la guerra de
Crimea (1854-1856) son sencillas: los británicos temían la expansión rusa sobre
los Balcanes, en el sureste de Europa. Los rusos no solo querían eso, sino
también la conquista del Imperio Otomano. La obtención de este Imperio les
abriría el Mediterráneo y, con ello, el control de las rutas comerciales
europeas de Francia e Inglaterra. De esta manera, Inglaterra y Francia no
tardaron en aliarse con Turquía.
El 30 de abril de 1854, Rusia rechazó un
ultimátum de Francia e Inglaterra y comenzó la guerra. Esta guerra fue tan salvaje
que originó una de las ONG's más importantes del mundo: la Cruz Roja. Asimismo,
Florence Nightingale, una famosa enfermera, prestó servicios a los heridos
aquí. Esta fue también la primera guerra en la que la prensa envió a sus
corresponsales, o sea, fue la primera vez en la que se relató y fotografió, en
directo, para las sociedades europeas.
La
fuerza expedicionaria inglesa sobre la zona era de 28000 hombres, de los
cuales, 2100 pertenecían a la caballería comandada por el general Lucan. Esta
caballería se dividía, a su vez, en una "pesada" con casi 1500, y en
una "ligera" con unos 600.
La
batalla de Balaclava, del 25 de octubre de 1854, estableció contacto entre las
fuerzas aliadas y las rusas. La acción tuvo lugar en el curso del asedio de la
plaza de Sebastopol por los aliados y en el intento de un ejército ruso de
levantar el cerco y neutralizar la cabeza de playa que usaban los aliados para
recibir abastecimientos.
Ante
los informes del espionaje que hablaban de unas fuerzas rusas superiores, se
enviaron órdenes de madrugada al contingente inglés. El comandante en jefe del ejército, lord Raglan, decidió hacer frente a los rusos en campo abierto. Raglan,
que quería tomar las colinas, se desesperaba porque la infantería no llegaba,
así que decidió dar a Lucan la orden de "aprovechar cualquier oportunidad
para tomar las colinas" .
Un capitán (algo imbécil), llamado Nolan, fue elegido por Raglan para llevar y
repetir las ordenes a Lucan.
Así que,
una hora más tarde, Nolan le decía a Lucan: "Lord Raglan quiere que usted
ataque al enemigo, la infantería lo acompañará". Lucan
se acercó al comandante de la brigada ligera, lord Cardigan y le informó que
debía atacar el fondo de un valle. Cardigan lacónicamente le dijo a Lucan que
atacaría el fondo de un valle que estaba protegido por tres lados por cañones, a lo que
Lucan le dijo: "Lo sé, pero lord Raglan así lo quiere". Cardigan
solemnemente dijo: "La brigada avanzará" y dio la orden.
Carga de la brigada Ligera |
La "carga" fue llevada a cabo por la Brigada Ligera de la caballería británica, formada por el 4º y el 13º Regimiento de Dragones ligeros, el 17º Regimiento de Lanceros, el 8º y el 11º Regimiento de Húsares, todos ellos a las órdenes del general lord Cardigan. Estos cargaron junto a la Brigada Pesada, formada por el 4º Regimiento de Dragones irlandeses de la Guardia, el 5º Regimiento de Dragones de la Guardia, el 6º Regimiento de Dragones de Inniskilling y los Grises escoceses. Estas unidades eran las principales fuerzas de caballería británicas en el campo de batalla y el mando de la caballería recaía en lord Lucan.
Por otro lado, las
tropas rusas, al mando de Pavel Liprandi, estaban formadas por aproximadamente
20 batallones de infantería con el apoyo de más de cincuenta piezas de artillería
y varios regimientos de caballería (entre cosacos y húsares). Dichas fuerzas
estaban desplegadas en ambos lados y al fondo de un valle.
La "cabalgada
al infierno" se produjo cuando se ordenó a toda la División de Caballería
que cargara de frente sobre la artillería rusa, situada al final de un valle de
aproximadamente 1,5 km de profundidad, y que permanecía protegida en las faldas
de las colinas que conformaban el valle por más baterías de artillería y
unidades de infantería. Al poco tiempo del inicio del movimiento, la Brigada Pesada,
que marchaba en retaguardia, abortó el ataque por decisión de lord Lucan, ante
lo impracticable de la acción. No obstante, la Brigada Ligera avanzó decidida
sin cuestionarse las órdenes recibidas una vez iniciado el avance.
Durante la cabalgada, la Brigada quedó tan expuesta
al fuego cruzado de granadas y mosquetería que las bajas producidas fueron
terribles, tanto de hombres como de caballos.
Lo más llamativo es que, mientras era aniquilada, la Brigada mantuvo la
serenidad cumpliendo a rajatabla con la orden encomendada y siguiendo con
fidelidad el reglamento de la Caballería, que marcaba con cuidado el paso que
se debía mantener sobre las monturas en función de la distancia del objetivo
(paso, trote y galope), no sonando el toque de "a la carga" hasta los
últimos metros frente a las bocas de los cañones, para maximizar la potencia de
los animales que así no llegaban agotados y para lograr mantener la línea de la
Brigada en el orden necesario.
Los rusos confiaban en detener a la Brigada con un
eficaz y atronador fuego de artillería, así que a los 900 metros de distancia
dispararon proyectiles pesados que saltaban por el suelo haciendo añicos todo
lo que encontraban en su camino; a los 300 metros dispararon metralla que era
una combinación de bolas de medio kilo y un kilo, y cuando algunos supervivientes
de la brigada llegaron a los 50 metros les dispararon proyectiles múltiples del
tamaño de balas de mosquete.
No obstante, hubo supervivientes de la Brigada que superaron la línea de cañones rusa y que
se encontraron con una sorpresa más: la carga de la caballería rusa y de los
temidos cosacos rusos que estaban formados detrás de los cañones y los
superaban 5 a 1. Al final, los rusos lograron desbaratar las líneas
británicas tras constatar el exiguo número de británicos que salían de entre la
humareda de los cañones.
Los restos de la Brigada Ligera comenzaron, entonces,
un infernal camino de vuelta salpicado de sangre por el fuego incesante de las
posiciones rusas en las colinas. De
663 hombres tan solo quedaron 125 hombres totalmente ilesos en la brigada, 118
hombres murieron y, el resto, resultaron heridos, mientras que la mortandad de los caballos se elevaba
a 475.
Supervivientes británicos tras la carga de la Brigada Ligera (Roger Fenton - 1854) |
Por supuesto que las recriminaciones no
tardaron en llegar. Raglan decía que su orden a Lucan y a Cardigan había sido
muy clara. Lucan decía que él había cumplido la orden que le dieron por
escrito. Cardigan, a su vez, había cumplido la orden que le dio Lucan al pie de
la letra. Todos eran lores y, por supuesto, alguien tenía que cargar con el
fardo, así que el chivo expiatorio podría ser "el imbécil de Nolan",
pero este estaba muerto; así que la culpa recayó en Lucan por no saber
interpretar las ordenes de Raglan, mientras que Cardigan se convirtió en un
héroe.
Finalmente, el ejército ruso se retiró
de las posiciones cercanas a Balaclava, contabilizándose la batalla como una
victoria en los anales militares rusos. Sin embargo, desde el punto de vista
estratégico, los aliados lograron mantener las posiciones de asedio alrededor
de Sebastopol. por lo que puede considerarse estratégicamente rentable el
resultado de la batalla.
La famosa Carga de la Brigada Ligera fue un hecho que quedó inmortalizado
como una gesta heroica, pero en realidad fue una bochornosa derrota. No
obstante, ha pasado a
la Historia por formar parte de la leyenda heroica del Reino Unido. Este hecho
inspiró, entre otros, el poema titulado "La carga de la Brigada Ligera"
de Lord Alfred Tennyson:
La carga de la Brigada
Ligera
“¡Adelante, Brigada Ligera!”
“¡Cargad sobre los cañones!”, dijo.
En el Valle de la Muerte
cabalgaron los seiscientos.
“¡Cargad sobre los cañones!”, dijo.
En el Valle de la Muerte
cabalgaron los seiscientos.
“¡Adelante, Brigada Ligera!”
¿Algún hombre desfallecido?
No, aunque los soldados supieran
que era un desatino.
No estaban allí para replicar.
No estaban allí para razonar.
No estaban sino para vencer o morir.
En el Valle de la Muerte
cabalgaron los seiscientos.
¿Algún hombre desfallecido?
No, aunque los soldados supieran
que era un desatino.
No estaban allí para replicar.
No estaban allí para razonar.
No estaban sino para vencer o morir.
En el Valle de la Muerte
cabalgaron los seiscientos.
Cañones a su derecha,
cañones a su izquierda,
cañones ante sí
descargaron y tronaron.
Azotados por balas y metralla,
cabalgaron con audacia
hacia las fauces de la Muerte,
hacia la boca del Infierno
cabalgaron los seiscientos.
cañones a su izquierda,
cañones ante sí
descargaron y tronaron.
Azotados por balas y metralla,
cabalgaron con audacia
hacia las fauces de la Muerte,
hacia la boca del Infierno
cabalgaron los seiscientos.
Brillaron sus sables desnudos,
destellaron al girar en el aire
para golpear a los artilleros,
cargando contra un ejército,
que asombró al mundo entero:
zambulléndose en el humo de las baterías
cruzaron las líneas.
Cosacos y rusos
retrocedieron ante el tajo de los sables.
Hechos añicos, se dispersaron.
Entonces regresaron, pero no,
no los seiscientos.
destellaron al girar en el aire
para golpear a los artilleros,
cargando contra un ejército,
que asombró al mundo entero:
zambulléndose en el humo de las baterías
cruzaron las líneas.
Cosacos y rusos
retrocedieron ante el tajo de los sables.
Hechos añicos, se dispersaron.
Entonces regresaron, pero no,
no los seiscientos.
Cañones a su derecha,
cañones a su izquierda,
cañones detrás de sí
descargaron y tronaron.
cañones a su izquierda,
cañones detrás de sí
descargaron y tronaron.
Azotados por balas y metralla,
mientras caballo y héroe caían,
los que tan bien habían luchado
entre las fauces de la Muerte
volvieron de la boca del Infierno.
Todo lo que de ellos quedó,
lo que quedó de los seiscientos.
mientras caballo y héroe caían,
los que tan bien habían luchado
entre las fauces de la Muerte
volvieron de la boca del Infierno.
Todo lo que de ellos quedó,
lo que quedó de los seiscientos.
¿Cuándo se marchita su gloria?
¡Oh qué carga tan valiente la suya!
Al mundo entero maravillaron.
¡Honrad la carga que hicieron!
¡Honrad a la Brigada Ligera,
a los nobles seiscientos!”
¡Oh qué carga tan valiente la suya!
Al mundo entero maravillaron.
¡Honrad la carga que hicieron!
¡Honrad a la Brigada Ligera,
a los nobles seiscientos!”
Debido a los
falsos informes y a una propaganda exacerbada, hay una creencia muy extendida acerca
de un gran heroísmo en esta acción. Por lo que la reputación de la caballería
británica mejoró notablemente a raíz de este hecho, aunque no puede decirse lo
mismo de sus mandos.
Hoy en día,
los ejércitos de todo el mundo toman la carga de la Brigada Ligera como un
ejemplo de que, seguir las órdenes al punto, puede ser una fórmula asegurada
para que un desastre suceda. La
carga continúa siendo objeto de estudio por parte de los historiadores
militares, como un hecho de lo que puede salir mal cuando se carece de
informaciones militares precisas y las órdenes no son claras. La futilidad de
la acción y su bravura imprudente han hecho afirmar al general francés Pierre
Joseph François Bosquet que: “Es magnífico, pero eso no es la guerra”.
Este es un ejemplo más que claro de que, de todo lo malo, siempre se saca algo bueno (por muy doloroso que sea). Gracias, Pepe, por hacernos reflexionar un poquito cada semana. Mil besos,
ResponderEliminarQuerida Marta, buenas tardes.
EliminarLo que me asusta es que, por vanidad o arrogancia, el contenido de las órdenes no ha sido verificado.
Este capricho victimó a centenas de hombres.
En una guerra los generales ganan batallas, mientras que los soldados siempre pierden la vida.