Un arquetipo de rebeldía, el mito de Lilith, cuenta la historia de una figura expulsada de las Sagradas Escrituras. La podemos encontrar en un largo periodo de la humanidad habitando en desiertos y ciudades desoladas, malversando el sueño de los hombres para saciar su desbordante sexualidad. El mito hebreo cuenta la historia de un Adán que, aburrido y celoso de que los animales tuvieran una pareja, le sugirió a Dios que remediara esa injusticia. Entonces, Dios creó a Lilith de la misma manera que a Adán. La relación entre los dos no resultó bastante grata para ambos, por lo que pronto empezaron a generarse diferencias, pues ambos poseían la misma fuerza, pero Adán insistía en dominarla.
Lilith, imagen de Sumeria |
El hecho es que Lilith representa el arquetipo de lo femenino negado por una cultura patriarcal y ha servido como estandarte del feminismo. Se trata de la esfinge del erotismo femenino, de la sexualidad natural de la mujer que aparece con un intenso atractivo y, a la vez, potencialmente peligrosa para la sociedad. Lilith comparte la misma historia de las sirenas y las amazonas, todas ellas figuras femeninas que han intentado asumirse como mujeres libres. Lilith es posible que también sea el antecedente más remoto que poseemos sobre la brujería. Al igual que su ancestra, las brujas eran mujeres que no encajaban en el arquetipo de servidumbre de la sociedad patriarcal.
Con el surgimiento del cristianismo, la preocupación por castigar a las mujeres que rechazaban esta posición de sumisión y silencio creció aún más. El inicio oficial de la persecución a las brujas se produjo en 1 326, a través de una bula pontificia del papa Juan XXI. Esta inauguró cuatro siglos de torturas, abusos sexuales y falsas promesas perpetradas por los inquisidores, para arrancar confesiones de las mujeres acusadas. Según la literatura de la inquisición, las brujas eran “aquellas que utilizaban hierbas para tratar enfermedades y lograban mejores resultados que los médicos (que eran del sexo masculino)”. Asimismo, eran aquellas que hablaban “demasiado”, las conflictivas, las deficientes, las epilépticas, las que eran lo suficientemente atractivas como para despertar el deseo de un cura o de un hombre comprometido.
Se trataba de mujeres inteligentes o
independientes en un período en el que se creía que las mujeres eran
intelectualmente inferiores. Las de verdad, como Juana de Arco, que después de
haber salvado a Francia de ser derrotada por Inglaterra en la Guerra de los
Cien Años, fue condenada por brujería y quemada, a pesar de ser una cristiana
fervorosa. Para rematar, todas las brujas eran las que no correspondían al
ideal patriarcal cristiano de mujer: calladas, sumisas, sin intelectualidad,
individualidad o sexualidad. Sin existencia. Las brujas eran todas cuyas
acciones eran el opuesto del arquetipo dicotómico de la mujer ángel, de la
virgen María. Todas las que eran Lilith, cuando solo nos querían como Eva.
"The witch" Litografía de los juicios de Salem |
Esta realidad nos parece muy
distante, ¿no? Al final, hemos conquistado tantas cosas desde que nuestras
ancestrales eran quemadas en las estacas. Con mucha lucha, ya no somos
consideradas propiedad privada de nuestros maridos, podemos trabajar, votar,
viajar solas, ser profesoras, médicas, intelectuales. O como se dice, el lugar
de una mujer es donde ella quiera. Incluso hay quien diga que la querella del
feminismo es algo que ya fue superado. Los medios hegemónicos asocian este
movimiento social a mujeres que son verdaderas caricaturas vivas y representan
todo lo que es reprochable en la visión de los inquisidores posmodernos.
Según ellos, somos amargadas,
solitarias, viejas y feas. A veces, también somos man eaters: extremadamente atractivas y seductoras, queremos
“tenerlo todo” y, sobre todo, esclavizar a los hombres. Es curioso que la
descripción de las feministas modernas se parezca tanto a la de las brujas de hace
tantos siglos. Este hecho puede hacer que tú, querido lector, te preguntes si
esto es mera casualidad o simple y pura falta de creatividad. A ver, quizás la
segunda parte sea verdad, pero la primera seguro que no lo es.
Caza de brujas en Europa |
La verdad es que el Gobierno, la
Iglesia y los hombres nos siguen matando por las mismas razones por las que
mandaban quemar a nuestras ancestras: cuando nos comportamos con independencia,
y no como objetos destinados exclusivamente a satisfacer sus necesidades
emocionales y sexuales, somos peligrosas para el orden que suele mantenernos
subyugadas. Cuando actuamos como dueñas de nuestros cuerpos y destino, nos
violan, golpean o matan. Según las estadísticas mundiales de las Naciones
Unidas, 1 de cada 3 mujeres en el mundo ha sufrido violencia física o sexual
por parte de su pareja o expareja .Se estima que 87 000 mujeres fueron víctimas
de feminicidios íntimos o familiares en el año 2017, un total de 137 mujeres
cada día. Los últimos datos conocidos a nivel mundial (2017), dicen que 3 de
cada 5 mujeres asesinadas lo fueron a manos de su pareja, expareja o algún
miembro de su familia.
Teresa Bernal
Querida Teresa, a mi me gustó mucho su texto. A la espera de la próxima parte. Muchas gracias por su colaboración con el blog :-)
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