domingo, 22 de noviembre de 2020

"La pandemia del virus corona y las compras en línea"

 

Gacetero

         Fue el primer domingo de marzo de 2020, lo recuerdo bien. El día estaba soleado y el viento enfrió las primeras horas de la tarde de ese día. No sé por qué, pero quería comer pasta con salsa rústica de tomate, una de mis especialidades, aparte de la modestia. Rápidamente separé los ingredientes: ajo, cebolla, tomate, queso, comino, nuez moscada, vino (¡para servir con el plato, claro!) Y pasta... ¡¿pasta!?! No había ningún paquete en la cocina. "¿Cómo no hay pasta en una casa?" Este fue mi primer pensamiento y ya estaba pensando en hacer otro plato, pero mi esposa insistió en prepararlo. Entonces, saldría y compraría el ingrediente que faltaba. Pero, ¿cómo? si estábamos en cuarentena debido a la pandemia del corona virus En ese momento, comenzó mi dilema.

         Sería un riesgo salir de casa, en oposición al deseo de comer una preparación culinaria especial. ¡Sin duda, podríamos realizar pedidos a través de Internet! ¡Qué maravilloso es este mundo en línea! ¡Lo encuentras todo! Todos los supermercados ofrecen servicio a domicilio. No tengo ninguna duda de que Internet nos facilitó la vida durante esta pandemia. Sin embargo, toda esta magia se deshizo cuando fui a consultar los precios de transporte de la compra realizada a distancia. ¡Qué inocencia pensar que la ley de oferta y demanda no estaría presente en los servicios online durante la pandemia! Se me escapaba que no vivía en una sociedad solidaria, sino que en realidad vivimos en un sistema capitalista, esto con o sin pandemia.

         No obstante, pensé que si no iba a comprar los productos, alguien lo haría y correría el riesgo de infectarse, por lo que yo tendría que asumir el costo/coste, sin quejarme del precio. Pero mi conciencia pesó más cuando pensé que sería egoísta si dejara que la otra persona se arriesgara a infectarse. Para completar mi crisis de conciencia, pensé en un hombre de familia de clase baja que no poseía dinero para pagar el transporte y, ciertamente, saldría de su casa para comprar comida, incluso con el riesgo de contaminación.

         ¡Qué dilema tenía yo...! Pero mi esposa aclaró un poco mi conflicto: si había alguien en riesgo de contagiarse por hacer la compra y entregársela, significaba que necesitaba el dinero. Entonces, si hacíamos el pedido, estaríamos ayudando a una familia. Confieso que mi conciencia se quedó menos pesada y pedí el producto que faltaba en mi receta, dándole una buena propina al transportista. Aproximadamente dos horas después, terminé mi preparación y tuvimos un almuerzo feliz.

         Estimado lector, no sé cómo completar esta narrativa. Podría poner mi sentimiento final, mostrando los puntos positivos y negativos de mi aventura, pero te lo dejo a ti. Por lo tanto, no hace falta que me digas cuál es tu conclusión, no quiero que me metas en otra crisis existencial, por favor...

1 comentario:

  1. Sin duda este período de pandemia nos ha hecho reflexionar sobre una serie de cosas. Ojalá podamos vivir una situación mejor temprano!

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