Usted seguramente ha escuchado o leído en algún
lugar que, en la vida, lo que realmente vale la pena son los momentos vividos y
los recuerdos que una persona puede llevar consigo cuando tiene la oportunidad
de disfrutar de pequeños instantes de placer y bienestar. Algunos llegan a
garantizar que la sensación es mucho más inspiradora y satisfactoria para aquel
que se acuerda de un almuerzo con personas queridas o de un viaje para celebrar
alguna fecha especial, que para un individuo que acaba de comprar algún bien
material, por ejemplo. Lo intangible parece aflojar el alma de una manera
mágica y, de eso, los viajeros parecen entender mucho.
Así que para que el placer y la diversión no se transformen
en malos recuerdos, los viajeros deben, antes de embarcarse en la aventura de
conocer nuevos lugares, tomar cuidados importantes. Estos pueden estar
relacionados con la seguridad personal, como cuando se les instruye sobre cómo utilizar los equipos de seguridad durante un vuelo o cuando se utilizan otros medios de
transporte; con las normas ambientales de un determinado lugar; con las costumbres
y culturas diferentes, en fin, con diversos puntos que deben ser considerados
antes de optar por viajar a este o aquel destino.
Así que, tomados los cuidados previos para que el
momento del viaje y del placer o del aprendizaje obtenidos perduren de por vida, aquel
que viaja debe disfrutar de cada instante, ya sea en un momento de peregrinación, al observar la naturaleza, en la búsqueda de la cura o, simplemente, por el merecido
descanso tan esperado después de un extenso año de trabajo arduo porque, al fin y al cabo, viajar
es, para muchos, una terapia donde se encuentra la cura para el cuerpo y el
descanso para el alma.
Juliana de Almeida Sarti
"La cedosita"
"La cedosita"
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