martes, 19 de marzo de 2024

"Contratiempos imprevistos, pero no identificados"

 

Hacía algunos años que me gustaría hacer un camino de peregrino, las dos opciones que consideraba eran uno de los caminos de la fe hacía Aparecida do Norte, aquí en Brasil, o uno de los caminos de Santiago de Compostela, en España.

Mi profesora de español decidió, juntamente con algunos de sus alumnos, hacer 120 kilómetros del camino de Santiago francés, en octubre del año pasado. Me invitó y decidí hacerlo.

Soy un hombre mayor con casi setenta años y, a pesar de hacer actividad física regularmente por más de veinte años, tenía dos grandes preocupaciones. La primera, mis pies, tenía un nuevo callo en formación en mi pie izquierdo y temía que pudiera empeorar durante el camino. La segunda, las condiciones climáticas. La primera vez que obtuve el pronóstico del tiempo, estaba prevista lluvia para cuatro de los seis días de caminada y la temperatura variaba de 7 a 17 grados. En la semana anterior a la caminata, la temperatura era más alta que la consulta que hice la vez anterior y que el promedio histórico para el inicio del otoño.

Decidí hacer el camino con mi tenis más viejo, pantalones cortos y camiseta de tela sintética, una chaqueta cortavientos y un sombrero. Además, llevaría todo lo que necesitaba para completar el camino en una mochila. No usaría palos ni capa de lluvia.

Antes de empezar el camino, a pesar de tener la pretensión de haberme preparado, tenía el sentimiento de que no estaba bien preparado y que habría malas sorpresas.

El primer día, caminamos cerca de 22 km sin sorpresas, a pesar del cansancio. Clima ameno, lluvia ligera. Al final, sentí un pequeño dolor en la espalda y dolores en las piernas que, normalmente, no los tengo cuando corro.

El segundo día fue el peor de todos, caminamos 25 km, mi espalda, debido al largo camino y al peso de la mochila, me mataba al final del día, me dolía mucho y tenía dificultad para caminar en línea reta, temí no completar, pero logré hacerlo con mucho esfuerzo. No salí a cenar y usé un ungüento para amenizar el dolor.

El tercer día fue más corto, menos de 15 km, decidí enviar la mochila que usaba por coche y cambiar para una mucho más ligera, tuve que hacer otros cambios en mis planes, compré una capa de lluvia, pues llovió más fuerte, y empecé a usar palos. Al final de día estaba mojado, pero con un dolor ligero en mi espalda.

El cuarto, fue el más corto, apenas 14 km, al final de día estaba bien y me quedé mejor después de un masaje relajante.

Los últimos días fueron de 19 y 22 km, la caminata fue muy tranquila y, al término, tuve la sensación de que, si fuera necesario, podría caminar seis días más.

A pesar de los imprevistos que tenía como ciertos, a pesar de no poder identificarlos antes de la partida, fue una experiencia gratificante. La señalización del camino es perfecta, casi imposible perderse, la estructura en todo el camino es buena, con muchas opciones de estancia y de comida y lo mejor, la compañía de las seis personas que hicieron el camino conmigo.

José Roberto Pinto Carneiro

(6/11/23)

3 comentarios:

  1. ¡Qué emoción recordar todo eso!
    ¡qué venga una aventura más!
    Alex

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  2. Enhorabuena Roberto! Qué relato tan bonito, salir de nuestra zona de confort puede traer sorpresas y aventuras inovidables.

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  3. Fue un viaje increíble y inolvidable! Fue un placer estar contigo y con todos nuestros compañeros peregrinos. Ojalá podamos reunirnos nuevamente en una aventura como esta!

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