El Gacetero
La vida
no es fácil de vivir. Durante nuestra existencia, llevamos todas las marcas de
nuestro pasado. Las experiencias adquiridas, los traumas soportados, las
alegrías disfrutadas nos hacen desarrollar herramientas para superar los
obstáculos que nos ofrece la vida. Puede ser que muchos de ellos estén
defectuosos, pero otros no; esto es lo que tenemos para el momento coyuntural que
estamos viviendo. En la adolescencia todo esto es superlativo. A menudo, ni
siquiera disponemos de las herramientas necesarias o son defectuosas para
afrontar la difícil tarea de pasar de niño a adulto. Nuestros personajes están
viviendo todo esto y Hugo tiene que ofrecerles nuevas herramientas para que
puedan sobrevivir al tormento mental, fisiológico y social en el que están
sumergidos.
No cabe
duda de que la familia es uno de los catalizadores para los traumas de la fase adulta. Nuestros familiares no nos han ayudado a desarrollar medios
para que podamos navegar en aguas turbulentas y salir de la tormenta aún más
fuertes y, tal vez, más serenos para enfrentar nuevos desafíos. En estos
momentos, realmente necesitamos un tutor que nos ayude a ver más allá, vislumbrar un futuro posible y, también, hacernos ver cómo somos, el potencial
que tenemos para superar cualquier problema. Si no podemos salir de una
situación difícil, podemos contar con los que nos rodean. Por lo tanto, no solo
los miembros de la familia son importantes, sino también los amigos. Después de
todo, cada uno tiene su propio potencial, cualidades, capacidades o habilidades
que, al unirse, forman un grupo fuerte e invencible, incluso para resistir la
derrota o la frustración.
Hugo, en
este capítulo, busca precisamente eso: demostrarle a los chicos que son capaces
de formar un grupo y ganar un desafío. Cada uno tiene habilidades y
competencias que son únicas y se complementan para resolver los problemas que
ofrece la vida. Nadie sabe todo ni tiene todas las habilidades para lograr un
objetivo, necesitamos del otro para completarnos y ayudarnos cuando fallamos,
no por debilidad, sino porque no tenemos una herramienta o está defectuosa. La
política refleja esto, ya que no la hace una sola persona, necesita a varias
personas pensando, actuando de diferentes maneras, para construir una sociedad
más digna para vivir. Podemos diferir sin agresión, sin crear odio,
resentimiento ni violencia. Sí, podemos divergir, para mostrarle al oponente otro punto de vista. Las diferencias existen para llegar a una convergencia
de ideas, objetivos y acciones más adecuados a la situación que estamos
viviendo. No somos perfectos, pero juntos podemos serlo. Ese fue el mensaje que
Hugo quiso transmitir a los chicos, que pudieron ver sus carencias y las
cualidades del otro. Trabajen o actúen juntos para poder ir más allá.
El capítulo también trae una discusión sobre el papel de los padres en el proceso de formación de la personalidad de sus hijos. Hugo, con su manera brutal de ser, de decir la verdad, sin importarle a quien le duela, promueve esta discusión con los padres de los adolescentes. De hecho, les provoca, ya que no aceptan que son el problema de sus hijos y que la escuela debe hacer su parte. El choque entre Hugo y los padres es duro, pero este los convence de que sus hijos son su reflejo, el resultado de cómo los han criado y del ambiente en el que están metidos. Los chicos no están en condiciones de asumir responsabilidades mayores de lo que pueden soportar, no pueden ser tratados como adultos a priori.
Asimismo, tampoco se les puede exigir algo que no han vivido. Los
adolescentes buscan una identidad a la que seguir o con la que identificarse y
no la encuentran en su hogar. Todavía no tienen la capacidad de formar esa
identidad en sí mismos y ahí es donde fallan los padres. De hecho, Hugo intenta ocupar
ese espacio, transformarse en un referente, pero es un riesgo hacerlo porque los jóvenes pueden estar más perdidos si Hugo no logra hacer la transición o, mejor
dicho, destetar la dependencia que pueda existir entre ellos y él. Como ya
es sabido, Hugo también tiene cierta dependencia de sus alumnos, así que me planteo
dos preguntas: ¿Podrá Hugo dejar que los estudiantes sigan adelante sin su
tutoría? ¿Soportará esta despedida?
Estamos
casi terminando la serie, pero aún quedan muchas preguntas por responder.
Esperemos los próximos capítulos para ver cómo se completará la historia. Mientras tanto, disfrutemos de las experiencias de Hugo y sus alumnos, seamos
fuertes para ser adolescentes y adultos más conscientes, políticos transformadores de un mundo mejor.
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