Capítulo 6: “El Tiempo Vuela”
Revisar el pasado es una opción que puede generar nostalgia, culpa y sufrimiento, pero también puede traer momentos que iluminan nuestra existencia por un instante. Volver al pasado tiene ambas caras de la misma moneda, dependerá de cómo afrontemos los logros que marcaron nuestra historia presente. Una cosa es segura, vivir en el pasado todo el tiempo no es saludable porque no vivimos lo real, lo que el presente nos puede ofrecer, tanto lo bueno como lo malo. Después de todo, lo malo también nos ayuda a madurar y ver un mundo mejor, o al menos dejarlo mejor.
El capítulo
6 aborda el pasado de Salvador. Su nostalgia por vivir solo es consecuencia de
no tener la compañía de su amada esposa. Además, se nos revela la hazaña
durante sus primeros días como empleado del Ministerio del Tiempo. Un hecho en
el cual está atrapado y que le visita siempre como un fantasma, como la muerte
de su esposa (¿existen los fantasmas?). Nuestras acciones pasadas, a menudo, no
pueden ser olvidadas sin más porque ayudan a estar alerta y vigilantes para que
no se cometan nuevos errores. ¿Salvador cambió el rumbo de la historia de España
(para bien o para mal) con su intervención en el pasado lejano? Claro que no
voy a contestar esta pregunta, dependerá de ti descubrirla, querido lector, porque
quiero hacer otra reflexión.
A mi modo de ver, el capítulo provoca otra reflexión sobre la vida. ¿Estamos sujetos al destino o realmente tenemos libre albedrío? A veces nos encontramos con hechos que encajan tan bien en nuestras vidas que solo podemos creer que todo fue planeado de antemano por fuerzas divinas. Entonces, ¿la vida estaría gobernada por dioses? Si es así, el libre albedrío sería solo una discusión filosófica vacía para aquellos que no creen en la naturaleza espiritual de las cosas. O la vida está formada por hechos que son consecuencia de nuestros actos, como el efecto de una piedra arrojada a las tranquilas aguas de un lago. La producción de ondas en la superficie del lago es el efecto de la fuerza de la piedra que provoca este caos inmediato que, tras unos segundos, dejará que vuelva a reinar la calma en la superficie del lago. ¿Nuestra vida está destinada a ser un lago de aguas tranquilas, pero con momentos de desequilibrio que, naturalmente, volverá a la normalidad?
Entonces, no tengas miedo de los eventos presentes porque siempre se resolverán por sí solos. ¿O tenemos que estar atentos como Salvador, para ser el agente transformador de nuestra historia, para mantener el curso que queremos o volver al curso natural que existía antes? Es un poco confuso, ¿no? Pero creo que la fatalidad y el libre albedrío coexisten e interactúan entre sí. Todo dependerá de nuestro punto de vista o de nuestra disposición a afrontar la vida.
Madre mía, ¡qué dolor de cabeza tengo después de escribir esta crítica!
Cervantito, el Perro
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