Caminas
por pasillos que te llevan a momentos históricos o a dibujos increíbles. Viajas
sobre tus piernas a épocas remotas o interactúas con imágenes inimaginables,
conoces a gente de la que no te vas a olvidar, te enamoras con lo que desearás
celebrar o reflexionas hasta tener ganas de cambiar la Historia.
Vivirás lo
que nunca has vivido, sentirás miedo, dolor y felicidad caminando por un sitio
estático, pero que te conduce a un movimiento dinámico – la libertad de
pensamientos. Entenderás por qué Albert Einstein dijo: “La imaginación es más importante que el conocimiento. El conocimiento
es limitado. La imaginación involucra al mundo”. Los museos son espacios
máximos de libertad donde se puede dejar la curiosidad fluir, encontrar respuestas
y hacer más preguntas, tener la capacidad de criticar, crear, ser curioso, ver
los hechos desde otra perspectiva, aprender de los errores y tener
inspiraciones.
Mis
pasillos preferidos han empezado en la sala de la casa de mis padres. Tenía 7
años y en la casa había una copia de una obra de arte muy fea, que me daba
miedo. En el sitio más bonito, estaba instalada la cosa más fea, por eso yo allá
no iba. Estaba con mi padre, siempre me sentaba al lado del arte, por qué
estaba siempre preparada para huir o luchar por si uno de los personajes
saltaba y un día le pregunté: “Papá, ¿por
qué tenemos este cuadro tan feo?” y me contestó con otra pregunta “¡Feo! ¿Por qué?”, “Pues, Papá, porque me da miedo, los animales
destrozados, cabezas rotas, todo es muy triste”.
Mi padre se
quedó en silencio, me abrazó, nos sentamos frente a frente y me presentó al
Guernica. “Si tienes miedo es porque
el artista lo retrató y el arte
es sentir”. Me explicó el bombardeo de la ciudad de Guernica por las
tropas alemanas, el franquismo, la Segunda Guerra Mundial… y me dijo que los
generales le hicieron la misma pregunta a Picasso, sobre quién hizo algo tan
feo, a lo que Picasso les contestó otorgándoles la titularidad. Desde entonces,
busqué el Guernica, las obras de Picasso y deseé conocerlas.
Picasso y su gran obra maestra... |
Mi
encuentro con el Guernica fue el 7 de julio de 2010, cuando conocí el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. El edificio abrigó el antiguo Hospital San
Carlos hasta 1965. Por medio de un decreto real, en el año 1977, fue declarado
Monumento Histórico y Artístico. Fue inaugurado en 1988 y en 1992 los Reyes D.
Juan Carlos y D. Sofía iniciaron la colección permanente.
Los
pasillos del Reina Sofía son una medicina para la imaginación, allí encontrarás
ejemplares de la cultura moderna y contemporánea de España, podrás ver las
obras de Salvador Dalí, Juan Miró, Julio González y Pablo Picasso, entre otros
artistas modernos, junto a exposiciones temporales que te tocarán profundísimamente
el alma y la manera de ver el mundo.
Me acuerdo
de las expectativas que tenía para ver a “mi” Guernica. El edificio es
increíble, desde el piso hasta al techo una distancia grande, creo que 5
metros, como mínimo, lo que te da una sensación de amplitud, de confort para
permitir el baile de las ideas. Yo quería ver todo, cada detalle y estaba en
duda sobre qué hacía primero. Fui directamente al segundo piso. Como en todo
museo, buscar la sala 205 no es sencillo, te pierdes y te encuentras contigo y
con el Guernica.
Una obra
grande y opulenta, el Guernica te sorprende, dependiendo de cuando vayas, tendrás
algo a más y nuevo para ver y descubrir. La primera vez, vi los borradores de
Picasso durante la creación, los estudios de cada detalle hasta el trabajo
final… ¡increíble! La última vez, vi las noticias de los viajes alrededor del
mundo y las noticias de la primera exposición.
El Guernica
es siempre una novedad…
Los
pasillos del Reina Sofía son muy interesantes… El edificio conforma un cuadrado,
en el centro hay un jardín con esculturas, hay un restaurante en la planta
baja, puedes respirar, sentarte y volver a ver las obras permanentes y las exposiciones
temporales. Un recorrido por las reflexiones modernistas y contemporáneas de los
siglos XIX, XX y XXI.
Otros
pasillos mágicos son las casas modernistas de São Paulo. Estoy enamorada de la
Fundación Maria Luisa y Oscar Americano. Ellos donaron la casa y el arte para la
fundación que lleva sus nombres y está abierta al público. Está ubicada en el
barrio de Morumbi y los pasillos te llevarán a las obras brasileñas de
Portinari, Tarsila do Amaral, Lasar Segall y a un jardín de floresta tropical,
una reserva de la Mata Atlántica, donde una muestra de Pau-Brasil, el árbol que
bautiza nuestro país, puede ser admirada.
Fundación Maria Luisa y Oscar Americano, detalle de mosaico portugués. |
Muebles,
libros, platos que retratan la historia del descubrimiento de Brasil hasta el
punto máximo del modernismo nacional, pueden ser vistos allá. Quizás el museo
más brasileño que existe y que presenta lo que somos y nuestra historia. Allí
puedes caminar por algunos pasillos abiertos al cielo y por otros cerrados, los
de la propia casa. El espacio tiene una cafetería y una sala de conciertos de
música clásica, te permiten sentarte en el jardín para leer un libro, puedes
alquilar una parte para celebrar una fiesta o boda y, asimismo, la sala de
conciertos está también disponible.
Los pasillos son muchos, pero tan solo depende de ti entregarte a la magia de los caminos para perderte en total libertad.
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