Cuando la lengua en sí deja de ser el fin y se transforma en el medio

Acaba de comenzar nuestro semestre lectivo y basta la primera clase, cuando la profesora Marta nos introduce el plan del curso, para que me acuerde de lo que más da gusto en el nivel C2, que es la libertad y el tiempo que tenemos para trabajar los contenidos culturales con más profundidad. Aunque existan los tópicos gramaticales – que sí me gustan y además siguen siendo importantes –, tienen una carga menor, ya que asumen mucho más las funciones de revisión y de matización en usos específicos.

Es un aprendizaje ligero y del cual, a veces, uno se da cuenta, como el que ocurre, por ejemplo, cuando has visto una película y vas a tomar parte en una discusión sobre ella: tu reto es valorar la película, trasmitir y recibir opiniones, así que la lengua en sí deja de ser el fin y se transforma en el medio. Y es entonces cuando aprendes, ya que el uso de la lengua tiene que ocurrir de manera más automática.

En la clase, Marta crea un sencillo juego de roles para que presentemos nuestras expectativas para el semestre. Entre los deseos de los compañeros, uno de los más abordados es el de mejorar la fluidez, sobre todo al hablar. Pensándolo mejor ahora, mientras escribo, creo que el abordaje del curso no podría ser más coherente con esta expectativa.

Por fin, merece un destaque la programación dedicada a Miguel de Cervantes este semestre, ya que en abril se completan 400 años de la muerte del autor del Quijote. Nada mal para un grupo de alumnos apasionados por la lengua y la cultura hispánica, guiados por una cervantista, ¿verdad?

Blackmore
(C2-Miércoles)