Éramos seis, todos amigos desde el
colegio. Hacía mucho tiempo que queríamos viajar a la playa y, cuando tuvimos
la oportunidad, no nos lo pensamos dos veces. En realidad, no teníamos una casa ni
una habitación para quedarnos, pero uno de los chicos tenía una casa en
construcción, frente al mar, que todavía no contaba con luz, muebles ni
puertas. La animación fue más fuerte que las condiciones y nos pusimos contentos
con lo que teníamos. A lo mejor habría un fogón con el cual podríamos cocinar.
Por estar muy cerca del mar, el local
no era muy frecuentado, así que no se veía a casi nadie por las calles de alrededor.
Con esta privacidad, hicimos algunas fiestas con otros amigos a los que
invitamos y que conocimos en el centro de la ciudad. Por supuesto que tomábamos
algunas copas por la noche y ver a alguien borracho era normal...
Un sábado por la mañana, me desperté
más temprano que los otros y vi algo muy raro. Uno de mis amigos dormía
frente a la casa, en un sofá rojo,
bien conservado, pero visiblemente viejo. Llamé a todos para que viesen la
escena, que no solo era divertida sino también curiosa, ya que nadie sabía
quién había traído el mueble. Nos parecía que algún invitado había traído el
sofá y, como estábamos todos bebiendo, no habíamos visto cómo llegó allí.
Por la noche hicimos otra fiesta, con los
mismos amigos de la noche anterior, y supimos entonces que nadie fue el responsable
por la aparición del sofá. Un misterio empezó a formarse. Las horas pasaban y
nos divertíamos mucho cuando, de repente, notamos que... ¡El sofá había desaparecido!
Hasta hoy, no sabemos cómo alguien
pudo haber llevado un objeto tan pesado por la casa, sin que fuera visto.
Pensamos que todo aquello no pasó del fruto de la imaginación, aunque nos
parece difícil que a todos nos pasara lo mismo.
Bruno Alessi Lazzarato - B1
Bruno qué historia!! jajaja
ResponderEliminarEsta historia es fantástica, jajja!! Bruno, me he divertido muchísimo leyéndola, pero cuéntame... eso os pasó de verdad???!!!! Y qué comentaba la gente en la fiesta??? Lógico que al tratarse de una casa apartada, no habría vecinos cotillas controlando lo que sucedía, así que sin testigos. Tal vez haya más detalles que te olvidaste contar...
ResponderEliminarQue maravillosa introducción para una historía de terror...
ResponderEliminarQué historia curiosa Bruno! Suelen pasar muchas cosas raras en estas fiestas...rsrsrs.
ResponderEliminarBruno, me parece que no era el sofá que estaba borracho en esta historia.
ResponderEliminarJajaja, comentario mordaz, Ale!!
EliminarSolo una observación... jeje
EliminarExcelente relato, Bruno. Mi más sincera enhorabuena por el estilo de tu prosa. Espero que futuramente pueda leer más cosas tuyas.
ResponderEliminarBruno el culpable de todo es el sofá...los borachitos son inocentes jajaja
EliminarGracias a todos por los comentarios! Jajaja! Aunque el desaparecimiento del sofá no sea tan verdadero, el viaje misterioso ocurrió y fue la inspiración para el texto. Voy a pensar en más relatos para contarles!
ResponderEliminarQué bien que el misterio ha sido "desvelado"!!! La verdad es que me lo llegué a creer... y, al menos, Bruno ha dejado de tener "mala fama" solo por haber colocado "un sofacito rojo de nada" en mitad del camino del relato. Jajaja. Qué divertido!! Gracias, Bruno. Te seguiré si publicas más cosas... Gracias.
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