Hoy hace exactamente un mes -el 20 de mayo de 2016- que me
presenté al DELE C2. Nunca me había imaginado que podría presentarme a un examen de lengua extranjera de este
nivel, sobre todo, porque sabía la dedicación que necesitaría para ello.
De acuerdo con la descripción del sitio del
Instituto Cervantes, “los DELE son títulos oficiales, acreditativos del grado
de competencia y dominio del idioma español, que otorga el Instituto Cervantes
en nombre del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte de España”. El año pasado ya había obtenido el título de nivel C1, denominado como "Dominio Operativo Eficaz". Por lo tanto, estaba satisfecho con mi resultado, pero fui
desafiado por la profesora Marta a ir más allá y prepararme para el nivel de
Maestría (C2), el sexto de los seis niveles propuestos en la escala del Marco común europeo de referencia para las lenguas del Consejo de Europa. ¡Desafío
propuesto, desafío aceptado!
Así que, fueron meses de
preparación, desde el primer día del año hasta el tan esperado (y temido) día.
En otro artículo detallaré cómo fue mi rutina de estudio, que sumó más de
200 horas –yo no bromeaba cuando dije que se requiere mucha dedicación... Una
vez el general norteamericano George S. Patton, conocido como "Sangre y
Agallas" dijo que hay que: "sudar sangre en el entrenamiento, para
no sangrar en la guerra”.
El examen fue
bastante largo, comenzó a las 9:00 de la mañana y se prolongó hasta las 13:45 para realizar la parte escrita. Ese mismo día, pero por la tarde, volví al Instituto Cervantes de São Paulo
para el examen oral. Un total de cinco horas y media, ya descontanda la pausa.
Lo bueno es que algunos amigos también estaban allí y entonces pudimos compartir las tensiones y las impresiones durante los descansos.
La parte que más me
preocupaba era la de las redacciones, no por su dificultad, sino por las largas
2 horas y media escribiendo los tres textos que componen esta parte tan importante del
examen. Lo sorprendente es que casi no me di cuenta del tiempo e incluso
disfruté el momento. Otro punto que me generó mucha ansiedad, como es normal, fue la prueba oral, puesto que en solamente unos pocos minutos los examinadores evaluarían mi destreza oral -un
nerviosismo momentáneo podría perjudicar mi resultado. Al final, después de la
realización del examen, le pregunté al examinador si podíamos seguir hablando,
¡la charla era tan interesante!
Terminado el día,
con una sensación de desafío logrado, volví a mi casa para un merecido
descanso. Mientras conducía, me quedé pensando en todo el recorrido para llegar
a este momento. Me sentí aliviado, porque me di cuenta de que todo había valido la
pena.
Anteriormente en este post ya había citado al General George S. Patton, pero a continuación finalizo con otra
frase suya: "Nunca aceptes a tus miedos como tus consejeros". No acepté
mi miedo, enfrenté el desafío y, con independencia del resultado que aún vendrá,
estoy feliz por haber seguido adelante. Todavía no sé si aprobé, pero sin
duda fue una experiencia que me enseñó mucho, no solo sobre la lengua española,
sino también sobre cómo superar mis límites.
Alessandro S Silva
Excelente post, Alessandro!! Gracias por aceptar mi desafío, estoy segura de que el resultado será excelente, por lo mucho que has trabajado. Un abrazo enorme,
ResponderEliminarYa un año...
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