Definición de Correveidile:

1. Persona que trae y lleva cuentos y chismes // 2. Blog de los amantes de la lengua de Cervantes


lunes, 12 de octubre de 2015

Reflexiones en torno a "El viaje de Said" (2007)

El primer paso dado en clase fue dedicarle unos minutos a ver este delicado y cuidado cortometraje de animación del director Coke Rioboo:





Después llegaron todas estas bellas palabras que me enorgullece compartir aquí:

Forma parte de nuestra naturaleza, como seres humanos, el querer buscar lo que pensamos ser lo mejor para nosotros y nuestros seres queridos. Cuando pensamos tener tan poco, viviendo en un mundo con tanta abundancia, lo esperado es que se crea justo y correcto que esa abundancia sea compartida con todos. Y en esta búsqueda por justicia, pocas veces conseguimos ver –de antemano– el alto precio que el mundo nos hará pagar por el coraje de empezar esa jornada.

Said no posee mucho. No tiene cosas caras, no vive con confort, no conoce a nadie, más allá de los alrededores de su casa tan sencilla, cerca de la playa. Juega solamente con las cosas que encuentra por su camino e imagina todo el mundo de cosas nuevas y diferentes que pueden existir mundo afuera. Otro mundo que su padre fue a buscar cuando se marchó de allí. Como el padre de Said, otros millares se marcharon y se siguen marchando, diariamente.

Nosotros todos conocemos esas historias. Historias de gente que tuvo éxito en esa jornada. Inmigrantes que buscaron, lucharon, cayeron muchas veces y se levantaron otras tantas, en lugares donde su lengua y sus costumbres no eran conocidas ni tampoco respetadas. Pero vencieron. Conquistaron lo que fueron a buscar.

Todos también conocemos muchas otras historias que no tuvieron finales felices porque para que unos ganen un poquito es preciso que otros lo pierdan. Y eso no es tan fácil.

Said echa de menos a su padre. El niño no sabe dónde está su padre, pero sus corazones siguen entrelazados. Esa conexión –de amor– no se supera por la distancia. Es un sentimiento, una energía mucho más poderosa que la fuerza de millares de kilómetros.

Aquella noche, mientras Said pescaba –como lo hacía casi todos los días– ese amor de padre le envuelve una vez más. Es como un sueño. Y, en este sueño, Said va a conocer la devastadora jornada que siguió su padre.

La jornada empieza con las promesas de una vida nueva, en un lugar nuevo lleno de colores y sabores. Lleno de música y de sonrisas. ¡Casi una fiesta! ¡Una feria! Es mucho para quien viene de un lugar tan pobre y ha vivido con tan poco. Es alucinante para el niño, así que no es difícil de creer que lo mejor es estar allí.

Said está allí, listo para empezar esta vida nueva, pero él enseguida descubre que: no, él no debería estar allí. El no pertenece a aquel lugar. Aquella no es su gente y –¡qué sorpresa!– esa gente no lo quiere por allí. Esa gente que posee tanto para compartir, no quiere hacerlo.

Pero lo peor está por venir porque Said pronto descubre que si no encuentra lo que esperaba al llegar es, en verdad, una “suerte” que otros millares no tuvieron y no tendrán. Otros millares van a morir intentando llegar. La jornada es más lejana, más peligrosa, más violenta y más desafiante de lo que imaginaban. Tantos vecinos, amigos, compatriotas o desconocidos, viejos y jóvenes, mueren intentándolo. Percibir eso le parte su corazón. Incluso por saber que los pocos que llegan con vida, encontrarán el desprecio, el prejuicio y la falsa idea de oportunidad.

Esa es una verdad muy dura para los niños, pero el amor de un padre por su hijo no lo puede proteger de esos peligros si no le cuenta la verdad. Esa noche, Said pudo ver a través de los ojos de su padre, para que no tuviera que ver con los suyos propios. El amor lo llevó en un sueño y lo trajo de vuelta en una pesadilla, para salvarle.

Said tendrá la oportunidad de elegir su camino. Es posible que siga creyendo en la promesa de la “tierra de las oportunidades” y quiera buscarla un día. Pero es posible, también, que Said descubra que la cosa más importante que se puede poseer, él ya la tiene dentro de su corazón: el amor. En este caso, es probable que Said nunca tenga muchas cosas materiales, pero entiende y acepta que las cosas sencillas que posee tienen un valor inestimable y arriesgarse a perderlas no será una opción.

Lo “poco” de Said aun es mucho para mucha gente. Millares de personas por todo el mundo no tienen nada para comer o agua para beber. Para esos, la difícil y peligrosa jornada vista por Said no es una opción, y sí la única posibilidad de supervivencia. Al riesgo de morir intentándolo se contrapone la única chance de vivir. No se busca conforto o conquistas, se busca supervivencia.

Yo no conozco a Said y, por cierto, ninguno de vosotros lo conoce, pero vemos millares de Said y a sus padres diariamente por la tele: intentándolo, buscando, muriendo. ¿Cuándo percibiremos que esta realidad pertenece a todos, que estamos todos envueltos en el problema y que la solución depende de que aceptemos nuestra obligación de compartir? No porque sea un favor a alguien, pero sí porque no somos dueños de nada, todo lo que tenemos nos es prestado para una vida y es nuestra responsabilidad hacer de esta vida la mejor para todos.

Mariana Boeing




El cortometraje “El Viaje de Said” es de un buen gusto y una sensibilidad increíble. Con su colorido nos hace vivir un sueño que al final se vuelve pesadilla.

Said es un niño que vive de manera humilde con su madre y, en un momento de placer mientras pesca, hace un viaje donde entra en un mundo desconocido pero que, al mismo tiempo,  todos lo desean.

En un primer momento, el nuevo mundo se muestra lleno de oportunidades y atracciones, y aunque pese a las dificultades de la lengua extranjera sea posible la comunicación, no todo es maravilloso. 

Al final de su viaje, Said se dio cuenta de que no es fácil seguir adelante, pues las dificultades son muchas y ve sus proyectos truncados y sus esperanzas hundidas.

El cortometraje hace una mención al proceso migratorio que, sin duda, es la única esperanza de las personas que sueñan con el cambio de su propia vida y el de su familia, junto con el de la tierra prometida.


Maria do Carmo Palmeira da Silva Pereira
  


Las personas hacen cambios motivadas por fuerzas que son desconocidas. Algunos cambios son realizados por fuerzas mayores traídas por la vida, como la necesidad de trabajar, de estudiar, pero no estoy refiriéndome a estos cambios sino a aquellos que nacen de los sueños. Sueños que ocurren en nuestras cabezas y corazones y que nos mueven hasta lo desconocido, motivados por nuestros deseos y búsquedas más ocultas.

Forma parte del hombre esa cosa, esa fuerza de buscar algo siempre, a veces algo desconocido que despierta miedo y desespero, aunque la curiosidad y la pasión normalmente sean más grandes y fuertes de modo que uno se deja llevar.

La descubrimiento delo nuevo es algo mágico para muchos y llegar hasta ese punto te hará pensar si sigues viviendo o durmiendo. ¿Qué es sueño, qué es realidad?

Este es un poco del contexto del cortometraje, donde el niño Said experimenta las emociones contradictorias de la realidad de la partida de su padre y sigue buscándolo por un mundo totalmente nuevo, que en realidad vive en su cabeza. Muy profundo, muy real. ¡Vale la pena!

Keylla Saes
  


Pueblos, personas que salen de sus tierras natales para vivir en otros sitios o países, tendrán que tener motivaciones fuertes y valor para hacerlo.

Hace más o menos 70 años que empezó la migración del nordeste de Brasil hacia São Paulo. Venían en camiones precarios llamados "pau de arara", se escapaban de la miseria, del hambre y, principalmente, del régimen de esclavitud de los "Coroneles".  En esa época yo tenía 11 años de edad, cuando fui amenazado, por un hombre de esta región,  con un cuchillo. Él quería dinero, creo que el pobre estaba hambriento.

Mi abuelo, que también se llamaba Paschoal, vino de Italia a Brasil, a priori solo para mejorar sus condiciones de vida y, después de conseguirlo, trajo a su familia.

Los pueblos, masacrados por sus gobernantes tiranos, se quedan con una sola opción, o sea,  irse de sus países buscando otros, corriendo grandes riesgos para sus vidas. Esto ocurre hoy con los inmigrantes del norte de África y de Siria, que migran para Europa.

También están los inmigrantes científicos, aquellos que no tienen apoyo en su país del Tercer mundo y van en búsqueda de países que le dan condiciones de estudiar mejor y hacer encuestas.

Los inmigrantes tienen en común un gran impulso para sobrevivir, con una fuerza vital permanente que no les permite pensar en conformarse o en rendirse a sus opresores.

Paschoal Pedote
  

  
La relación del hombre con su territorio, la idea de fronteras entre países y la división del mundo en regiones son temas que necesitan ser repensados en el siglo XXI y eso lo dicen los acontecimientos más recientes sobre la crisis de refugiados en Europa.

Pues es exactamente sobre eso que el cortometraje El viaje de Said nos quiere hacer pensar, al traer una perspectiva muy particular del inmigrante que pasa a vivir a España. En forma de sueño, y a través de los ojos de un niño árabe, tal cuestión es exaltada para el debate con un lenguaje sencillo, pero lleno de metáforas que, además de hacernos reflexionar, nos hace sentir la delicadeza de toda la situación vivida por el niño, personaje principal.

Es verdad que nosotros somos siempre extranjeros, los unos de los otros. Nadie sabe lo que piensa o lo que siente la mente y el corazón de otra persona. Sin embargo, el corto nos invita a pensar sobre los comportamientos que adoptamos cuando recibimos extranjeros en nuestro país y qué condiciones les ofrecemos. Igualmente, El viaje de Said nos enseña a valorizar el hogar donde vivimos y crecimos, aunque esté lleno de problemas, pues es el sitio donde siempre estarán nuestras raíces.

En añadidura, hay que tener en cuenta todavía que la Globalización –fenómeno económico, social y cultural en expansión desde el siglo XX– nos ha conectado a todos de un modo jamás antes conocido en la Historia, así que no se nos permite más una mirada exclusiva hacia los problemas internos de nuestro país. No cuidar de los inmigrantes y no ofrecerles condiciones razonables de vida puede convertirse, en el futuro, en un problema mucho más grande que una mera cuestión migratoria.


Rafaela Caldeira Gonçalves





Es un cortometraje lleno de simbolismos sobre el dilema humano de la idealización de la felicidad y del deseo de una vida o condición mejor; por otro lado, presenta la seducción de un nuevo mundo, aparentemente feliz, lleno de oportunidades y encantos.

Said, abandonado por su padre, que le ha dejado una pulsera como un recuerdo antes de partir, es un chaval que vive con su madre en una vivienda muy simple, en un lugar desértico, junto al océano. Aparentemente sin mucha motivación, a causa de lo que le rodea, y siempre en silencio, solo o jugando con una lata, Said coge su caña y va a pescar. Mientras está sentado a la espera de lograr capturar un pez, en aquel entorno “bucólico”, algo ocurre. Es trasladado, cruzando el océano al vuelo, a un parque de diversiones, donde ocurren varias situaciones hasta el momento de su vuelta a casa.

Justo en toda esta trama, la construcción de toda la historia está basada en situaciones que nos invitan a reflexionar, transmitiendo un mensaje simbólico, haciendo que nos cuestionemos si nuestros deseos, al intentar hacerlos realidad, serán tan agradables, fáciles y placenteros como en el campo de la imaginación.

Al volar a través del océano, simbólicamente conducido por un neumático, llega a otra tierra donde encuentra un parque de diversiones, algo extremadamente atractivo, y al entrar encuentra todo un mundo de magia. Fascinado, camina por esta nueva tierra encantada y al encontrar una atracción para lanzar pelotas, ya se coloca ante los primeros desencantos de su idealización, pues tendrá que derrumbar los muñecos que representan a los personajes estereotipados de toda sociedad; por otro lado, al sonido de una música de fondo que esta atracción tocaba, consiguió derribar a casi todos, menos al último que parece representar a un empresario o político, mantenedor del sistema capitalista.

Al salir de esta tentativa de desplome de estereotipos, intenta coger algo parecido a un bocadillo para comer, pero es duramente reprendido por la dependienta, que no le permite comérselo sin pagarlo, percibe de una manera dura que esta nueva realidad tiene otras reglas sociales y leyes que la rigen.

La parte más emblemática es cuando entra en la gruta de una atracción, en un barquito, un lugar en principio oscuro y aterrador, pero al continuar aparecen personajes (muñecos) saliendo de ataúdes y cantando: “Te manda enseguida al fondo” (cantan al “mar océano”). Además de estos cajones, también hay baúles llenos de tesoros. Estos muñecos se parecen mucho a los de la etnia a la que pertenece Said, tal vez moros que cruzaron el océano detrás de un sueño, y de los baúles de falsa riqueza los personajes van siendo lanzados al fondo, como refleja el estribillo cantado.

Tras esta aventura en el parque de diversiones, Said vuelve a playa donde estaba originalmente y se encuentra consigo mismo. El Said real, sentado y “durmiendo” ante la inmensidad, que es “despertado” por el etéreo Said que lo llamaba insistentemente por su nombre. Al “despertarse”, como volviendo de un viaje transcendental, logra capturar su pescado y vuelve a casa, su senda inicial, de una manera alegre y optimista.

Por consiguiente, tenemos siempre que perfeccionar, mejorar y evolucionar en la vida. Aceptar nuestra condición, entorno y cultura es el mejor camino para no caer en las trampas de la vida. Siempre pensamos o creemos que la vida ajena es mejor que la propia, que el césped del vecino es más verde, pues siempre vemos el exterior y esto no es suficiente para analizar la complejidad global de una situación. Así como la atracción de muñecos estereotipados que tocaba una canción seductora, “mundo de color, ciudad hermosa, es tu oportunidad, buena suerte”, quizá la felicidad no esté a kilómetros de distancia, y sí a una distancia mucho menor de lo que pensamos, que esté en nuestra casa, en nuestra familia y amigos o, mejor aún, en nuestro propio corazón.

Cláudio Rezende



La ONU, a través de los artículos primero y segundo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, asevera que:

“Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros. Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición.”

Las palabras de arriba son un salvoconducto, para que cualquier persona pueda ejercer su capacidad de soñar. Soñar con mejores condiciones de vida, tener mayor confort material, profesar su religión, ejercitar sus convicciones políticas, sentir orgullo de su raza y color. En resumen, ser libre, vivir a salvo de persecuciones de cualquier tipo u orden.

Casi siempre la alternativa disponible es inmigrar. Los movimientos migratorios forman parte del comportamiento humano desde que los primitivos, al extinguir sus reservas de caza, partieron en búsqueda de sitios más prometedores. Lo más emblemático de estos movimientos fue la salida de los judíos de Egipto, episodio que pasó a ser conocido como El Éxodo.

Cambiar de país remite a convivir entre dos universos paralelos. El primero regido por la esperanza de una vida mejor. El segundo regido por los prejuicios de la población nativa. Esta dualidad es retratada de manera sencilla, no obstante poética, en El viaje de Said. En esta pieza de animación, se vislumbran estos dos universos en todos sus matices. Para un inmigrante, el encantamiento y la magia iniciales van, poco a poco, cediendo espacio a la aspereza y al rigor de las nuevas costumbres, que deben ser adoptadas como si fueran  las suyas propias.

Pero hay que perseverar. Cambiar de país no significa garantizar un total aislamiento de los problemas. Al revés, garantiza la oportunidad de una reanudación. Absorber una nueva cultura, sin olvidar la suya; dominar una nueva lengua, sin dejar de platicar la suya, permiten alcanzar una vida nueva, llena de desafíos y recompensas.

Creo que Brasil es un ejemplo icónico de un país formado por inmigrantes, sea por aquellos que para acá fueron traídos en la condición de cautivos o por aquellos que eligieron esta tierra como su segunda patria. Sin duda, no seríamos un país tan rico culturalmente, sin esta mezcla única de pueblos que nos hace ser quien somos.

José Antônio




  
En este corto, Said muestra cómo muchos inmigrantes tienen una vida dura, que trabajan como mulas, que están cansados de su modo de vivir, pues la rutina se ha apoderado de sus vidas, pero él tiene un sueño.

Said sueña con vivir en un lugar donde pueda estar libre, tener una vida mejor, entonces embarca en su sueño hacia España y, al llegar, Said se encanta con un mundo bello, lleno de colores, donde todo es perfecto, un mundo con el cual siempre había soñado. Sin embargo, Said como tantos otros inmigrantes empieza una lucha por adaptarse en ese nuevo país, pues necesita conocer las reglas y respetarlas, tiene que aprender a comportarse como los demás, tiene que trabajar para ganar dinero, pero todavía es muy difícil conseguir empleo con la crisis que vive España (idea que actualiza el valor temporal del cortometraje). Said conoce la dureza de las grandes ciudades y sus problemas, tales como la falta de seguridad. El mundo de colores no le parece más tan atractivo, por estar solo; lejos de su casa y de su familia, los problemas se vuelven aún mayores.

Entonces, como muchos inmigrantes, Said percibe que no hace falta un mundo de colores, donde la vida pasa como un cometa, sino vivir cerca de su familia, de los problemas que conoce bien, y después de tanto sufrir, como tantos otros, se da cuenta de que el mejor lugar del mundo siempre estuvo cerca de él. Vuelve a su casa para disfrutar del amor de su mamá y de la seguridad de un mundo conocido.

Fernando Liguori
  

  
En una playa vive el pequeño Said,  aislado de toda la tecnología del mundo moderno, bajo los cuidados de sus padres; pero un día Said cruza el estrecho y, al otro lado, conoce el país de las oportunidades y también descubre que el mundo no es tan maravilloso como le habían contado.

Said, en su viaje, ha visto hechos negativos, como inmigrantes sin papeles, sin dinero, buscando las “oportunidades ofrecidas” a través de la fantasía de los personajes del folclore español.

El cortometraje relata rápidamente la búsqueda difícil de aquellos que desean una vida mejor en otro país, aunque para esto algunos paguen con sus propias vidas en el mar.

A pesar de que el corto sea de animación, trata de un tema actual: la inmigración ilegal y sus motivos que son profundos y políticos y que deberían ser tratados de manera humanitaria. Por otro lado, los países ricos son los mayores culpables de la miseria en los países pobres.

Además de explotar las riquezas de los países pobres, hace mucho tiempo que impiden la entrada de los inmigrantes. Pero el fenómeno de la inmigración masiva en el futuro, según los expertos en energía, será más grave. El mundo pasará a utilizar las energías limpias, evitando la contaminación por Co2. Lo que afectará a los países productores de petróleo en todo el mundo, aumentando el desempleo y el número de personas que buscarán nuevas oportunidades en otro país.

En mi opinión, el cortometraje, de una manera bien humorada, a través de su protagonista principal “Said” hace una crítica a la política de inmigración de los países ricos que cierran las puertas de entrada para los inmigrantes sin papeles y por otra parte revela la decepción de los ilegales que antes de entrar en el referido país soñaban con las oportunidades y, en la mayoría de los casos, el sueño se convierte en pesadilla.

Jorge Martins de Almeida
  


Ver este corto me ha llevado a la siguiente reflexión: ¿Cómo algo producido hace ocho años puede, todavía, estar tan conectado a la realidad de miles y miles de personas? Y la respuesta que me ha venido a la mente es muy sencilla, o sea, este cortometraje es actual porque durante todo este tiempo no ha sido hecho nada para mejorar o cambiar las condiciones de vida de las personas que sufren con las guerras, con el hambre y con la falta de oportunidades, algo que seguro les proporcionaría una vida más digna, derecho de todo ciudadano, sea él de donde sea, como así lo establece la ONU al referir la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Preámbulo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: “La libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad inherente a todos los miembros de la familia humana y de sus derechos iguales e inalienables.”

Infelizmente, las noticias que se ven en la prensa mundial muestran que “esos Derechos” no son respetados por los gobiernos tiranos que, pensando solamente en el poder, imponen a la gente condiciones de vida tan difíciles que lo único que les queda por hacer es ilusionarse con una vida mejor, lejos de los problemas de su país, llevándolos a enfrentar un viaje que puede quitarles la vida, así como ya ocurría en 2007 y como todavía ocurre en la actualidad.

Mientras veía el corto, más concretamente las escenas en las que los muñecos de niños muertos cantaban, pensé en Aylan Kurdi, el niño sirio de 3 años que fue encontrado muerto en una playa de Turquía tras el naufragio de dos barcos de refugiados que iban a la isla griega de Kos, y de inmediato pensé en la Declaración Universal de los Derechos del Niño que proclama:

“El derecho a la igualdad, sin distinción de raza, religión o nacionalidad; a tener una protección especial para el desarrollo físico, mental y social del niño; a un nombre y a una nacionalidad desde su nacimiento, a una alimentación, vivienda y atención médicos adecuados; a una educación y a un tratamiento especial para aquellos niños que sufren alguna discapacidad mental o física; a la comprensión y al amor de los padres y de la sociedad; a actividades recreativas y a una educación gratuita; a estar entre los primeros en recibir ayuda en cualquier circunstancia; a la protección contra cualquier forma de abandono, crueldad y explotación; a ser criado con un espíritu de comprensión, tolerancia, amistad entre los pueblos y hermandad universal.”

En suma, se puede decir que el corto refleja un problema mucho mayor de lo que se puede pensar y que está lejos de que se termine, sobre todo mientras el ser humano siga cerrando los ojos a las atrocidades cometidas por los hombres que no respetan las leyes, que imponen su voluntad a través de la fuerza y de la violencia, que le quitan a su gente, pero máxime a sus niños, el Derecho a una vida digna, que les quitan su derecho a la vida.

Cristiane Guerreiro

Consultas bibliográficas:
<http://www.humanium.org/es/declaracion-1959/>: Acceso el 07/10/15

3 comentarios:

  1. Estas reflexiones son tan bellas como necesarias... abrir los corazones a los movimientos migratorios es más necesario que nunca. Felicidades a todos los alumnos que dejaron aquí su huella en forma de palabras!!

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  2. El corto metraje “El viaje de Said” nos muestra con mucha sensibilidad y poesía los sentimientos e imaginación de quien se queda en su país mientras un ente querido de su familia emigra para otro lado. Es un tema actual y que ha vuelto a estar en boga en Brasil. Si nuestra Historia está hecha de la génesis multicultural, es verdad que desde los años 80 no recibíamos a tantos inmigrantes como ahora. El sociólogo brasileño Gilberto Freyre afirmaba que nuestro país es una invención de los portugueses. Pasado casi medio siglo, desde los trabajos de Freyre, se puede afirmar que la identidad brasileña es una narrativa sin término. ¡Que vengan los haitianos, sirios, senegaleses y otros!


    Tiara Vaz

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  3. Enhorabuena a todos. Me he encantado con los textos, muy buenos, nos ayuda a inspirarnos mucho más. Seguramente escribiremos textos mejores cada día.

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