El primer
paso dado en clase fue dedicarle unos minutos a ver este delicado y cuidado
cortometraje de animación del director Coke Rioboo:
Después
llegaron todas estas bellas palabras que me enorgullece compartir aquí:
Forma
parte de nuestra naturaleza, como seres humanos, el querer buscar lo que
pensamos ser lo mejor para nosotros y nuestros seres queridos. Cuando pensamos
tener tan poco, viviendo en un mundo con tanta abundancia, lo esperado es que
se crea justo y correcto que esa abundancia sea compartida con todos. Y en esta
búsqueda por justicia, pocas veces conseguimos ver –de antemano– el alto precio
que el mundo nos hará pagar por el coraje de empezar esa jornada.
Said no
posee mucho. No tiene cosas caras, no vive con confort, no conoce a nadie, más
allá de los alrededores de su casa tan sencilla, cerca de la playa. Juega
solamente con las cosas que encuentra por su camino e imagina todo el mundo de
cosas nuevas y diferentes que pueden existir mundo afuera. Otro mundo que su
padre fue a buscar cuando se marchó de allí. Como el padre de Said, otros
millares se marcharon y se siguen marchando, diariamente.
Nosotros
todos conocemos esas historias. Historias de gente que tuvo éxito en esa jornada.
Inmigrantes que buscaron, lucharon, cayeron muchas veces y se levantaron otras
tantas, en lugares donde su lengua y sus costumbres no eran conocidas ni
tampoco respetadas. Pero vencieron. Conquistaron lo que fueron a buscar.
Todos
también conocemos muchas otras historias que no tuvieron finales felices porque
para que unos ganen un poquito es preciso que otros lo pierdan. Y eso no es tan
fácil.
Said echa
de menos a su padre. El niño no sabe dónde está su padre, pero sus corazones
siguen entrelazados. Esa conexión –de amor– no se supera por la distancia. Es
un sentimiento, una energía mucho más poderosa que la fuerza de millares de
kilómetros.
Aquella
noche, mientras Said pescaba –como lo hacía casi todos los días– ese amor de
padre le envuelve una vez más. Es como un sueño. Y, en este sueño, Said va a
conocer la devastadora jornada que siguió su padre.
La
jornada empieza con las promesas de una vida nueva, en un lugar nuevo lleno de
colores y sabores. Lleno de música y de sonrisas. ¡Casi una fiesta! ¡Una feria!
Es mucho para quien viene de un lugar tan pobre y ha vivido con tan poco. Es
alucinante para el niño, así que no es difícil de creer que lo mejor es estar
allí.
Said está
allí, listo para empezar esta vida nueva, pero él enseguida descubre que: no,
él no debería estar allí. El no pertenece a aquel lugar. Aquella no es su gente
y –¡qué sorpresa!– esa gente no lo quiere por allí. Esa gente que posee tanto
para compartir, no quiere hacerlo.
Pero lo
peor está por venir porque Said pronto descubre que si no encuentra lo que
esperaba al llegar es, en verdad, una “suerte” que otros millares no tuvieron y
no tendrán. Otros millares van a morir intentando llegar. La jornada es más
lejana, más peligrosa, más violenta y más desafiante de lo que imaginaban.
Tantos vecinos, amigos, compatriotas o desconocidos, viejos y jóvenes, mueren
intentándolo. Percibir eso le parte su corazón. Incluso por saber que los pocos
que llegan con vida, encontrarán el desprecio, el prejuicio y la falsa idea de
oportunidad.
Esa es
una verdad muy dura para los niños, pero el amor de un padre por su hijo no lo
puede proteger de esos peligros si no le cuenta la verdad. Esa noche, Said pudo
ver a través de los ojos de su padre, para que no tuviera que ver con los suyos
propios. El amor lo llevó en un sueño y lo trajo de vuelta en una pesadilla,
para salvarle.
Said
tendrá la oportunidad de elegir su camino. Es posible que siga creyendo en la
promesa de la “tierra de las oportunidades” y quiera buscarla un día. Pero es
posible, también, que Said descubra que la cosa más importante que se puede
poseer, él ya la tiene dentro de su corazón: el amor. En este caso, es probable
que Said nunca tenga muchas cosas materiales, pero entiende y acepta que las
cosas sencillas que posee tienen un valor inestimable y arriesgarse a perderlas
no será una opción.
Lo “poco”
de Said aun es mucho para mucha gente. Millares de personas por todo el mundo
no tienen nada para comer o agua para beber. Para esos, la difícil y peligrosa
jornada vista por Said no es una opción, y sí la única posibilidad de
supervivencia. Al riesgo de morir intentándolo se contrapone la única chance de
vivir. No se busca conforto o conquistas, se busca supervivencia.
Yo no
conozco a Said y, por cierto, ninguno de vosotros lo conoce, pero vemos
millares de Said y a sus padres diariamente por la tele: intentándolo,
buscando, muriendo. ¿Cuándo percibiremos que esta realidad pertenece a todos,
que estamos todos envueltos en el problema y que la solución depende de que
aceptemos nuestra obligación de compartir? No porque sea un favor a alguien,
pero sí porque no somos dueños de nada, todo lo que tenemos nos es prestado para
una vida y es nuestra responsabilidad hacer de esta vida la mejor para todos.
Mariana Boeing
El
cortometraje “El Viaje de Said” es de un buen gusto y una sensibilidad
increíble. Con su colorido nos hace vivir un sueño que al final se vuelve
pesadilla.
Said es
un niño que vive de manera humilde con su madre y, en un momento de placer
mientras pesca, hace un viaje donde entra en un mundo desconocido pero que, al
mismo tiempo, todos lo desean.
En un
primer momento, el nuevo mundo se muestra lleno de oportunidades y atracciones,
y aunque pese a las dificultades de la lengua extranjera sea posible la
comunicación, no todo es maravilloso.
Al final
de su viaje, Said se dio cuenta de que no es fácil seguir adelante, pues las
dificultades son muchas y ve sus proyectos truncados y sus esperanzas hundidas.
El
cortometraje hace una mención al proceso migratorio que, sin duda, es la única
esperanza de las personas que sueñan con el cambio de su propia vida y el de su
familia, junto con el de la tierra prometida.
Maria
do Carmo Palmeira da Silva Pereira
Las
personas hacen cambios motivadas por fuerzas que son desconocidas. Algunos
cambios son realizados por fuerzas mayores traídas por la vida, como la
necesidad de trabajar, de estudiar, pero no estoy refiriéndome a estos cambios
sino a aquellos que nacen de los sueños. Sueños que ocurren en nuestras cabezas
y corazones y que nos mueven hasta lo desconocido, motivados por nuestros
deseos y búsquedas más ocultas.
Forma
parte del hombre esa cosa, esa fuerza de buscar algo siempre, a veces algo
desconocido que despierta miedo y desespero, aunque la curiosidad y la pasión
normalmente sean más grandes y fuertes de modo que uno se deja llevar.
La
descubrimiento delo nuevo es algo mágico para muchos y llegar hasta ese punto
te hará pensar si sigues viviendo o durmiendo. ¿Qué es sueño, qué es realidad?
Este es
un poco del contexto del cortometraje, donde el niño Said experimenta las
emociones contradictorias de la realidad de la partida de su padre y sigue
buscándolo por un mundo totalmente nuevo, que en realidad vive en su cabeza.
Muy profundo, muy real. ¡Vale la pena!
Keylla Saes
Pueblos,
personas que salen de sus tierras natales para vivir en otros sitios o países,
tendrán que tener motivaciones fuertes y valor para hacerlo.
Hace más
o menos 70 años que empezó la migración del nordeste de Brasil hacia São Paulo.
Venían en camiones precarios llamados "pau de arara", se escapaban de
la miseria, del hambre y, principalmente, del régimen de esclavitud de los
"Coroneles". En esa época yo
tenía 11 años de edad, cuando fui amenazado, por un hombre de esta región, con un cuchillo. Él quería dinero, creo que
el pobre estaba hambriento.
Mi
abuelo, que también se llamaba Paschoal, vino de Italia a Brasil, a priori solo
para mejorar sus condiciones de vida y, después de conseguirlo, trajo a su
familia.
Los
pueblos, masacrados por sus gobernantes tiranos, se quedan con una sola opción,
o sea, irse de sus países buscando
otros, corriendo grandes riesgos para sus vidas. Esto ocurre hoy con los
inmigrantes del norte de África y de Siria, que migran para Europa.
También
están los inmigrantes científicos, aquellos que no tienen apoyo en su país del
Tercer mundo y van en búsqueda de países que le dan condiciones de estudiar
mejor y hacer encuestas.
Los
inmigrantes tienen en común un gran impulso para sobrevivir, con una fuerza
vital permanente que no les permite pensar en conformarse o en rendirse a sus
opresores.
Paschoal Pedote
La
relación del hombre con su territorio, la idea de fronteras entre países y la
división del mundo en regiones son temas que necesitan ser repensados en el
siglo XXI y eso lo dicen los acontecimientos más recientes sobre la crisis de
refugiados en Europa.
Pues es
exactamente sobre eso que el cortometraje El viaje de Said nos quiere hacer
pensar, al traer una perspectiva muy particular del inmigrante que pasa a vivir
a España. En forma de sueño, y a través de los ojos de un niño árabe, tal
cuestión es exaltada para el debate con un lenguaje sencillo, pero lleno de
metáforas que, además de hacernos reflexionar, nos hace sentir la delicadeza de
toda la situación vivida por el niño, personaje principal.
Es verdad
que nosotros somos siempre extranjeros, los unos de los otros. Nadie sabe lo
que piensa o lo que siente la mente y el corazón de otra persona. Sin embargo,
el corto nos invita a pensar sobre los comportamientos que adoptamos cuando
recibimos extranjeros en nuestro país y qué condiciones les ofrecemos.
Igualmente, El viaje de Said nos enseña a valorizar el hogar donde vivimos y
crecimos, aunque esté lleno de problemas, pues es el sitio donde siempre
estarán nuestras raíces.
En
añadidura, hay que tener en cuenta todavía que la Globalización –fenómeno económico,
social y cultural en expansión desde el siglo XX– nos ha conectado a todos de
un modo jamás antes conocido en la Historia, así que no se nos permite más una
mirada exclusiva hacia los problemas internos de nuestro país. No cuidar de los
inmigrantes y no ofrecerles condiciones razonables de vida puede convertirse,
en el futuro, en un problema mucho más grande que una mera cuestión migratoria.
Rafaela Caldeira Gonçalves
Es un
cortometraje lleno de simbolismos sobre el dilema humano de la idealización de
la felicidad y del deseo de una vida o condición mejor; por otro lado, presenta
la seducción de un nuevo mundo, aparentemente feliz, lleno de oportunidades y
encantos.
Said,
abandonado por su padre, que le ha dejado una pulsera como un recuerdo antes de
partir, es un chaval que vive con su madre en una vivienda muy simple, en un
lugar desértico, junto al océano. Aparentemente sin mucha motivación, a causa
de lo que le rodea, y siempre en silencio, solo o jugando con una lata, Said
coge su caña y va a pescar. Mientras está sentado a la espera de lograr
capturar un pez, en aquel entorno “bucólico”, algo ocurre. Es trasladado,
cruzando el océano al vuelo, a un parque de diversiones, donde ocurren varias
situaciones hasta el momento de su vuelta a casa.
Justo en
toda esta trama, la construcción de toda la historia está basada en situaciones
que nos invitan a reflexionar, transmitiendo un mensaje simbólico, haciendo que
nos cuestionemos si nuestros deseos, al intentar hacerlos realidad, serán tan
agradables, fáciles y placenteros como en el campo de la imaginación.
Al volar
a través del océano, simbólicamente conducido por un neumático, llega a otra
tierra donde encuentra un parque de diversiones, algo extremadamente atractivo,
y al entrar encuentra todo un mundo de magia. Fascinado, camina por esta nueva
tierra encantada y al encontrar una atracción para lanzar pelotas, ya se coloca
ante los primeros desencantos de su idealización, pues tendrá que derrumbar los
muñecos que representan a los personajes estereotipados de toda sociedad; por
otro lado, al sonido de una música de fondo que esta atracción tocaba,
consiguió derribar a casi todos, menos al último que parece representar a un
empresario o político, mantenedor del sistema capitalista.
Al salir
de esta tentativa de desplome de estereotipos, intenta coger algo parecido a un
bocadillo para comer, pero es duramente reprendido por la dependienta, que no
le permite comérselo sin pagarlo, percibe de una manera dura que esta nueva
realidad tiene otras reglas sociales y leyes que la rigen.
La parte
más emblemática es cuando entra en la gruta de una atracción, en un barquito,
un lugar en principio oscuro y aterrador, pero al continuar aparecen personajes
(muñecos) saliendo de ataúdes y cantando: “Te manda enseguida al fondo” (cantan
al “mar océano”). Además de estos cajones, también hay baúles llenos de
tesoros. Estos muñecos se parecen mucho a los de la etnia a la que pertenece
Said, tal vez moros que cruzaron el océano detrás de un sueño, y de los baúles
de falsa riqueza los personajes van siendo lanzados al fondo, como refleja el
estribillo cantado.
Tras esta
aventura en el parque de diversiones, Said vuelve a playa donde estaba
originalmente y se encuentra consigo mismo. El Said real, sentado y “durmiendo”
ante la inmensidad, que es “despertado” por el etéreo Said que lo llamaba
insistentemente por su nombre. Al “despertarse”, como volviendo de un viaje
transcendental, logra capturar su pescado y vuelve a casa, su senda inicial, de
una manera alegre y optimista.
Por
consiguiente, tenemos siempre que perfeccionar, mejorar y evolucionar en la
vida. Aceptar nuestra condición, entorno y cultura es el mejor camino para no
caer en las trampas de la vida. Siempre pensamos o creemos que la vida ajena es
mejor que la propia, que el césped del vecino es más verde, pues siempre vemos
el exterior y esto no es suficiente para analizar la complejidad global de una
situación. Así como la atracción de muñecos estereotipados que tocaba una
canción seductora, “mundo de color, ciudad hermosa, es tu oportunidad, buena
suerte”, quizá la felicidad no esté a kilómetros de distancia, y sí a una
distancia mucho menor de lo que pensamos, que esté en nuestra casa, en nuestra
familia y amigos o, mejor aún, en nuestro propio corazón.
Cláudio Rezende
La ONU, a
través de los artículos primero y segundo de la Declaración Universal de los
Derechos Humanos, asevera que:
“Todos
los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como
están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los
otros. Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta
Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión,
opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición
económica, nacimiento o cualquier otra condición.”
Las
palabras de arriba son un salvoconducto, para que cualquier persona pueda
ejercer su capacidad de soñar. Soñar con mejores condiciones de vida, tener
mayor confort material, profesar su religión, ejercitar sus convicciones
políticas, sentir orgullo de su raza y color. En resumen, ser libre, vivir a
salvo de persecuciones de cualquier tipo u orden.
Casi
siempre la alternativa disponible es inmigrar. Los movimientos migratorios
forman parte del comportamiento humano desde que los primitivos, al extinguir
sus reservas de caza, partieron en búsqueda de sitios más prometedores. Lo más
emblemático de estos movimientos fue la salida de los judíos de Egipto,
episodio que pasó a ser conocido como El Éxodo.
Cambiar
de país remite a convivir entre dos universos paralelos. El primero regido por
la esperanza de una vida mejor. El segundo regido por los prejuicios de la
población nativa. Esta dualidad es retratada de manera sencilla, no obstante
poética, en El viaje de Said. En esta pieza de animación, se vislumbran estos
dos universos en todos sus matices. Para un inmigrante, el encantamiento y la
magia iniciales van, poco a poco, cediendo espacio a la aspereza y al rigor de
las nuevas costumbres, que deben ser adoptadas como si fueran las suyas propias.
Pero hay
que perseverar. Cambiar de país no significa garantizar un total aislamiento de
los problemas. Al revés, garantiza la oportunidad de una reanudación. Absorber
una nueva cultura, sin olvidar la suya; dominar una nueva lengua, sin dejar de
platicar la suya, permiten alcanzar una vida nueva, llena de desafíos y
recompensas.
Creo que
Brasil es un ejemplo icónico de un país formado por inmigrantes, sea por
aquellos que para acá fueron traídos en la condición de cautivos o por aquellos
que eligieron esta tierra como su segunda patria. Sin duda, no seríamos un país
tan rico culturalmente, sin esta mezcla única de pueblos que nos hace ser quien
somos.
José Antônio
En este
corto, Said muestra cómo muchos inmigrantes tienen una vida dura, que trabajan
como mulas, que están cansados de su modo de vivir, pues la rutina se ha
apoderado de sus vidas, pero él tiene un sueño.
Said
sueña con vivir en un lugar donde pueda estar libre, tener una vida mejor,
entonces embarca en su sueño hacia España y, al llegar, Said se encanta con un
mundo bello, lleno de colores, donde todo es perfecto, un mundo con el cual
siempre había soñado. Sin embargo, Said como tantos otros inmigrantes empieza
una lucha por adaptarse en ese nuevo país, pues necesita conocer las reglas y
respetarlas, tiene que aprender a comportarse como los demás, tiene que
trabajar para ganar dinero, pero todavía es muy difícil conseguir empleo con la
crisis que vive España (idea que actualiza el valor temporal del cortometraje).
Said conoce la dureza de las grandes ciudades y sus problemas, tales como la
falta de seguridad. El mundo de colores no le parece más tan atractivo, por
estar solo; lejos de su casa y de su familia, los problemas se vuelven aún
mayores.
Entonces,
como muchos inmigrantes, Said percibe que no hace falta un mundo de colores,
donde la vida pasa como un cometa, sino vivir cerca de su familia, de los
problemas que conoce bien, y después de tanto sufrir, como tantos otros, se da
cuenta de que el mejor lugar del mundo siempre estuvo cerca de él. Vuelve a su
casa para disfrutar del amor de su mamá y de la seguridad de un mundo conocido.
Fernando Liguori
En una
playa vive el pequeño Said, aislado de
toda la tecnología del mundo moderno, bajo los cuidados de sus padres; pero un
día Said cruza el estrecho y, al otro lado, conoce el país de las oportunidades
y también descubre que el mundo no es tan maravilloso como le habían contado.
Said, en
su viaje, ha visto hechos negativos, como inmigrantes sin papeles, sin dinero,
buscando las “oportunidades ofrecidas” a través de la fantasía de los
personajes del folclore español.
El
cortometraje relata rápidamente la búsqueda difícil de aquellos que desean una
vida mejor en otro país, aunque para esto algunos paguen con sus propias vidas
en el mar.
A pesar
de que el corto sea de animación, trata de un tema actual: la inmigración
ilegal y sus motivos que son profundos y políticos y que deberían ser tratados
de manera humanitaria. Por otro lado, los países ricos son los mayores
culpables de la miseria en los países pobres.
Además de
explotar las riquezas de los países pobres, hace mucho tiempo que impiden la
entrada de los inmigrantes. Pero el fenómeno de la inmigración masiva en el
futuro, según los expertos en energía, será más grave. El mundo pasará a
utilizar las energías limpias, evitando la contaminación por Co2. Lo que
afectará a los países productores de petróleo en todo el mundo, aumentando el desempleo
y el número de personas que buscarán nuevas oportunidades en otro país.
En mi
opinión, el cortometraje, de una manera bien humorada, a través de su
protagonista principal “Said” hace una crítica a la política de inmigración de
los países ricos que cierran las puertas de entrada para los inmigrantes sin
papeles y por otra parte revela la decepción de los ilegales que antes de
entrar en el referido país soñaban con las oportunidades y, en la mayoría de
los casos, el sueño se convierte en pesadilla.
Jorge Martins de Almeida
Ver este
corto me ha llevado a la siguiente reflexión: ¿Cómo algo producido hace ocho
años puede, todavía, estar tan conectado a la realidad de miles y miles de
personas? Y la respuesta que me ha venido a la mente es muy sencilla, o sea,
este cortometraje es actual porque durante todo este tiempo no ha sido hecho
nada para mejorar o cambiar las condiciones de vida de las personas que sufren
con las guerras, con el hambre y con la falta de oportunidades, algo que seguro
les proporcionaría una vida más digna, derecho de todo ciudadano, sea él de
donde sea, como así lo establece la ONU al referir la Declaración Universal de
los Derechos Humanos.
Preámbulo
de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: “La libertad, la justicia
y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad inherente
a todos los miembros de la familia humana y de sus derechos iguales e
inalienables.”
Infelizmente,
las noticias que se ven en la prensa mundial muestran que “esos Derechos” no
son respetados por los gobiernos tiranos que, pensando solamente en el poder,
imponen a la gente condiciones de vida tan difíciles que lo único que les queda
por hacer es ilusionarse con una vida mejor, lejos de los problemas de su país,
llevándolos a enfrentar un viaje que puede quitarles la vida, así como ya
ocurría en 2007 y como todavía ocurre en la actualidad.
Mientras
veía el corto, más concretamente las escenas en las que los muñecos de niños
muertos cantaban, pensé en Aylan Kurdi, el niño sirio de 3 años que fue encontrado
muerto en una playa de Turquía tras el naufragio de dos barcos de refugiados
que iban a la isla griega de Kos, y de inmediato pensé en la Declaración
Universal de los Derechos del Niño que proclama:
“El
derecho a la igualdad, sin distinción de raza, religión o nacionalidad; a tener
una protección especial para el desarrollo físico, mental y social del niño; a
un nombre y a una nacionalidad desde su nacimiento, a una alimentación,
vivienda y atención médicos adecuados; a una educación y a un tratamiento
especial para aquellos niños que sufren alguna discapacidad mental o física; a
la comprensión y al amor de los padres y de la sociedad; a actividades
recreativas y a una educación gratuita; a estar entre los primeros en recibir
ayuda en cualquier circunstancia; a la protección contra cualquier forma de
abandono, crueldad y explotación; a ser criado con un espíritu de comprensión,
tolerancia, amistad entre los pueblos y hermandad universal.”
En suma,
se puede decir que el corto refleja un problema mucho mayor de lo que se puede
pensar y que está lejos de que se termine, sobre todo mientras el ser humano
siga cerrando los ojos a las atrocidades cometidas por los hombres que no
respetan las leyes, que imponen su voluntad a través de la fuerza y de la violencia,
que le quitan a su gente, pero máxime a sus niños, el Derecho a una vida digna,
que les quitan su derecho a la vida.
Cristiane Guerreiro
Consultas bibliográficas:
<http://www.humanium.org/es/declaracion-1959/>: Acceso el 07/10/15
Estas reflexiones son tan bellas como necesarias... abrir los corazones a los movimientos migratorios es más necesario que nunca. Felicidades a todos los alumnos que dejaron aquí su huella en forma de palabras!!
ResponderEliminarEl corto metraje “El viaje de Said” nos muestra con mucha sensibilidad y poesía los sentimientos e imaginación de quien se queda en su país mientras un ente querido de su familia emigra para otro lado. Es un tema actual y que ha vuelto a estar en boga en Brasil. Si nuestra Historia está hecha de la génesis multicultural, es verdad que desde los años 80 no recibíamos a tantos inmigrantes como ahora. El sociólogo brasileño Gilberto Freyre afirmaba que nuestro país es una invención de los portugueses. Pasado casi medio siglo, desde los trabajos de Freyre, se puede afirmar que la identidad brasileña es una narrativa sin término. ¡Que vengan los haitianos, sirios, senegaleses y otros!
ResponderEliminarTiara Vaz
Enhorabuena a todos. Me he encantado con los textos, muy buenos, nos ayuda a inspirarnos mucho más. Seguramente escribiremos textos mejores cada día.
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