Crítica cinematográfica: "LA DEMORA"

La demora, película uruguaya del año 2012, es un drama dirigido por el mexicano, nacido en Uruguay, Rodrigo Plá, y seleccionado para componer la lista de candidatos a mejor filme de lengua extranjera, para la 85ª Premiación del Oscar. Además, tiene en su elenco a los excepcionales actores Roxana Blanco, como María, y Carlos Vallarino, como Agustín; personajes centrales de esta trama. En verdad, las estupendas actuaciones de los dos fueron el motivo del reconocimiento de la cinta en varios festivales de cine, entre ellos, la Muestra de Cinema Latinoamérica de Catalunya, la Berlinale, en Alemania, y la LAFF, en Holanda; eso sin contar con las seis nominaciones para el "Ariel" de México.

Este drama familiar, que sitúa al espectador en Montevideo, muestra el atardecer de la vida para Agustín –un señor que vive con una de sus hijas y que depende de ella, ya que tiene Alzheimer y no consigue más realizar las cosas mínimas de lo cotidiano. De otro lado, ejemplifica la pesada rutina de María –mujer de mediana edad– que trabaja mucho para conseguir cuidar de sus hijos y hacerse cargo sola de su padre, a quien sabe que no le ofrece las condiciones que su estado de salud necesita. 

Al matizar esta relación sobre la vida, entre padre e hija, por medio de las perspectivas de estos dos personajes, el director y el guionista nos hacen cuestionarnos las miserias cotidianas que resultan de modelos sociales como los que predominan en América Latina, sin exagerar en el tono o en las secuencias de los hechos, dejando el espacio necesario para que lleguemos a nuestras propias conclusiones. 

La soledad de María, quien se ve sin la ayuda de nadie, en especial del gobierno, que rechaza su petición de ingresar a su padre en una institución apropiada para mayores, así como la nostalgia de Agustín, que busca rescatar al hombre que en un tiempo pasado fue para no perder el sentido de pertenencia, son también temas que dialogan con el Montevideo gris, lluvioso, oscuro y nocturno, trayendo para los escenarios el peso del sufrimiento de los propios personajes, como si pudiera así compartirlo todo con el espectador. 

La mirada que nos propone la película –en especial por su dirección de fotografía– hace que nos preguntemos sobre las elecciones de nuestras vidas y los inviernos que enfrentamos en nuestras caminatas. Sin embargo, también nos hace creer que, más allá de cualquier sufrimiento que a uno le pueda sobrevenir, está siempre la fuerza del amor, cuando lo que está en juego es la familia. 

Rafaela Caldeira Gonçalves