Crítica cinematográfica: "ANINA"

Desde hace mucho que las animaciones no solo atraen la atención de los niños, sino que despiertan también el interés del público adulto. No es diferente con la película "Anina", el largometraje que Uruguay seleccionó como candidato para representar al país en los Óscar 2013, en la categoría de mejor película extranjera.

Dirigido por Alfredo Soderguit, el film está basado en el libro "Anina Yatay Salas", de Sergio López Suárez, y nos presenta a Anina, una niña de diez años a quien no le gusta su nombre, compuesto por 3 palíndromos –palabras que se leen igual de ida y de vuelta. En realidad, no es que odie su nombre, al igual que a su papá, a ella también le encantan los palíndromos; el problema es que le hacen chistes en la escuela. A causa de ello, un día Anina se pelea con una compañera en el recreo y recibe de la directora un castigo misterioso. Se ve entonces envuelta en un lío que pone al revés su universo de niña, lo que nos permitirá acceder a su increíble imaginación.

Más allá del drama personal, la película contrapone dos estilos distintos de educación. Uno es vertical y está basado en la primacía de la moral incuestionable y en el aprendizaje con sufrimiento. El otro está más abierto al diálogo, respeta la individualidad de los aprendices y busca caminos alternativos para llevarlos a la reflexión.

La animación obtiene un visual precioso a partir de la combinación singular de técnicas de animación 2D y 3D, con fondo de tonos grises y pasteles. Merece la pena también la genial banda sonora que, además de marcar el ritmo y expresar el estado de ánimo de los personajes en cada escena, constituye el elemento que más claramente conecta la narración con su país de origen.

Al fin, la combinación temática y audiovisual de esta producción resulta en una película a la vez sencilla, delicada y que nos cautivará a todos, niños y adultos.

Roberto Feola