“Hiroo
Onoda nació el 19 de marzo de 1922, en Kamekawa,
prefectura de Wakayama (Japón). Pertenecía a una familia de antiguos Samurais y
su padre había sido un combatiente hasta 1943, momento en el que murió en
batalla, en China. Con 17 años Onoda se fue a trabajar a la compañía Tajima
Yoko en Wuhan (China).
Un año
después, con la mayoría de edad, se alistaría en el Ejército Imperial de
Infantería japonesa. Fue entrenado como oficial
de inteligencia en la Escuela Nakano y el 17 de setiembre de 1944 fue enviado a
la Isla Lubang, ubicada a 75 millas al sudeste de Manila, en Filipinas”.
A los miembros
del Ejército Imperial japonés que luchaban en la Segunda Guerra Mundial se les
instruyó bajo el lema: “No rendirse bajo ninguna circunstancia”. Onoda
llegó a Lubang y se incorporó a la Brigada Sugi el 26 de setiembre de 1944. Las
órdenes de Onoda eran realizar una guerra de guerrillas, contra los
estadounidenses, que estaban listos para invadir la isla, en especial, atacando
el campo aéreo y los muelles, para evitar así que fueran usados por el enemigo.
Sin
embargo, lo que sucedió es que los oficiales en el grupo superaban en rango a
Onoda y le impidieron llevar a cabo su misión. El resultado fue que Estados
Unidos tomó la isla el 28 de febrero de 1945. A todos los efectos, a Onoda se
le ascendió en batalla.
Antes de partir de
Filipinas, el Mayor Yoshima Tanigushi, jefe directo de Onoda, le dijo con claridad:
"Está prohibido terminantemente el suicidio. Puede llevarnos tres años,
puede que sean cinco, pero pase lo que pase, regresaremos para buscarlos. Hasta
entonces, mientras uno de los soldados permanezca vivo esta guarnición seguirá
bajo su mando y operando. Pueden sobrevivir comiendo cocos y, si eso fuera necesario,
vivirán comiendo cocos, pero bajo ninguna circunstancia se rendirán o se quitarán
la vida voluntariamente".
El 28 de febrero de 1945,
las fuerzas estadounidenses invadieron Lubang y arrasaron con las defensas
japonesas. Los soldados de Onoda se dividieron en grupos y se internaron en la
jungla. El grupo de Hiroo Onoda, que tenía en ese momento 23 años, estaba
compuesto por otros tres soldados, el cabo Shoichi Shimada, de 31 años, casado;
el soldado Kinshichi Kozuka, de 25 años; y el soldado Yuichi Akatsu de 23.
En marzo, ante la orden imperial
de rendirse, 41 japoneses depusieron las armas y los restantes lo hicieron el
14 de agosto de 1945. Sin embargo, Onoda no se enteró de esa Orden del Emperador
de deponer las armas y los cuatro hombres que se internaron en la selva sobrevivieron
comiendo cocos, plátanos verdes y, de vez en cuando, matando alguna res de los
rebaños de los lugareños.
Selva en la Isla de Lubang
|
Un día en el que estaban matando una de esas
reses, encontraron un panfleto. Se trataba de un folleto impreso con una orden de
rendición firmada por el general Tomoyuki Yamashita. Habían pasado casi un año
en la clandestinidad y se trataba de la primera prueba que realmente podían dar
por válida.
Onoda y sus hombres leyeron
y analizaron el panfleto y llegaron a la conclusión de que era un truco para
capturarlos. Durante años encontraron otros diversos panfletos, cartas,
periódicos, fotografías e indicios que los inducían a deponer las armas, pero siempre
pensaban lo mismo, que se trataba de trucos para obligarlos a abandonar su
lucha.
Onoda y sus subalternos vivieron
así durante años, atacando a policías y soldados filipinos o realizando
sabotajes. Los campesinos eran atacados también por los cuatro hombres, porque
los consideraban espías o colaboradores. En el transcurso de esas incursiones
falleció un número considerable de personas debido a los ataques de estos
cuatro soldados.
Onoda y sus compañeros
fueron entrenados para sobrevivir en la jungla, pero nada les enseñaría más que
la experiencia de años de lucha clandestina entre aquella enmarañada vegetación.
Por ejemplo, para remendar sus ropas elaboraron agujas con alambres y algodón
de plantas silvestres. Se cepillaban los dientes con las fibras de los árboles
de palma, planta de la cual también extraían el aceite para engrasar las armas
y cuyas hojas, dicho sea de paso, usaban como papel higiénico.
Asimismo, sabían cómo
examinar las deposiciones para determinar si su dieta alimenticia era adecuada.
Se alimentaban de insectos, plátanos, leche de coco y carne de res cuando
podían robarla. Cuando el hecho de comer carne les daba fiebre, aprendieron a contrarrestarla
bebiendo leche de cocos verdes. Con esa dieta se mantuvieron saludables. Para
cubrir sus demás necesidades solían hacer incursiones en las aldeas de los campesinos,
buscando así cosas que pudieran serles útiles.
En septiembre de 1949, el
soldado Akatsu decidió desertar al no soportar más el asedio. Sin decir nada,
de repente un día desapareció dejando a los tres hombres, cosa que a Onoda no
le extrañó porque no confiaba mucho en él. En 1950 Onoda y su mermado equipo
encontraron una nota de Akatsu en la que les decía que había sido encontrado
por tropas filipinas amigas que lo habían acogido cuando abandonó la jungla. La
interpretación de Onoda no le dejaba ninguna duda: Akatsu había sido forzado a
escribir esa nota y, por consiguiente, no debían creerle. A partir de entonces,
continuaron sus patrullas y ataques guerrilleros, pero redoblando las precauciones.
En 1952 llegaría un nuevo aviso. En este caso se
trataba de cartas y fotos de familiares lanzadas desde aviones donde se les
instaba a rendirse. Una vez más, los tres soldados se mantuvieron “fuertes” y
decidieron que era otro truco. En ese mismo año, un
periodista, que no llegó a comunicarse con Onoda, dejó un periódico que sus hombres
encontraron poco después. Era el primer periódico que Onoda leía después de
siete años. El diario tenía una nota sobre las acciones en Lubang y eso le
llevó a interpretarla como que la guerra continuaba.
En 1953, el cabo Shimada fue
herido de bala en una pierna cuando se enfrentaron con unos campesinos. Onoda y
Kozuka lo ayudaron y se internaron en la jungla llevándose al herido. Sin
ningún tipo de equipo médico se las arreglaron para curarlo, pero la
convalecencia duró varios meses. A consecuencia de esa herida, Shimada se
volvió taciturno y precavido en exceso.
Situación de Filipinas |
Al año siguiente, el 7 de mayo
de 1954, se encontraron con una partida de búsqueda en la playa de Gontín. Comenzaron
los disparos y Shimada se puso de pie apuntando el arma, aunque sin dispararla.
Esta acción le costó la vida: una bala le atravesó la frente. El cabo Shoichi
Shimada, el único que estaba casado en el grupo, murió cuando había cumplido
los 40 años. Onoda no entendió por qué Shimada no se cubrió y dejó que lo
mataran de esa forma.
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Pepe Cocodrilo
Consultas bibliográficas y citas:
http://www.exordio.com/1939-1945/personajes/hiroo_onoda.html
http://es.gizmodo.com/29-anos-escondido-en-la-jungla-el-soldado-que-creia-qu-1756569559
http://historiareimilitaris.com/index.php/secciones/blog1/1283-hijapo
http://conoce-japon.com/historia-2/hiroo-onoda/
http://elsecretodezara.blogspot.com.br/2009/02/la-increible-historia-del-militar.html
http://www.nacion.com/ocio/revista-dominical/SAMURAI-ATRINCHERADO-SELVA_0_1392860725.html
http://cdn.blogs.revistagq.com/nadaimporta/wp-content/uploads/2013/06/Codigo-Bushido.pdf
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