En una de sus aventuras, don Quijote avistó a un
caballero a lomos de un caballo y que traía algo muy brillante en la cabeza. Lo
que creyó ver don Quijote era un yelmo, o más específicamente, el yelmo del rey
moro Mambrino que, según leyendas antiguas, era un yelmo de oro (de apariencia
semejante a un "casco" con poderes mágicos) que hacía a su dueño
invencible. Sancho Panza, escudero de don Quijote, incrédulo, no veía más que a
un hombre sobre un asno y que portaba una bacía de barbero. Por casualidad
llovía y, quizás, el hombre no quería más que tapar su sombrero, que debía de
ser nuevo, para protegerlo del agua, como así reza en el Quijote: "Y quiso la suerte que al tiempo que venía comenzó a
llover, y porque no se le manchase el sombrero, que debía de ser nuevo, se puso
la bacía sobre la cabeza, y, como estaba limpia, desde media legua relumbraba"
(QI, Cap. XXI).
Don Quijote vería algo así... |
En una clase de nuestro grupo de C2, mientras discutíamos
acerca del baciyelmo cervantino y de sus orígenes, se nos ocurrió la idea de
crear nuestro propio baciyelmo, para que estuviera disponible para los
visitantes durante las actividades del 23 de abril, día del IV centenario de la
muerte de Cervantes.
La bacía de barbero es un recipiente que se asemeja a un
sombrero, pero que tiene una abertura semicircular en el borde, para que allí
se encaje el cuello (y más antiguamente el brazo o la pierna) del cliente que,
o bien iba a ser afeitado o bien iba a ser sangrado. Hay unas hechas de latón,
otras de loza y la nuestra es ¡de cartón y poliestireno expandido!
En realidad, estas bacías no solo se usaban al principio para los servicios de barbería, sino también para hacer sangrías a un enfermo –
en aquel entonces, siglos XVI y XVII (época de Cervantes) las actividades de
barbero y cirujano estaban relacionadas. Y cómo el padre de Cervantes fue
cirujano, se supone que el escritor conocía con detalle este instrumento de
trabajo, así que es muy posible que de esa experiencia de la infancia obtuviera
la genial idea de inserirlo en la historia de don Quijote, entre otras cosas,
para que fuera un objeto de pelea entre la percepción romantizada de don
Quijote, acerca del mundo a su alrededor, y la visión realista que tenía su
buen escudero de las cosas.
El caballero andante logró, muy pronto y con facilidad,
tomar "el yelmo" del pobre barbero, que se echó a correr de tanto
miedo cuando apenas lo vio cabalgar en su dirección con lanza en mano. Algunos
capítulos después, cuando se reencontraron por casualidad, el barbero acusó a
don Quijote y a Sancho de ladrones y les pidió que se la devolvieran (la bacía),
de donde se retomó la pelea sobre la real esencia del objeto –yelmo o bacía...
¡¡Qué bien lo hemos pasado con ese baciyelmo que Beto ha elaborado!!
ResponderEliminarMuchísimas gracias...
Muy original!! Me encantó!!
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