Península Ibérica – Siglos XI al XIII
Tratar de este tema implica hablar de
las fronteras territoriales entre cristianos y moros, donde había una lucha
armada por la conquista de tierras en la Península Ibérica, que mucho después
se llamarían España y Portugal.
Para allá migraron cristianos, moros y
judíos. Los moros vinieron del norte de África; los cristianos y judíos de
Europa. El estrecho de Gibraltar también fue un territorio geográfico
importantísimo (como así lo demuestran los hechos hasta hoy en día).
Paradójicamente, las civilizaciones
cristianas, moras y judías conocieron también vivencias pacíficas y fructuosas.
Esto se debe a la convivencia existente entre las fronteras de los Reinos de la
Península Ibérica (que llamaremos España) y, también, entre España y el norte
de África. Hubo un desarrollo de la España musulmana, de los fines del siglo X
a XI, y de la España cristiana, de los siglos XI a XIII.
De la cercanía entre cristianos, moros
y judíos resultaron casamientos mezclados de estas tres poblaciones. Lo que
derivó también en una mayor tolerancia religiosa entre estos tres grupos.
En el reinado de Alfonso X, el Sabio,
había un manuscrito con un dibujo del juego del ajedrez donde participaban un
moro y un cristiano. Esto también se veía en sellos conmemorativos,
representando jugadores de ajedrez de razas o pueblos distintos. Son sellos de
Paraguay, Hungría, Yemen Lao y Emiratos Árabes Unidos.
En España fue introducido por los
moros el cultivo de algodón, la caña de azúcar, la mora y el arroz. También
había aparatos para la labranza e ideas prácticas para la irrigación del campo;
la cria de caballos árabes y, en menor número, de cabras y ovejas. En el siglo
XIII se desarrolló la industria textil y surgieron profesiones como panaderos,
zapateros y sastres. En cuanto al comercio: mejoraron los medios de transporte,
surgieron ferias, había comerciantes de lana, de cereales, de vinos, de aceite,
de hierro y de sal. Asimismo, Barcelona introdujo una modalidad de Letras de
cambio.
En cuanto a la cultura: en la España
medieval existía la famosa Biblioteca de Córdoba y la Escuela de Traductores de
Toledo. La Poesía, la Filosofía, las Matemáticas y la Medicina venían ya desde
los moros y se sumaban ahora a los cristianos y a los judíos. La Lengua y la
Literatura castellana surgieron con mucha fuerza, se forjaban entonces como
idioma, y así sucedió también con el gallego, el catalán y el vasco
(euskera/euskara).
En lo tocante a la Arquitectura:
Iglesias, mezquitas, y sinagogas llegaron a tener una buena convivencia y
armonía, poéticamente hablando; fueron -y lo son, las que se conservan hasta
hoy,- construcciones bellísimas.
Por lo tanto, se puede afirmar que fue
esta convivencia entre cristianos, moros y judíos la que resultó al final de
los tiempos en la rica identidad sociocultural de lo que hoy se llama España.
España, en pleno Siglo XXI
Dentro de la Unión Europea, España
sigue siendo un país relativamente tolerante con la inmigración, por lo menos,
hasta hoy. Aunque existan críticas de las organizaciones humanitarias y de
algunos partidos políticos contra la actuación del gobierno español respecto al
tema – como en el control fronterizo en Ceuta y Melilla, no se observa la
existencia de un movimiento político antiinmigración como ocurre en Francia o
Hungría. Tal vez esta posición de España sea el resultado de múltiples
factores, como la memoria reciente de una dictadura de extrema derecha, durante
la cual el país vivió además un importante movimiento de emigración. Más aún,
no se puede olvidar que la fuerte expansión del mercado inmobiliario español en
el inicio del siglo contó, en gran medida, con la mano de obra inmigrante.
Sin embargo, ¿esta supuesta
predisposición española a aceptar bien el fenómeno migratorio se concretiza en
una integración efectiva de los inmigrantes al país que les acogió? A mediados
de 2015, la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos)
publicó un amplio informe que presenta diversos indicadores relacionados a la
integración de los inmigrantes en los países miembros de la OCDE y de la Unión
Europea. El resultado fue que España – así como el resto de la OCDE y de la
U.E. en general – todavía tiene mucho que progresar en este sentido.
En España, un ejemplo es el hecho de
que la crisis económica de 2008 afectó al mercado de trabajo de forma distinta
para nativos que para inmigrantes. Según este estudio, en 2012-2013, aunque los
españoles sufrieron con niveles de desempleo tan elevados como un 23%, estas
tasas fueron cerca de un 10% mayores para los inmigrantes, tanto cuando la
comparación se da entre nativos e inmigrantes con menor grado de instrucción,
como en la comparación entre personas con mayor formación académica.
Tasas de desempleo según el lugar de nacimiento, género y grado de instrucción (2012-2013) |
Otros indicadores del grado de
integración utilizan una perspectiva más subjetiva, obtenida por medio de
encuestas dirigidas a inmigrantes y nativos.
En 2012, más del 80% de la población
española tenía la percepción general de que su ciudad o región de residencia
era un buen lugar para los inmigrantes, lo que está bastante por encima del
promedio observado en la U.E.
Porcentaje de la población que considera su ciudad
o región de residencia un buen lugar para los inmigrantes (2012)
|
No obstante, uno de cada seis
inmigrantes se consideraba parte de un grupo que sufría o había sufrido
discriminación respecto a su etnia, nacionalidad o raza, lo que es incluso
mayor que el promedio observado en la Unión Europea.
Inmigrantes – Percepción de discriminación (2002-2012) |
Una consideración importante acerca de
las informaciones aquí presentadas es que ellas están muy relacionadas con el
proceso migratorio que ocurrió en la década de 2000 y en los primeros años de
la década actual, es decir, son anteriores al agravamiento de la crisis
migratoria actual, así que hoy es probable que la percepción sobre este hecho,
tanto de nativos como de inmigrantes, haya cambiado.
El informe producido por la OCDE sobre
la integración de los inmigrantes es muy amplio y trae innúmeros indicadores
más relacionados con diversas áreas como el mercado laboral, la educación, la
salud, la participación cívica o la cohesión social, y su análisis detallado
puede convertirse en una poderosa herramienta para que gobiernos e
instituciones puedan mejorar esta integración, lo que acabaría por ser positivo
no solo para los inmigrantes, sino también para los países de acogida como un
todo.
Sin embargo, al realizar una primera
lectura de la situación actual, a partir de algunos de los indicadores
presentados, se podría decir que, aunque España es un país cuya historia
antigua y reciente está marcada por diversos movimientos migratorios, esto
todavía no ha resultado en una mayor capacidad de integración de los
inmigrantes en comparación al resto de la Unión Europea.
El paso de los siglos es lo que permite la obtención del distanciamiento
necesario para que se puedan enumerar los puntos positivos de un proceso
histórico tan complejo y turbulento como suelen ser los movimientos
migratorios. No es lo que ocurre para los hechos recientes, en los
cuales se evidencian a menudo la intolerancia, la desigualdad de oportunidades
y la dificultad de adaptación al nuevo país.
Paschoal Pedote y
Roberto Feola Lopes da Silva
Excelente trabajo, con una visión curiosa y amplia. Enhorabuena!!
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