Después de haber ido a Montevideo en mi primer viaje de vacaciones sola, hecho que se convirtió en una experiencia fantástica (pincha aquí para saber más), me di cuenta de que podría hacer lo mismo si fuera a España para quedarme allí por unos meses. Aquellos 4 días en la región de La Plata me incentivaron a planificar un viaje a medio plazo, lo que nunca había hecho hasta entonces, ni en viajes por trabajo ni cuando estaba de vacaciones.
Aunque mi primera idea era la hacer un curso de preparación para el examen DELE del nivel C2, también pensé en otras opciones. Pero siempre que empezaba a buscar cursos, lo dejaba para otro momento. El hito que me hizo moverme hacia la completud de este reto fue un comentario de mi dentista, quien me cuestionó si yo no viajaría más en julio. Así que me vi procrastinando, nuevamente, algo importante, y como resultado decidí comprar los billetes de avión en aquel mismo día. No hace falta decir que fueron horas eligiendo los destinos y las combinaciones más baratas, tanto que la primera vez que compré los billetes seleccioné la fecha incorrecta y tuve que cancelarlos.
A continuación busqué los cursos ofertados por instituciones acreditadas por el Instituto Cervantes, pero calculé que 8 semanas de clases me costarían muy caras. De esa forma, reduje mi plan para un mes de curso específico para el DELE y dos semanas en otro sitio para tener un curso regular, que serviría de preparación para el primero. Como resultado, me matriculé en un curso de 10 días en la Universidad de Málaga -también había considerado inscribirme en otro curso de 2 meses, ofrecido por las Universidades de Málaga y Madrid en conjunto, lo cual me pareció interesante, sin embargo eso era incompatible con el periodo de mi estadía. Igualmente estudiaría las cuatro últimas semanas en escuelas de Barcelona y Madrid, siendo esta última mi ciudad final, puesto que mi vuelo de vuelta saldría de allí.
Cuando estudias una lengua debes ir más allá de la gramática o de las palabras: tienes que conocer la cultura, los pueblos, la historia, los países, etc. Por esto pensé que aprovechar los días sin clases para conocer ciudades nuevas era una forma de interactuar con la cultura y de desarrollar el aprendizaje del español. Una vez conocidas las ciudades de Madrid y Barcelona, las elecciones obvias para las demás semanas de mi estancia serían las ciudades de Andalucía, debido a las playas y a la oportunidad de disfrutar del verano europeo. Así que empezaría mi viaje por Sevilla, después seguiría hacia Málaga, a continuación iría a Valencia, Barcelona y, finalmente, Madrid.
Por fin, necesitaba decidir cómo costearía mi viaje. Por lo tanto, seguí la recomendación de algunos blogs y sitios en Internet que indicaban que llevara euros en efectivo, para evitar el pago de la tasa de impuesto de 6,8% para operaciones con tarjetas de crédito o de débito en el exterior. Estimé los costes según el sitio www.cuántocuestaviajar.com, y compré la cantidad de dinero sugerida después de buscar varias cotizaciones en Internet. Fíjate que las operaciones de cambios incluyen 1,1% del valor total de la compra como impuesto obligatorio en Brasil, y se suele confirmar si existen valores adicionales para que la compra no se convierta en un caballo de Troya. De esa forma, solo pagué con tarjeta aquello que no tenía otro modo de pago, y también utilicé el PayPal para los billetes de trenes de RENFE (Compañía española de trenes) pues mi tarjeta no tenía un registro de verificación doble de seguridad que algunos sitios europeos hacen en operaciones en línea.
España desde el cielo, en mi vuelo |
En resumen, en menos de una semana busqué lo que iba a hacer en las 8 semanas siguientes, compré cosas, reservé otras, hice una cena de despedida con mi familia (padres, hermano, cuñada y sobrinos), fui al cumpleaños de mi tío (donde pude despedirme de mi familia más cercana) y volé a España. Todo pasó tan rápido que no tuve tiempo para pensar en detalles lo que había hecho. ¿Yo que sé? ¡Ahora ya está!
¡Pincha aquí y no te pierdas la próxima parte!
Érika W. O. Fernandes
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