Orfebre y joyero ruso, Peter Carl Fabergé nació en
San Petersburgo, 1846, y murió en Lausana (Suiza) en 1920. De familia de
orfebres y joyeros, inmigrantes y hugonotes, fue educado en la Europa occidental,
aunque comenzó a trabajar en el taller paterno, donde realizó objetos
inspirados en el más genuino gusto ecléctico y, más tarde, influidos por el Art nouveau. Desde 1870 se hizo cargo del
negocio familiar, que logró multiplicar hasta límites impensables.
Primer huevo diseñado por Fabergé
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Rápidamente logró hacerse con una gran reputación
como diseñador. “Sus creaciones, expuestas en la Exposición Panrusa de Moscú de 1882, le valieron la medalla de
oro. Para la Pascua de 1883, el zar Alejandro III le encargó al orfebre la
construcción de un huevo para regalarle a su mujer, la zarina María. El regalo consistió
en un huevo con cáscara de platino que contenía dentro uno más pequeño de oro.
Al abrirse este último, se encontraba una gallina de oro en miniatura que tenía
sobre su cabeza una réplica de la corona imperial rusa. Este particular huevo de Pascua le gustó tanto a
la emperatriz que el zar le pidió a Fabergé que realizara uno nuevo para cada
Pascua".
Desde 1913, con
ocasión del tricentenario de la dinastía Romanov, recibió el nombramiento de Orfebre y Joyero de la corte imperial
rusa, por lo que el nombre de Fabergé quedó ligado a la casa imperial hasta la
revolución de octubre. Para ella produjo los objetos estilo "vieja
Rusia", que han quedado como los más representativos y peculiares del
conjunto de su obra. Tras la guerra, abandonó Rusia y se instaló en Lausana,
donde murió.
Pese a su educación cosmopolita, fue calificado por sus contemporáneos
como “un refinado hombre de campo”. Además de artista, se reveló como un
habilísimo hombre de negocios. Relacionado primero con los zares, en especial
con Nicolás II, conquistó en seguida la estimación de varias
cortes europeas, además de la de acaudalados personajes, como: Leopoldo de
Rothschild. Abrió filiales de su negocio en Odessa, Kiev, Moscú y Londres, y
llegó a emplear en sus dependencias a más de quinientos artesanos, pero en 1918,
la guerra terminó con la gran firma Fabergé.
"Sus diseños fueron concebidos con tanta imaginación y ejecutados con
tanta opulencia, que elevó la joyería hasta un nivel sin igual desde el Renacimiento.
Sus creaciones más famosas son, probablemente, los famosos Huevos
de Pascua imperiales,
verdaderas obras maestras de orfebrería, pero también es vastísima su
producción de joyas y petacas, además de pequeños y variados objetos de oro y
plata, con frecuencia salpicados de piedras preciosas o semipreciosas y esmaltados
en colores vivos".
Sus obras más
importantes son las piezas únicas que diseñó y, en algunos casos, ejecutó por
encargo, pero a su lado se registra una extensísima producción de objetos
menores realizados casi en serie en sus numerosos talleres.
Cuando
se escucha el nombre de Carl Fabergé, lo primero que se nos viene a la mente son
los huevos de Pascua que realizó para los zares rusos, “Los huevos imperiales”,
pero hay mucho más que destacar. Él está considerado uno de los mejores
orfebres de todos los tiempos, no sólo por su maestría, sino también por la
variedad de estilos artísticos que dominó, transformándose en el joyero preferido
de los reyes europeos. En total se calcula que realizó 69 Huevos
imperiales y alrededor de 200 000
objetos más.
Siete
huevos de Pascua fueron encargados por Alejandro Ferdinandovich Kelch, dueño de
minas de oro en Siberia, para su esposa Bárbara. Asimismo, personajes de la
época como Alfred Nobel, los príncipes Yussupov, Duques de Marlborough, entre
otros de categoría no imperial, que suman un total de ocho huevos. Sin embargo,
la colección imperial de huevos de Pascua encargada por los dos últimos zares
rusos es la más famosa.
Entre los
materiales usados por Faberge figuran metales como el oro, platino,
plata, cobre, níquel… que fueron combinados en distintas proporciones con el fin
de conseguir diferentes colores para las “cáscaras” de los huevos. Otra técnica
usada por Fabergé fue la conocida como guilloché,
un tratamiento de grabado superficial sobre metal que consiste en hacer ondas,
estrías o cualquier otro dibujo, de un modo repetitivo y simétrico, se podía
hacer a máquina o a mano. Fabergé se sentía muy orgulloso de que todas las
materias primas que se empleaban en su taller proviniesen de distintas partes de
Rusia. Muchos huevos incluían minerales como el jaspe, la malaquita, el
lapislázuli o el jade.
La fuente
primaria de inspiración de Fabergé venía de trabajos de siglos anteriores. "El esmalte translúcido era una técnica muy valorada en el siglo XIX, que
requería de varias capas de esmalte que se secaba en un horno después de
aplicar cada capa. Sin embargo, durante el siglo XIX se disponía solamente de
una limitada gama de colores, de modo que Fabergé experimentó y pronto aumentó
su paleta de colores hasta lograr más de 140 tonalidades diferentes. El más
apreciado fue el esmalte de ostra, el cual variaba de color dependiendo de la
luz".
Fabergé terminó su vida próspero y célebre, pero
exiliado. El triunfo de la Revolución, en 1917, lo obligó a huir de su país:
para los soviéticos, su arte estaba ligada a los inaceptables lujos de la Rusia
zarista. Su nuevo hogar, Lausana (Suiza), lo vería morir tan solo tres años
después.
Después
de la colección guardada en la Armería del Kremlin, la mayor colección privada
de huevos de Fabergé pertenecía a Malcolm Forbes, formada por nueve huevos y aproximadamente
otros 180 objetos fabricados por Fabergé. La colección que se exhibió en Nueva
York, fue subastada en Sotheby´s, en febrero de 2004, por sus herederos y
adquirida en su totalidad por un oligarca ruso, Victor Vekselberg, por una
suma estimada entre 90 y 120 millones de dólares, antes del inicio de la
subasta. En el año 2011, el magnate ruso prestó su colección para una exposición celebrada en El
Vaticano.
En
noviembre de 2007, el reloj elaborado por Fabergé en 1902 para la familia
Rothschild, fue vendido en subasta en Christie´s, Londres, por 12,5 millones de euros. El
precio alcanzado por el huevo establece tres récords, es el reloj más caro, el
objeto ruso y el objeto de Fabergé más caro jamás vendido en una subasta. La
mayor exposición de huevos de Fabergé tuvo lugar en 1989, en la que 26 huevos
de Fabergé se exhibieron en el Museo de arte de San Diego, como parte del
Festival de las Artes de San Diego.
En suma
En muchas culturas
alrededor del mundo, durante la celebración del domingo de Pascua es tradición
regalar huevos adornados con diseños de colores, ya sean pintados a mano o
envueltos en diversos materiales. Aunque esta costumbre se relaciona con el Cristianismo,
se cree que regalar huevos simboliza vida y fertilidad, una práctica que se
remonta a la época de los faraones en Egipto, así como a la de los reyes de
Persia. Desde entonces, año tras año, amigos y familiares se obsequian
coloridos huevos cocidos o de chocolate que, actualmente, gozan de mayor
popularidad, sobre todo entre los niños.
La realización de huevos de Pascua decorados es un oficio muy antiguo en
Rusia, pero fue Fabergé quien los transformó en un trabajo de orfebrería
excepcional, convirtiéndolos desde entonces en joyas intemporales. Cabe destacar que, gracias al extravagante gusto de
la familia imperial rusa, esta tradición popular se transformó en un arte
valorado que se ha resguardado hasta los días actuales.
Pepe Cocodrilo
Referencias bibliográficas y citas:
http://www.mcnbiografias.com/app-bio/do/show?key=faberge-carl
Sin duda, verdaderas obras de arte en miniatura. ¡Felicidades, Pepe! Siempre instruyéndonos a tu manera.
ResponderEliminarUna pequeña muestra de una época de lujo y requinte, que hoy nos parece distante y sin perspectiva de regreso. No obstante, el arte y la genialidad de Faberget serán un legado para todo el siempre. Gracias por tu visita querida Mafalda.
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