Frankenstein
La
obra literaria más conocida de la autora es Frankenstein
o el moderno Prometeo. Mary Shelley la escribió cuando tenía solamente 19
años, en 1816, cuando fue a pasar el verano junto a su futuro marido y un amigo
en la casa de Lord Byron, en Suiza. Después de algunos reparos en el
manuscrito, el libro fue pronto publicado en 1818. Marcada por la época en la que
fue redactada, es una novela de terror gótico y está considerada la primera
obra de ciencia ficción de la Historia. Además, es un texto del género
epistolar y un modelo de narración enmarcada.
De
ese modo, la narrativa es desarrollada por medio de cartas escritas por el
personaje Robert Walton a su hermana, en las cuales se conoce la historia del
Dr. Víctor Frankenstein y del ser animado que confeccionó en su laboratorio. Así,
en un paralelismo con el mito de Prometeo – un titán que, por robar el fuego (que
es vital para la supervivencia de los humanos) de los dioses para dárselo a los
mortales, fue severamente punido por Zeus – se instaura en la novela el
conflicto entre el creador y la criatura, que termina con la ruina del creador,
marcada por la desolación física y moral de Víctor. También sentimientos y
emociones como prejuicio, injusticia, arrebatamiento y hostilidad demostrados
contra la criatura (que no recibe ningún nombre), que así tiene su ingenuidad y
docilidad corrompidas por la agresividad arbitraria de aquellos que la
encuentran, son temas presentes en la obra.
En
los fragmentos siguientes Frankenstein relata el proceso de su creación:
Uno de los fenómenos que más me atraían era el de la
estructura del cuerpo humano y la de cualquier ser vivo. A menudo me preguntaba
de dónde vendría el principio de la vida. Era una pregunta osada, ya que
siempre se ha considerado un misterio. Sin embargo, ¡cuántas cosas estamos a
punto de descubrir si la cobardía y la dejadez no entorpecieran nuestra
curiosidad! Reflexionaba mucho sobre todo ello, y había decidido dedicarme
preferentemente a aquellas ramas de la filosofía natural vinculadas a la
fisiología.
[…]
Tras noches y días de increíble labor y fatiga,
conseguí descubrir el origen de la generación y la vida; es más, yo mismo
estaba capacitado para infundir vida en la materia inerte.
[…]
Cuando me encontré con este asombroso poder entre
mis manos, dudé mucho tiempo en cuanto a la manera de utilizarlo. A pesar de
que poseía la capacidad de infundir vida, el preparar un organismo para
recibirla, con las complejidades de nervios, músculos y venas que ello entraña,
seguía siendo una labor terriblemente ardua y difícil.
[…]
Recogía huesos de los osarios, y violaba, con dedos
sacrílegos, los tremendos secretos de la naturaleza humana. Había instalado mi
taller de inmunda creación en un cuarto solitario, o mejor dicho, en una celda,
en la parte más alta de la casa, separada de las restantes habitaciones por una
galería y un tramo de escaleras. Los ojos casi se me salían de las órbitas de
tanto observar los detalles de mi labor. La mayor parte de los materiales me
los proporcionaban la sala de disección y el matadero. A menudo me sentía
asqueado con mi trabajo; pero, impelido por una incitación que aumentaba
constantemente, iba ultimando mi tarea.
[…]
Una desapacible noche de noviembre contemplé el
final de mis esfuerzos. Con una ansiedad rayana en la agonía, coloqué a mi
alrededor los instrumentos que me iban a permitir infundir un hálito de vida a
la cosa inerte que yacía a mis pies. Era ya la una de la madrugada; la lluvia
golpeaba las ventanas sombríamente, y la vela casi se había consumido, cuando,
a la mortecina luz de la llama, vi cómo la criatura abría sus ojos amarillentos
y apagados. Respiró profundamente y un movimiento convulsivo sacudió su cuerpo.[1]
Más
adelante, en un dialogo de Frankenstein con el “monstruo” que creó, la criatura
le dice cuánto sufre por ser lo que es:
Todos los hombres odian a los desgraciados. ¡Cuánto,
pues, se me debe odiar a mí que soy el más infeliz de los seres vivientes! Sin
embargo, vos, creador mío, me detestáis y me despreciáis, a mí, vuestra
criatura, a quien estáis unido por lazos que sólo la aniquilación de uno de
nosotros romperán. Os proponéis matarme. ¿Cómo os atrevéis a jugar así con la
vida?
[…]
¿Acaso no he sufrido bastante que buscáis aumentar
mi miseria? Amo la vida, aunque sólo sea una sucesión de angustias, y la
defenderé. […] Doquiera que mire, veo felicidad de la cual sólo yo estoy
irrevocablemente excluido. Yo era bueno y cariñoso; el sufrimiento me ha
envilecido.
[…]
Creedme, Frankenstein: yo era bueno; mi espíritu
estaba lleno de amor y humanidad, pero estoy solo, horriblemente solo. Vos, mi
creador, me odiáis. ¿Qué puedo esperar de aquellos que no me deben nada? Me
odian y me rechazan. [...][2]
Género epistolar
El
género espistolar es una técnica literaria por medio de la cual la historia se
desarrolla a través de cartas escritas por los personajes. Este método era
bastante popular en el siglo XVIII, cuando se desarrolló la narrativa gótica. En
el caso de Frankenstein, la novela
inicia con las cartas enviadas por el personaje Robert Walton a su hermana, en
las que empieza hablando de su expedición náutica al Polo Norte y le relata el
encuentro con el Dr. Víctor Frankenstein. Tal se puede notar en el siguiente
fragmento del comienzo de la obra:
Carta 1
A la señora Saville, Inglaterra
San Petersburgo, 11 de diciembre de 17...
Te alegrarás de saber que ningún percance ha
acompañado el comienzo de la empresa que tú contemplabas con tan malos
presagios. Llegué aquí ayer, y mi primera obligación es tranquilizar a mi
querida hermana sobre mi bienestar y comunicarle mi creciente confianza en el
éxito de mi empresa.
Me encuentro ya muy al norte de Londres, y andando
por las calles de Petersburgo noto en las mejillas una fría brisa norteña que
azuza mis nervios j me llena de alegría. ¿Entiendes este sentimiento? Esta
brisa, que viene de aquellas regiones hacia las que yo me dirijo, me anticipa
sus climas helados. Animado por este viento prometedor, mis esperanzas se hacen
más fervientes y reales. Intento en vano convencerme de que el Polo es la
morada del hielo y la desolación. Sigo imaginándomelo como la región de la
hermosura y el deleite. […]
Esta es la época más favorable para viajar por
Rusia. Vuelan sobre la nieve en sus trineos; el movimiento es agradable y, a mi
modo de ver, mucho más cómodo que el de los coches de caballos ingleses. El
frío no es extremado, si vas envuelto en pieles, atuendo que yo ya he adoptado.
Hay una gran diferencia entre andar por la cubierta y permanecer sentado,
inmóvil durante horas, sin hacer el ejercicio que impediría que la sangre se te
hiele materialmente en las venas. ¡No tengo la intención de perder la vida en
la ruta entre San Petersburgo y Arkángel!
Partiré hacia esta última ciudad dentro de dos o
tres semanas, y pienso fletar allí un barco, cosa que me será fácil si le pago
el seguro al dueño; también contrataré cuantos marineros considere precisos de
entre los que están acostumbrados a ir en balleneros. No pienso navegar hasta el
mes de Junio; y en cuanto a mi regreso, querida hermana, ¿cómo responder a esta
pregunta? Si tengo éxito, pasarán muchos, muchos meses, incluso años, antes de
que tú y yo nos volvamos a encontrar. Si fracaso, me verás o muy pronto, o
nunca.
Hasta la vista, mi querida y excelente Margaret. Que
el cielo te envíe todas las bendiciones y a mí me proteja para que pueda
atestiguarte una y otra vez mi gratitud por todo tu amor y tu bondad.
Tu afectuoso hermano,
Robert Walton[3]
Mary Shelley
Mary
Wollstonecraft Godwin nació en Londres, el 30 de agosto de 1797. Sus padres
fueron los escritores y filósofos William Godwin y Mary Wollstonecraft. Esta
joven escribió cuentos, ensayos, dramaturgia, pero fue más conocida por su
novela gótica Frankenstein o el moderno
Prometeo. Se casó con Percy Bysshe Shelley, con quien tuvo cuatro hijos,
apenas sobreviviendo el menor. Errante, pasó su vida viajando por el continente
europeo, pero falleció en su ciudad natal, el 1 de febrero de 1851, posiblemente
a causa de un tumor cerebral.
Mary Wollstonecraft
La
madre de Mary Shelley nació en Londres, el 27 de abril de 1759, y murió en la
misma ciudad, el 10 de septiembre de 1797. Fue escritora, filósofa y precursora
del feminismo filosófico. Escribió Vindicación
de los derechos de la mujer, obra publicada en 1792 en la cual defendía la
igualdad entre mujeres y hombres, idealizando un orden social asentado en la
razón, pues “hasta que no se eduque a las mujeres de modo más racional, el progreso
de la virtud humana y el perfeccionamiento del conocimiento recibirán frenos
continuos”[4].
Murió diez días después de dar a luz a Mary Shelley.
Narración enmarcada
Este
es el proceso narrativo en el que varios relatos son incluidos en uno
principal. Puede haber apenas una simple inserción o una sucesión de historias
contadas unas dentro de otras. En Frankenstein
hay tres narraciones. La primera es la que Robert Walton le cuenta a su hermana
sobre su viaje, por medio de cartas. En una de las cartas, le describe el
encuentro con Víctor Frankenstein y es, a partir de ese momento, cuando se
inicia la segunda narración, en la que el doctor relata su historia. En este
relato, habla de su criatura y ahí entra la tercera narración, cuando la criatura
expone sus desventuras a su creador. En síntesis, la criatura le cuenta su
historia al Dr. Víctor Frankenstein, el cual le narra la suya a Robert Walton que, a su vez, le resume toda esa aventura a su hermana.
Narrativa gótica
Este
tipo de literatura tuvo inicio en Inglaterra con la obra El castillo de Otranto, publicada en 1764 y de autoría de Horace
Walpole. Los escenarios medievales, con castillos y ruinas, la atmósfera de
suspense y misterio en la que viven personajes como caballeros, doncellas y
villanos entregados a sentimientos trastornados, llenos de desasosiego, pánico,
inquietud del ánimo, angustia, miedo, locura, celos y pasiones enfermizas son
las características más distintivas de este género literario. Se suma el
imaginario sobrenatural repleto de fantasmas, apariciones, monstruos y demonios,
así como un repertorio de símbolos oscuros representados por maldiciones,
secretos antiguos y profecías ancestrales en manuscritos ocultos, por lo que la
narrativa gótica está también sazonada por elementos de terror que tanto la
señalan[5].
Frankenstein, de Mary Shelley, es una
de las obras representativas de la novela gótica.
Percy Bysshe Shelley
Este
poeta romántico, nació en la ciudad de Horsham, Inglaterra, el 4 de agosto de
1792. Se enamoró de Mary Shelley en 1814, pero solamente se casaron en 1816,
tras el suicidio de su primera esposa, Harriet. Percy y Mary tuvieron cuatro
hijos. El 8 de julio de 1822 murió ahogado a causa de una tormenta en el Mar de
Liguria, entre Livorno y La Spezia, la ribera italiana, donde navegaba en su
velero.
William Godwin
Nació
el 3 de marzo de 1756, en Wisbech, Inglaterra, y murió el 7 de abril de 1836,
en Londres. Escritor, filósofo, político precursor del movimiento anarquista y
exponente del pensamiento utilitario, fue el padre de Mary Shelley. Godwin le proporcionó
a su hija una informal, pero rica, educación, instruyéndola en los más diversos
asuntos e incentivándola a que leyera los muchos libros de su biblioteca, que tanto
incrementarían su saber y conocimiento.
[1] SHELLEY,
Mary. Frankenstein o el moderno Prometeo.
s.n.t., p. 26-30. Disponible en <http://www.pdf-libros.com/2015/08/frankenstein-pdf.html
>. Acceso en: 9 jun. 2016.
[2]
Ibid., p. 56.
[3] SHELLEY, op. cit., p. 5-7.
[4]
WOLLSTONECRAFT, Mary. Vindicación
de los derechos de la mujer. In Asparkía. Investigació Feminista, Castellón de Plana, n 9, p. 182,
1998. Disponible en: <http://www.e-revistes.uji.es/index.php/asparkia/article/view/952/860>.
Acceso en: 10 jun. 2016.
[5] Cf. informaciones disponibles en: <https://pt.wikipedia.org/wiki/Literatura_g%C3%B3tica>
y <https://es.wikipedia.org/wiki/Narrativa_g%C3%B3tica>. Acceso en: 9
jun. 2016.
Excelente trabajo, cargado de creatividad y de un detallismo exquisito. ¡Enhorabuena, Sissi!
ResponderEliminar¡Hola, Mafalda!
Eliminar¡Gracias por su amable comentario!
Un post muy interesante, instructivo e interesante. !!Me ha encantado!! Felicidades, Sissi.
ResponderEliminar¡Gracias, Pizpireta!
Eliminar¡A mí me encanta que te gustado!
Perfecto!!!
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