Con una fortuna que hace que el nuevo presidente
estadounidense, con sus más de tres mil millones de dólares, se parezca a un
simple campesino, el cofundador de Microsoft, William Henry Gates III, más
conocido por su apodo, “Bill”, es, actualmente con sus $ 83,9 billones, el
hombre más rico del mundo y no por eso deja de preocuparse por los temas
sociales.
Bill Gates |
Nacido en 1955, en Seattle, en el Estado de
Washington, el joven Bill Gates, gracias a las buenas condiciones de su familia,
estudió en una de las mejores escuelas de los Estados Unidos, Lakeside, para después ingresar en la famosa Universidad de Harvard, pero que acabaría abandonando.
Desde su adolescencia, con trece años de edad, ya le
gustaban los ordenadores y, tras dejar Harvard, creó Microsoft, en 1975. Tres
años después, la empresa ya vendía un millón de dólares en productos informáticos.
En 1981, colabora con el gigante IBM, proporcionándoles
su actual sistema operativo, el MS-DOS. Pasados cuatro años, con la oferta
pública de los activos de su empresa (IPO), el joven Bill, con apenas treinta y
un años, se convierte en billonario.
El programa Windows, que vendría a ser utilizado en
un sin número de ordenadores, fue lanzado en 1993. Al año siguiente, Bill se
casó con Melinda, con quién compartiría su sueño de promover el desarrollo
social. En 1996, el emprendedor empieza un proyecto de fornecimiento de
ordenadores y de acceso a internet para comunidades carentes y, dos años
después, junto con Melinda, dona cien millones de dólares para la vacunación de
niños.
La pareja inaugura, en el año 2000, la fundación filantrópica
privada que lleva su nombre, la cual, hoy en día, es la más grande del mundo y
es responsable por combatir enfermedades tales como el polio y la malaria, e
invertir en la educación y alimentación de los más pobres.
Tanto el ejemplo de Bill como, por supuesto, de su
mujer, demuestra de manera clara que es posible ser un gran emprendedor, o
incluso acumular grandes fortunas, sin abandonar el lado social, ayudando a
muchas personas al mismo tiempo que se disfruta del producto de su trabajo.
Felipe Peres
Bibliografía de consulta:
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