Las chicas del Instituto me sorprenden
en cada capítulo. En este, por ejemplo, se rebelaron contra la administración
de la Academia, promoviendo una huelga. Imagínate lector, a las hijas de la
clase alta peleándose para garantizar sus derechos porque son las estudiantes
que disfrutan de los servicios educacionales, aunque sean pagados por sus
padres.
La administración determinó cortar la
calefacción, la merienda, el agua caliente y otros lujos para ahorrar. De
acuerdo con la nuera administradora, el Instituto se encontraba en una
situación financiera deficitaria. Por lo tanto, algo debería ser hecho:
disminuir los gastos superfluos. ¿Era prolija la calefacción? Las chicas pensaban
que no y, por lo tanto, se organizaron para una huelga.
Una de las manifestaciones me encantó.
Se pintaron todas de negro, provocando a la administración porque ofrecía
becas, pero les apagaba la energía eléctrica por la noche. Esto también fue una
crítica a la colega negra, que no participó en las manifestaciones ni tampoco
las apoyó. Sin embargo, no podría hacerlo ya que era una becaria. Por lo tanto,
las cuestiones éticas o de interés propio hablaron más alto en su decisión de
no apoyar sus colegas. El capítulo trató este hecho como un tema de racismo, pero
no lo veo así, porque era una manifestación legítima, aunque dura, por
supuesto, pero legítima.
Considero que actuaron de un modo tan inteligente
que tocó a todos, hasta el punto de revertir la situación de ahorro. ¡Y vaya, tuvieron
éxito! ¡Enhorabuena! Luchar por los derechos y defenderlos son actos
democráticos que deben ser siempre estimulados. La democracia posee sus fallos,
sin embargo, es el mejor modelo para construir una sociedad más libre y, tal
vez, más justa.
Otra escena que me llamó la atención
fue la interpretación del cuadro de la mujer con barba, que la chica negra hizo
para la profesora. Este lienzo ha despertado mi curiosidad hasta hoy: ¿Cómo una
mujer con barba tuvo el coraje de posar con el pecho desnudo con su hija? Fue así
porque quería mostrarles a todos que era una mujer capaz de constituir una
familia e, incluso, de tener hijos. El hecho de poseer barba no le impidió ser
madre, esposa, mujer, o sea, un ser humano “normal” que buscaba la felicidad,
como todos. No tengo dudas de que la escena nos hace reflexionar sobre el
racismo y lo diferente. El respeto es algo que siempre tiene que existir en
nuestra sociedad, de lo contrario, viviremos en un mundo lleno de hipocresía,
vanidad, egolatría e injusticia.
La
Otra Mirada es una serie que siempre sorprende cuando aborda estos temas
para suscitar la discusión. La serie no es solo para entretener, sino también para
reflexionar sobre la sociedad y los males que la contaminan. Así que te invito
a pensar sobre el título de este capítulo, querido lector, ¿Qué esperas de ti
para poder ser feliz?
Cervantito,
El Perro
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