El capítulo 8 narra
el juicio de Roberta contra su novio, un Peralta, la familia más influyente de
Sevilla. La joven demostró coraje al exponer la violación que había sufrido,
ante una sociedad machista de la década 20 del siglo pasado. Esta actitud
marcaría para siempre su imagen, así como la de la Academia y sus alumnas. La
narrativa de la historia exhibió la fragilidad de las mujeres frente a la violencia
sexual. Sin embargo, el capítulo no ofreció otra mirada sobre el tema, no se
destacó la cuestión del consentimiento de la mujer a la hora de practicar sexo.
La violencia,
independientemente de la manera que se exprese, sea física, sexual o
psicológica, siempre debe ser denunciada. Con este espíritu, Teresa incentiva y
apoya a Roberta a poner en conocimiento público la violación que había sufrido.
La maestra convence a Manuela, la directora, para que sostenga la causa de
Roberta porque así estaría defendiendo a todas las mujeres que, en
algún momento, fueron violentadas y no tuvieron el valor de poner una denuncia.
Por lo tanto, sería un hecho para fomentar que otras víctimas no dejasen a sus
verdugos sin castigo.
Aunque estaba segura
de lo que había ocurrido, Roberta no fue capaz de dar detalles sobre los hechos
de aquel día. Estaba borracha y la memoria se encontraba confusa, al punto de
dudar si ella había provocado a su novio, por lo que parecía que todo iba mal en el juicio. Además, su
imagen quedaría marcada, así como la de la Academia y la de sus amigas. Pero, de repente, se produjo un cambio: el hermano más joven del novio de Roberta relató
que esta sufrió, efectivamente, una violación porque su hermano se lo había
confesado. La chica se salvó con el acto heroico de aquel varón respetable
y de buena posición social, que estaba contrariando a su familia.
Por lo tanto, el
resultado positivo para Roberta estuvo basado en un testigo y no por la
violencia que sufrió per se. No se
puso en tela de juicio el “problema” de que la chica estuviese borracha, sin
poder de decisión. Podría cuestionarse por qué el novio le dio bebida
alcohólica a su novia, que era una adolescente, y aún permitió que se sacase
una foto sensual. El novio reveló que no sentía respeto hacia Roberta, o sea,
la veía como a alguien que servía apenas para satisfacer sus deseos.
En resumen, el
capítulo provoca la reflexión sobre la violación y lo importante que es denunciar estos casos. Sin embargo, la primera palabra que fue de Roberta, la víctima, se silencia tras la
última, la de su héroe, que hizo justicia.
Cervantito, El Perro
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