Capítulo 1: “Con el tiempo en los talones”
Crítica por Alexsandro Macedo Silva
Julián está muerto.
No se sabe concretamente qué es lo que había pasado en su última jornada. Pensar que este
personaje no formará parte de las historias preconizadas por la patrulla de
Amelia, siembra la duda de cómo serán los próximos capítulos. Julián, el guapo
enfermero, desempeñaba el papel de conectar a Alonso al siglo XX, así como de despertar toda la feminidad y el coraje de Amelia. Por supuesto, que su substituto será Pacino, el
rebelde de los años 80 que se enamoró de Amelia e hizo que su futuro cambiase. No se
sabe si el futuro de Amelia se ha convertido en algo bueno o malo. Sería
interesante ver el trío, Julián-Amelia-Pacino, actuando juntos en una misión y compartiendo los posibles conflictos personales y amorosos que surgieran.
Sale Julián, entra Pacino. Amelia se puso triste con la pérdida de su primer
amado, para después llenar su vacío con la alegría de encontrar un segundo amor. El encuentro ocurrió por la llamada de socorro de Pacino para
resolver el asesinato de su compañera (¡y pareja!) en una misión en la década
de los 50. Esta fue una forma previsible de aproximarlos a ambos, que perdieron a sus
parejas de manera reciente y que podrían consolarse el uno al otro. Pero “con el tempo en los
talones” no han tenido ni un instante para eso, puesto que tenían que resolver el caso y
descubrir la causa del interés de los rusos en raptar Hitchcock, el maestro del
suspense en la cinematografía mundial.
La justificación para impedir el rapto del cineasta no fue convincente. Hitchcock
estaba participando en el Festival de San Sebastián, en 1958, en pleno período de
la Guerra Fría. Tal acto en territorio español produciría un conflicto
diplomático entre España y los países contra la Unión Soviética. La rotura de las relaciones internacionales en aquel momento dificultaría el hecho de mantener la
estabilidad política y económica de España, cambiando su Historia futura. Por
lo tanto, la patrulla de Amelia viaja hasta 1958 para garantizar el curso de la
Historia española y evitar que los rusos convenciesen a Hitchcock de que crease películas
para divulgar la ideología del Partido Comunista.
Las escenas fueron elaboradas al más puro estilo Hitchcock: las tomas, el
encuadramiento, la fotografía, la rubia que muere y, por supuesto, el clima
de suspense. Los cambios entre luz y oscuridad están presentes, se intercalan,
diferenciando así los momentos de expectación en el desarrollo de una acción
misteriosa, terrorífica y pavorosa. Por otra parte, hubo momentos cómicos con
Salvador, que tenía la pierna rota y usaba una silla de ruedas eléctrica. Él estaba rabioso, por lo que en todo momento accionaba la silla de ruedas que emitía un ruido
irritante. ¡Lo hacía a propósito! Las escenas con Salvador no dejaron el
capítulo tan pesado por causa del tema principal. Aunque aborrecido, el viejo
director fue capaz de identificar a un sujeto extraño entre los funcionarios de
la empresa que estaban arreglando el dispositivo de aire acondicionado del
Ministerio.
El capítulo termina con la muerte del espía ruso que es capturado por el equipo de
Amelia. ¿Quién lo mató? ¡Ah...! No hay duda: fue ese funcionario extraño que
Salvador había apuntado. ¿Será un viajero del tiempo? De ser así, ¿De qué época? ¿Por qué
el espía fue eliminado? Hummm... El próximo capítulo puede ser que contenga la
respuesta a todas estas incertidumbres, entonces, ¡Que venga el episodio 2!
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