Un juego placentero, pero cruel, competitivo. Se hace una rueda de sillas y una rueda de personas, siendo una persona más que sillas. Las personas giran alrededor de las sillas, al sonido de una canción cualquiera.
La canción súbitamente para, todos deben sentarse,
pero una de las personadas se queda sin silla. Ella es eliminada, se quita una
silla, y así sucesivamente, hasta quedarse dos personas y una sola silla; el
ganador será una de ellas.
¡La silla es un mueble hermoso, útil, tan lleno de
símbolos, antiguo! Imagino la primera silla, sencilla piedra cóncava; una mujer
de cueva se sentó allí, se sintió cómoda, entendió que era una silla. Digo
mujer de la cueva porque creo que todas las cosas inventadas para fijar a las
personas en un lugar, como la hoguera, la olla, la agricultura, fueron
inventadas por mujeres. Los hombres, imagino, inventaron la flecha, la rueda,
las botas...
Antes de los portugueses, los brasileños se
sentaban en esteras, hamacas o en taburetes en forma de animales, como mono,
anta u oso hormiguero. Los taburetes zoomórficos tienen poderes mágicos. Los
dibujos de su superficie son a menudo los mismos de los rituales y representan
la cosmología de cada tribu. Hay muchos taburetes indígenas tan bellos que se
equiparan a esculturas de Picasso.
Dicen que las mejores sillas del mundo son las
tradicionales Thonet, con maderas encorvadas y pajita en el asiento. Incluso
son ligeras. ¿Y la peor silla del mundo? Debe ser la eléctrica, para la pena de
muerte.
Mi silla es una de mis mejores amigas, me siento en
ella y ella me soporta casi día y noche, en silencio, escribiendo. Pero la silla
no es apenas soledad. En torno a una mesa, ante un altar, una pantalla, un
escenario, sentadas en sillas, las personas se entregan a una comunión de
comida, arte, pensamiento. La silla une.
La silla separa. La silla de ruedas es una de las
invenciones más humanas, más bellas, con más emoción. Hoy es tan moderna que se
extiende para que el usuario de silla de ruedas se ponga de pie, cara a cara
con la gente.
Silla Wassily |
Es el mueble predilecto de los diseñadores, todos
tienen una propuesta. Por ende, creo que pocos han hecho una silla tan
innovadora como la Wassily, de Marcel Brewer, que parece una bicicleta. Si yo fuera
a diseñar una silla, sería en forma de pájaro. La silla Voladora.
Las sillas que más poemas inspiran son las mecedoras.
Debe de ser porque uno se mueve, se mueve y no sale del lugar, lo cual tiene
una simbología. “El recuerdo es una mecedora meciéndose sola” Mário Quintana.
Antiguamente las chicas tenían miedo de tomar chá de cadeira, que significaba
quedarse en un baile sin ninguna invitación para bailar. El chá de cadeira[1]
era amigo de las caras ruborizadas y de los suspiros, cosas de antaño.
Silla de Espedito Seleiro |
Utilizada en toda casa pueblerina, la hamaca es
silla. La gente se sienta también en taburetes, banquitos rudos. Las sillas,
cuando las hay, se quedan en la sala, esperando las visitas. Las sillas del
maestro Espedito Seleiro son obras de arte, hechas más para mirar.
El problema de la silla es que no se le pueden
sumar dos manzanas, como dice Clarice: “No puedo resumirme, porque no se puede
sumar una silla y dos manzanas. Yo soy una silla y dos manzanas. Y no me sumo”.
Un profesor de filosofía entra en el aula, pone una
silla encima de la mesa y escribe en la pizarra: “Demuestren que esta silla no
existe”. Los alumnos se ponen a disertar sobre la cuestión. Uno de ellos, sin
embargo, escribe solo dos palabras y le entrega la página al profesor que,
cuando la lee, no puede dejar de sonreír: “¿Qué silla?”
“¡Mañana una socialite
con nombre de tambor resuelve postularse a una silla!” dijo la maravillosa
Lygia Fagundes Telles. Las sillas hoy son más disputadas, especialmente las de
la Academia. Inversión de valores, siempre comentada por Lygia.
La silla es fiesta de cearense[2];
una de las costumbres más gregarias es la de, al atardecer, colocar sillas en
la acera, todos se sientan allí y hablan, los de la familia, los vecinos, los
transeúntes. Lástima que se está acabando.
Ana María
Nóbrega Miranda
Traducción
de Mei Santana
SOBRE LA
AUTORA:
Ana María
Nóbrega Miranda (Fortaleza, 19 de agosto de 1951) es novelista,
poetisa y exactriz brasileña. Escribe guiones, ensayos y reseñas críticas en
periódicos y revistas, aunque también se dedica a dar conferencias en
universidades y otras instituciones. Para más detalles: http://www.anamirandaliteratura.com.br/
¡Un privilegio poder contar con un texto tan interesante entre nuestros posts! Gracias a Ana Miranda por escribirlo y a Mei Santana por traducirlo para todos nosotros. Un gran abrazo,
ResponderEliminarEscribir es un arte y hacerlo bien es un don. Agradezco a Ana María por proporcionarnos este hermoso texto y al Blog Correveidille por más esta oportunidad.
ResponderEliminarAbrazos,
Mei Santana