1- Me concedo a mí mismo el permiso de estar y de
ser quien soy... en lugar de creer que debo esperar que otro determine dónde yo
debería estar o cómo debería sentirme.
2- Me concedo a mí mismo el permiso de sentir lo
que siento, en vez de sentir lo que otros sentirían en mi lugar.
3- Me concedo a mí mismo el permiso de pensar lo
que pienso y también el derecho de decirlo, si quiero, o de callármelo, si es
que así me conviene.
4- Me concedo a mí mismo el permiso de correr los
riesgos que yo decida correr, con la única condición de aceptar pagar yo mismo
el precio de esos riesgos.
5- Me concedo a mí mismo el permiso de buscar lo
que yo creo que necesito en el mundo, en lugar de esperar que alguien más me dé
el permiso para obtenerlo.
Estos cinco permisos esenciales condicionan nuestro
ser como personas, porque son los que nos permiten ser auténticamente quienes
somos. Dejar de exigir ser lo que los demás quieren que seamos: lo que quieren
los padres, lo que quieren las parejas, lo que quieren los amigos o lo que
quieren los hijos. Ser persona es darse a uno mismo la libertad de ser lo que
es. No es un camino fácil y muchos pueden enfadarse al principio, pero es el
precio que hay que pagar por ser auténtico... y todos tenemos derecho a
intentar ser felices a nuestra manera.
Texto adaptado
de Virginia Satir
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