Correveidile: El pacificador de las selvas brasileñas (Parte 1)

Cândido Mariano da Silva Rondon fue más conocido como el Mariscal Rondon (Santo Antônio do Leverger, 5 de mayo de 1865-Río de Janeiro, 19 de enero de 1958). Rondon fue militar, honrado con el grado de mariscal, ingeniero y explorador. En la actualidad es el patrón nacional de las telecomunicaciones de Brasil y se celebra el 5 de mayo, su nombre está grabado en el Panteón de los Héroes de la Democracia y la Libertad, en Brasilia, y en el Hall of fame de la American Geographical Society de Nueva York, como uno de los mayores exploradores de todos los tiempos que, gracias a sus esfuerzos, hizo el mundo más accesible rellenando los vacíos de los vastos interiores amazónicos en los mapas de todo el mundo.

Asimismo, considerado como el héroe del cambio de siglo, Rondon abanderó la llegada de Brasil al siglo XX. Pero, ¿quién era? Un desconocido más allá de las fronteras brasileñas y relativamente desconocido entre la mayoría de la población brasileña, el mariscal Rondon se presenta como una figura de referencia para grupos y estamentos tan diferenciados y, tal vez, enfrentados, como es el cuerpo militar y los pueblos indígenas.

Descendiente de nativos amazónicos, con sangre Bororó, Terena y Guará, Rondon era un caboclo (indígenas destribalizados y mestizos con fuerte influencia indígena). Desde pequeño vivió la influencia de su sangre indígena, pero también el necesitado patriotismo que los gobiernos brasileños implantaban a partir de las misiones religiosas y militares en las despobladas fronteras de la nación. Al quedar huérfano en edad temprana y tras ser criado por parientes, Rondon decidió, siendo aún un adolescente, ir para Rio de Janeiro y entrar en la Escuela de Guerra, no solo porque era gratis estudiar, sino porque también pagaban un pequeño sueldo.

Durante estos duros años de supervivencia, Rondon va asumiendo los preceptos militares como el amor por la patria y el desarrollo, los cuales, unidos a su capacidad y ansias de aventura, le llevaron ya a soñar con hacer llegar la civilización a su tierra natal.

Todavía siendo muy joven, recibió el encargo de construir la primera línea telegráfica brasileña que, entre 1890 y 1895, le llevó a conocer algunas tribus dispersas por el interior de Mato Grosso. Con el respeto a las costumbres de los indios, quienes llamaron al tendido telegráfico “el lenguaje de Mariano”, y el aprendizaje de sus lenguas, consiguió completar su trabajo sin problemas e incluso con su ayuda. A lo largo de su vida extendió la red telegráfica por más de 4 000 kilómetros. Su cordialidad hizo que los muchos poblados con los que se fue encontrando, en especial tribus amazónicas y del noroeste del país, no pocas desconocidas y algunas de ellas feroces y guerreras, lo respetaran y consideraran su amigo.

Durante todo este tiempo colaboró en la construcción de la carretera entre Mato Grosso y Goiás, al mismo tiempo que conectaba ambos estados por diversos cables telegráficos, para integrar el centro oeste brasileño (considerada una región totalmente aislada) con el resto del país.

Su gran momento llegó cuando se le pidió que liderase una expedición que conectase las líneas telegráficas de Cuiabá (capital de Mato Grosso) con Corumbá, en la frontera con Bolivia y Paraguay, labor que realizó con éxito entre 1900 y 1906, y que supuso la conexión con las comunicaciones más avanzadas de su época entre los países vecinos a través de una frontera salvaje. Durante su trabajo arduo e incesante en la selva amazónica, descubrió numerosos ríos y documentó las fronteras de Brasil con Colombia, Perú y Bolivia; fueron también numerosos los hallazgos botánicos, zoológicos y geológicos.

En 1907, se le designó jefe de una expedición que debía conectar Cuiabá con Santo Antônio do Rio Madeira (hoy en día un barrio de Porto Velho, en Rondônia) y estos trabajos se alargaron hasta 1915. Durante esta época ya era una celebridad entre militares y políticos, tanto que el proyecto llevó el nombre de "Comisión Rondon" y que, junto con la construcción de la línea férrea que unía los ríos Mamoré (en la frontera con Bolivia) y Madeira, integró toda la región que se convertiría en el futuro, en el estado de Rondônia.

Durante esta expedición fue cuando su figura alcanzó el estatus de "leyenda viva". Los indígenas nhambiaquaras, conocidos por su fiereza y por masacrar a todos los blancos que se encontraban, habían ya ahuyentado y repelido a varios grupos de la expedición. El mismo Rondon sufrió un ataque de estos nativos, conocidos por envenenar sus flechas. En el ataque se mantuvo firme, conteniendo a sus tropas para que no disparasen y evitar así una masacre. Al retirarse los indígenas, sin que hubieran recibido un solo disparo por parte de los militares dirigidos por Rondon, este descubrió que se había salvado de una muerte segura cuando notó que una flecha se había quedado incrustada en la funda de su rifle.

Peor suerte recibió su famoso perro de caza, llamado Rio Negro, atravesado por un proyectil. Al poco tiempo, los nhambiquaras entablaron amistad con tan prodigioso hombre blanco que prodigaba un valor nunca visto antes. Ese día nacía la leyenda y su más famoso lema en relación con los pueblos indígenas: Morrer se preciso for, matar nunca ("Morir si fuese necesario, matar nunca").

Por si fuera poco, en mayo de 1909 decidió llevar una expedición hacía el río Madeira y cartografiar aquella zona desde el norte de Mato Grosso. Queriendo pasar por un río que él mismo había descubierto, el Juruena, se les acabaron todas las provisiones y perdieron todo contacto con el resto del país. A partir de ahí, comenzó una epopeya, donde los hombres de Rondon estuvieron sobreviviendo a partir de lo que la propia selva proveía y con los intercambios con poblaciones nativas jamás antes contactadas.

Durante el trayecto, vieron otro río que creyeron que no era conocido y al que llamaron río de la Duda, tuvieron que esperar para poder construir unas canoas que le permitiesen continuar por las vías fluviales de la Amazonía, la expedición alcanzó su objetivo a finales de año, después de ocho años de lucha contra la soledad infinita del corazón del mundo. Él y sus hombres fueron recibidos como héroes.

A partir de sus experiencias con las poblaciones indígenas y la novedad de su metodología de acercamiento y pacificación, basada en el entendimiento y la amistad, se le pidió a Rondon que presidiera el Servicio de Protección al Indio (SPI) fundado en 1910 y que permanece hasta hoy en día.

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