La
primera cosa que me viene a la cabeza cuando el asunto se trata de medios de
comunicación y prensa, son los periódicos. Aquellos mismos, de papel,
impresos y que llegaban hasta nosotros a través de un entregador (cuando había
una suscripción), o que se podían –y, ¡pásmense! , todavía se puede– comprar
en quioscos, generalmente en las calles. Pero como veremos en las próximas
líneas, las cosas en este medio parecen haber cambiado bastante.
A pesar de que los periódicos impresos
no han desaparecido (en la esencia de la palabra), ni de que tampoco han sufrido
grandes cambios en sus principales secciones –portada, bolsa o servicios, entre
otras–, la era digital parece haber influido mucho la forma en la que nos
son presentados hoy en día. Revistas, suplementos o simplemente noticias, pueden
ser leídos al manipular el teléfono celular, a menudo sirviéndose de recursos
antes impensables cuando el papel era la principal forma de divulgar la
información.
Además de las cuestiones relativas a
la forma en sí, hay también otro punto puesto en discusión, cuando el asunto es
la prensa, que es el sesgo político adoptado por los diversos medios de
comunicación. No podemos olvidar tampoco la posición personal de los
periodistas responsables de las materias. Y aquí llegamos a un tema delicado en
lo que se refiere a los medios de comunicación, es decir, la neutralidad frente
al posicionamiento personal ante un caso que será expuesto al público en
general. Hay quien dice que, en algunos casos, intereses personales de
emisoras, editoriales y periodistas pueden distorsionar la realidad, llegando
al punto de influir en la población ante asuntos diversos.

Juliana de Almeida Sarti
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