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viernes, 8 de marzo de 2024

Entrevista a ILANA CASOY (II): “Siendo mujer, mi sensibilidad hacia la violencia contra las mujeres es evidente”


En el marco incomparable del Día internacional de la Mujer, presentamos esta inolvidable entrevista con Ilana Casoy, para que los lectores del mundo hispanohablante puedan conocer aún más a la brillante escritora y criminóloga brasileña.

ILANA CASOY es criminóloga, guionista y autora de los superventas Arquivos serial killers: Louco ou cruel?, Arquivos serial killers: Made in Brazil y Casos de Família – Arquivos Richthofen e Nardoni, publicados por la editorial DarkSide Books. Asimismo, escribió Bom dia, Verônica en colaboración con Raphael Montes, libro adaptado para Netflix como serie homónima, vencedora del premio APCA (Asociación Paulista de Críticos de Arte) en las categorías de mejor actor, actriz y dramaturgia.

Además de los libros, Ilana es la presentadora del programa Em Nome da Justiça ("En nombre de la Justicia"), emitido por el canal A&E, de Sony Brasil. En la actualidad, vive en São Paulo (Brasil) y escribe guiones tanto para la Televisión como para el Cine, como A menina que matou os pais, O menino que matou meus pais y A menina que matou os pais – A Confissão.

Por otro lado, también es consultora del área de True crime para el sistema criminal brasileño y para documentales, tales como: Elize Matsunaga: Era uma vez um crime, o el más reciente: Isabella: O Caso Nardoni

 

JULIANA: En primer lugar, Ilana me gustaría agradecer tu presencia aquí y, sobre todo, el que compartas con nosotras tu precioso tiempo. Para todas es un honor. Así que, para empezar, Ilana háblame de cómo han sido tus inicios como escritora y qué te ha llevado a escribir sobre el tema de la violencia contra las mujeres.

ILANA CASOY: Bueno… yo empecé como escritora casi al mismo tiempo que cuando empecé a escribir. Yo creo que, quien tiene ese canal, puede utilizarlo profesionalmente o no, pero nunca renunciará al canal. Hay personas cuyo canal es pintar, cantar… pero, para mí, siempre fue lo de la escritura. Para mi generación, era muy difícil que eso fuera un objetivo profesional. Sucedió con algunos dotados de mucho talento, pero para pocas personas eso fue una decisión. Siempre que pienso en eso, me acuerdo de la letra de la canción: “Deixa a vida me levar, vida leva eu” (del cantante brasileño Zeca Pagodinho). Conmigo fue un poco así.

Tengo un hijo que bromea conmigo con una frase conocida: “Mamá, no sabías que no era posible, entonces por eso fuiste y lo intentaste, ¿verdad?”. En una ocasión, él me vio discutiendo con un gran jurista que estaba participando en un congreso, en el cual él también estaba, y me dijo: “¿Estás loca? ¿Estás discordando del fulano de tal?”. Y yo le respondí: “Pero ¿quién es él?”. Y mi hijo, entonces: “¡Mamá, por el amor de Dios!”. Y era un asunto jurídico, pero yo quería entender, pues soy desconocedora en relación al “crimen continuado” (Delictum Continuatum). Y yo estaba discutiendo, puesto que entiendo muy bien el hecho de que, quien roba en una tienda donde venden electrodomésticos, no recibirá un castigo distinto si se lleva un horno o una nevera; pero me cuesta entender lo mismo aplicado a las personas, como por ejemplo en los crímenes de masa, un crimen solo no es un asalto, es gente. Y eso quien me lo enseñó fue un asesino, que me decía: “Doctora, cuando yo descubrí que si junto todo disminuye (la pena), empecé a matar en grupo. Ya empezaba desde la rebelión, con un grupo que estuviese allí, pues si los mataba al momento, mi pena era menor”.

Mucha gente me pregunta cómo he elegido ese ramo del mercado, pero se olvidaron de avisarme porque yo no sabía que era un ramo. No sabía qué era eso en aquel momento, y no debía de estar tan claro en Brasil, porque yo me acuerdo del primer jurado del caso del maníaco del parque, el primero que yo vi, y en el cual participaba el fiscal de justicia Edilson Mougenot Bonfim. Y entonces, yo allí, muy encogida, oyendo sus respuestas a la prensa, fue cuando se levantó una discusión: “¿Cómo vamos a llamar a este caso en Brasil? ¿Matador en serie o asesino en serie? ¿Serial killer?” Ni eso se sabía… Entonces, ¿qué ramo era ese? ¡No era…! Creo que también fue una cosa hacia la que la propia vida me fue llevando.

Me acuerdo aún de una investigación que hice con el psiquiatra Luiz Antonio Gonçalves, que en una ocasión me dijo que en algún momento yo iba a querer entrevistar a esas personas en los manicomios, a lo que yo le respondí: “¡Dios me libre! Tengo muchísimos documentos, tengo toda una biblioteca para investigar, no lo necesito". Pero claro que llegó esa hora, cuando me invitaron a interrogar a un asesino que no confesaba su delito, y yo ya había escrito un libro. Entonces, ahí fue cuando puse un pie en la vida real, y después puse los dos, y claro que el éxito de cada caso te lleva a un nuevo caso. Eso te pasa cuando tienes un índice de resolución tan bueno, sumado a la gestión de investigación; además de cómo conduces todo, porque en Brasil está todo muy segmentado. Por ejemplo: cuando empecé, la pericia nunca había ido a hablar con la fiscalía; se mandaba el informe, se traía el informe, pero yo pregunté: “¿Se puede ir a conocer?” Y me dijeron: “Sí, claro que se puede”. Ahí fue cuando yo empecé a decir: “¿Vamos a conocer el Instituto de Criminalística, Sr. Fiscal, vamos a dar una vuelta?”.

Yo llevé a muchos psicólogos para ver los juicios con jurado, para que vieran qué hacían con sus informes técnicos, ya que cada uno escribe para sus pares, pero se olvidan de que eso va a ser utilizado por otros grupos de personas, que a su vez no van a leer de la misma manera. Así que, desde mi punto de vista, pienso que esa comunicación es la llave del éxito, es decir, la comunicación entre todas las partes. No hace falta tener celos de nadie, ya que criminalística no compite con criminología, ni con la abogacía, ni tampoco con la fiscalía. Todos son lugares diferentes, con enfoques distintos.

Por lo tanto, ese ha sido un camino, pero no sé definir cómo fue… Y, claro, siendo mujer, mi sensibilidad hacia la violencia contra las mujeres es evidente, es importante, y es una percepción diferente porque el machismo en Brasil es tan estructural, que pasa totalmente desapercibido, lo cual es impresionante. En la actualidad se ha mejorado mucho, bromas y cosas graciosas de las cuales nos reíamos todos, porque yo también era machista. Tengo dos hijos hombres e hice un enorme esfuerzo, porque claro que yo también cargo todo el peso de lo que aprendimos en los años 60, cuando concordaba con mucha cosa, diciendo una cosa y haciendo otra diferente. O sea, ¿cuál es el mensaje?, ¿lo que estoy diciendo o lo que estoy haciendo? En la casa de mi abuela, la pechuga de pollo era de su marido, y no se discutía al respecto, y yo bromeaba diciendo que menos mal que a mí no me gustaba esa parte del pollo. Pero eso no era una broma, debería haber dicho otra cosa, entonces yo también fui aprendiendo.

Pienso que, sobre eso, Brasil ha mejorado mucho, si lo comparamos con el escenario de hace 20 o 30 años, ya que el asunto se ha ido emergiendo, opino que las personas son mucho más conscientes del entorno y de los tratamientos. Creo que aún necesitaremos gritar mucho, para solo después llegar a un equilibrio, aunque muchos insistan en que a veces se exagera; pero sí, hay que exagerar para que las cosas se generen conscientemente, para alcanzar después un lugar en la mitad. No obstante, creo que sí, que ha ido mejorando. Las mujeres siguen obteniendo mejores lugares en cierta proporción -aunque todavía no sea la ideal-, un lugar mejor que el de mi generación, que es una generación que se ha quedado dividida. Nosotras nos casábamos y ganábamos un sueldo menor que el de nuestros maridos, y nuestro dinero no importaba tanto para la economía de la pareja. Hoy veo a mi hijo y a mi nuera y lo que pasa es que dividen casi por igual los gastos, o sea, a lo mejor es 40-60, pero no es posible renunciar a la renta femenina como en mi generación, cuando nuestros sueldos servían para menudencias.

Según mis vivencias, durante la primera entrevista que hice, porque también estoy formada por la Fundación Getulio Vargas y una de las áreas en las que me formé fue en producción (a mí me gustan las fábricas), me acuerdo muy bien que el entrevistador nada más conocerme me dijo: “Mira, si fueras hombre, te contrataba ya. Pero es una pena, porque te vas a casar, vas a tener hijos y eso no va a funcionar”. ¡Entonces, era eso!

JULIANA: Bien, siguiendo en esta línea, desde que has empezado a escribir y a profundizar en la cuestión de la violencia de género, como bien has mencionado, crees que las cosas han mejorado en Brasil. Pero, en relación a las penas para los que practican estos tipos de delitos, ¿qué es lo que piensas que, en efecto, ha mejorado? Piensas que falta todavía mucho por mejorar, o no, y cuáles serían los próximos pasos.

ILANA CASOY: Creo que primero habrá que ver hacia dentro, para las cuestiones femeninas de encarcelamiento, para las cuales hay poca luz hoy en día, y sobre las cuales habrá que pensar. Por ejemplo, una madre que amamanta a su hijo durante 6 meses en prisión, después de ese tiempo le es retirado el hijo, pero qué pasa si tiene una pena larga… Y se comenta: “¡Ah, pero la prisión es un lugar malo para el bebé!”, ¡Sí que lo es! Y se insiste: “¡Ah, pero dejarlo sin la madre tampoco es bueno!” Sí, también es verdad.

Después, hay cuestiones de alienación parental (cuando el niño experimenta una pérdida extrema, en la que desaparecen de su vida tanto el progenitor, como sus abuelos y los amigos y parientes de este progenitor. Así que el niño no puede reconocer esta pérdida, ni tampoco estar en duelo por ella), que es otra cuestión que va a tener que ser discutida sobre estos largos encarcelamientos. Porque estas medidas, ¿realmente serían las respuestas? ¿Un largo encarcelamiento es lo que va a inhibir de delinquir o la seguridad de que no vale la pena, de que uno va a ser identificado? Entonces, hoy en Brasil hay unos índices de solución de delitos aún malos, no vamos a hablar solo de homicidios, sino de criminalidad en general. En ocasiones merece la pena, ya que, por ejemplo, pensando en hurto, robo, en asalto,… el índice de solución de aquello es tan bajo que, a veces, la posibilidad de que te cojan es mayor que la de abrir una empresa y que tenga éxito, entonces tenemos estas cuestiones.

Por eso, creo más en el dinero invertido y el discurso invertido en la investigación y en la resolución de los casos, solo para cerrarlos, que en el aumento de las condenas. Yo nunca he visto a un grupo de delincuentes discutiendo las penas antes de un robo. ¡Nunca lo he visto! Nadie se queda allí discutiendo, si merece o no la pena, de acuerdo con la condena. ¡No existe esa opción! La criminalidad es mucho más profunda que eso. Se puede pensar: “¡Ah, vamos a aumentar la pena!” Sí, se puede aumentar, pero no me parece lo ideal. No creo en cadena perpetua, como tampoco creo en el poder del Estado contra asesinatos, porque no sé quién va a estar allí y qué va a decidir sobre eso. Y cuando sea mi vez, ¿quién va a ser? ¿Quién va a decidir sobre mi vida? Aún prefiero considerar la parte de la creencia: “Lo que Dios decida, es mejor”.

Ahora bien, en lo referente al universo femenino, estamos aún tan atrasados en relación al universo penal femenino, que todavía estamos discutiendo el derecho a absorbentes higiénicos en las penitenciarías. ¿Cómo se va a discutir el resto? Entonces está bien, podemos llenar a un hombre de penas… Claro que estoy a favor, está la cuestión del feminicidio, etc., pero también tenemos que pensar en las demás cuestiones, porque todavía tenemos a mujeres que siguen luchando por el derecho a lo básico, como compresas higiénicas en las prisiones, lo que es inconcebible y no puedo ni imaginar una situación como esa. ¿No es un derecho adquirir? ¡¿Y es verdad que no tienen?! ¡Es verdad!, imagínate el absurdo que se vive… y creo que cada uno en su sitio. Opino que tiene que haber una cuestión de ponderación. Nuestra justicia (la brasileña) no es vengativa, por lo menos filosóficamente hablando, como por ejemplo lo es la sajona. La nuestra tiende a la reintegración, a la reinserción, es multidisciplinaria. Me parece que cada uno tendrá que luchar, pero opino que no es solo una cuestión de castigo para los que matan a las mujeres, creo eso que es reducir, una vez más, la condición femenina en la cuestión penal. 

JULIANA: Y ya para finalizar, pero volviendo a la cuestión de las mujeres como víctimas de violencia, según tu opinión y experiencia, ¿qué es lo que crees que afecta más a una mujer que decide no denunciar a su agresor o ese episodio de violencia, en fin, toda esa situación por la cual ella pasa?

ILANA CASOY: El miedo. Da mucho miedo salir de la caja, como Janete (coprotagonista de la novela y serie homónima de Netflix, Bom dia, Verônica). Da mucho miedo. La víctima prefiere el problema que conoce y que piensa que puede controlar, porque uno no sabe qué va a suceder si se cambia esa realidad. Ellas piensan: “¿Y quieres saber? No es algo tan grave, hay días mejores”. Esa resignación de quien está disminuido. Las mujeres son entrenadas para resignarse, y es interesante porque se sufre un entrenamiento, pero cuando hablo de la exclusión, también me refiero a eso.

Cuando visité la favela de la Rocinha (en Rio de Janeiro), también vi mucho de eso. Allí encima es otro código penal, moral y ético, es todo diferente. Los jóvenes están tan felices allí encima porque tienen tanto poder… tienen el tenis de moda, el fusil cruzado, el Ipod, Ipad, Iphone… Y tú, ¿de verdad, quieres decirles a ellos que no pueden tener todo eso? ¿O que eso no está bien debido a su condición? Es todo tan difícil y ahí es otro código también, claro. No estoy defendiendo que obtengan eso de formas no legales, pero hay que diferenciar esa cosa de entender y qué hacer. No estoy concordando, no creo que no tenga que pasar nada, pero comprendo cómo es difícil para una mujer, que solo existe.

Vamos allá, cuántas mujeres tienen órdenes de restricción, algo que es bueno, pero ¿cuántas veces eso no funciona, puesto que no hay un control? Se le pone una tobillera, ¿y?… Ya oí tantas historias, también el destino me ayuda. Una vez, fui a una barbacoa y había allí una mujer que trabajaba en la supervisión de estas tobilleras electrónicas, ¡imagínate! Me contó cada historia… de quienes se las ponían a las gallinas, a gatos, ¡es maravilloso!, entre comillas, es decir, es todo demasiado difícil. La supervisión que ella realizaba en São Paulo, electrónicamente, en uno de sus turnos en la empresa en la que trabajaba, ella controlaba en uno de sus turnos el Estado de Amazonas, o sea, ¡ni podía salir corriendo! Ella tenía que accionar a la policía, ya que ni una acción individual era posible. 

Janete, dentro de la caja...

Nosotros vemos muchos episodios así, tenemos mucho miedo, pero creo que combina con la respuesta a la pregunta de si un cuerpo de policía bien formado puede ayudar, y tendremos que encontrar orientaciones no tan formales tal vez. Cierta vez, hace muchos años, visité una ciudad de Estados Unidos que era increíble: un centro donde estaba la comisaría de policía, la fiscalía, el apoyo psicológico y donde ya funcionaba también un refugio para ellas, es allí donde ellas ya van a ser encaminadas y era maravilloso, pero hasta tener todo eso en Brasil, ¿cómo será? Sin embargo, es importante, porque uno ya tiene todo el apoyo en el mismo lugar.

Ahora, una mujer hoy en día, que está sola en su casa, en la oscuridad, siendo golpeada, dominada con violencia patrimonial, no tiene dinero para nada, ¿cómo podrá ir a la policía, con valentía, para poner una queja contra su agresor? Me parece trágico como es algo inejecutable. Además, el ser humano tiene esa pésima manía de que cree que va a conseguir probar un cigarrillo y no se viciará; que va a beber, pero sin emborracharse; que va a conducir borracho y no chocará el coche y que va a conseguir contornar al marido que le pega. Y va a morir… en todos los casos anteriores.


Hasta aquí, otra parte de la entrevista con Ilana Casoy realizada en el Instituto Cervantes de São Paulo (Brasil). Le agradecemos a la escritora, y a todo el equipo que nos acompañó, su tiempo y su buen hacer para concienciar a la sociedad sobre la importancia de la educación y sacar a la luz temas tan urgentes como la segmentación de la cuestión de la violencia contra las mujeres.

Ms. Juliana Sarti