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jueves, 1 de junio de 2017

¿LAS MENTIRAS TIENEN LAS PATAS CORTAS? (II)

Los 20 motivos por los que miente el ser humano
David Livingstone, de la Universidad de Nueva Inglaterra (EE. UU.), resumía de este modo el acto de mentir: “Mentimos de forma espontánea igual que respiramos o sudamos”. Y recuerda que el ser humano es el único animal capaz de engañarse a sí mismo, puesto que mentir tiene sus ventajas. Algunas de las razones más comunes, y hasta razonables, para mentir son:

# 1.- Para quedar bien o para excusarse.
# 2.- Para obtener lo que se quiere.
# 3.- Para no perder ciertos derechos.
# 4.- Para dar una mejor imagen de uno mismo.
# 5.- Para ganar respeto al ingresar en un grupo nuevo.
# 6.- Para ser tratado de manera diferente.
# 7.- Para no ser rechazado o castigado.
# 8.- Para influir en la percepción que alguien tiene sobre nosotros y cuya atención deseamos o queremos evadir.
# 9.- Para dar una mejor imagen de uno mismo (en el caso de los hombres) o para hacer que la otra persona se sienta mejor (en el caso de las mujeres).
# 10.- Para defender la autoestima, según parece, los extrovertidos mienten más que los introvertidos.
# 11.- Proteger la intimidad propia o la de otras personas, para resolver situaciones incómodas utilizando el denominado ‘tacto’ o, simplemente, para quedar bien.
# 12.- Para escabullirnos ante una respuesta que se desconoce y librarse de la vergüenza de reconocerlo.
# 13.- Para ahorrar, ganar tiempo o dinero.
# 14.- Para postergar decisiones.
# 15.- Para no lastimar los sentimientos de otros y no hacerlos sufrir con la verdad.
# 16.- Para sentirnos mejor en relación a uno mismo.
# 17.- Para dar una buena impresión ante el otro.
# 18.- Para hacer que luzca más un currículo.
# 19.- Por no saber reconocer ciertos tipos de verdades (como las científicas o las paradojas matemáticas).
# 20.- Para salir rápidamente de un problema.


Los hombres y las mujeres mienten de distinto modo

Las investigaciones de los psicoanalistas apuntan que las mujeres mienten más para proteger los sentimientos de los demás, mientras que los hombres mienten para mejorar su imagen. Según el psiconalista Enrique Novelli, los motivos más comunes por los cuales los hombres mienten giran en torno a la infidelidad y a la potencia sexual. "Son dos temas típicos en el varón para poder mantener cierta imagen. Utilizan la mentira para que no se descubra la infidelidad, aunque muchas veces esta lleva a que se haga algo para que la pareja descubra el engaño", sostiene. "Mayormente el hombre es infiel por una cuestión de venganza, ya que algunos buscan una ‘aventura’ porque, por ejemplo, su mujer se negó a mantener relaciones sexuales por alguna causa", agrega. 


Según apunta: "El hombre es menos efectivo en las mentiras que la mujer. Hay mentirosos que son muy profesionales, pero para eso tienen que tener una cierta estructura de la personalidad y ser muy memoriosos", explica Novelli. En tal sentido, la psicoanalista Mónica Cruppi considera que los hombres compiten y quieren dejar una huella en lo social. "Ellos mienten en su potencialidad, no solo en lo sexual, sino también en sus logros laborales y el estatus social". 


En opinión de Cruppi, las mujeres son más compasivas que los hombres, ya que para no herir la susceptibilidad del otro, a veces, distorsionan la realidad. "Aunque lo piense, es raro que una mujer le diga a una amiga que está gorda. La mujer es más contenedora afectivamente, ya que cree que de esta manera no hiere tanto al otro. Preserva sus afectos y la familia". 

En el aspecto sexual no solamente ellos mienten o exageran frente a sus amigos en su desempeño amatorio, sino que ellas también recurren a los engaños para fingir placer "ya que les resulta más fácil que al hombre poder disimularlo", según afirma Novelli. 

La sinceridad de los seres humanos
Algunos investigadores, como los de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) y de Quebec, en Montreal, buscaron las causas de por qué la gente se muestra sincera. Partían de la premisa de que lo único que motiva a la gente es su propio beneficio material: “Siempre diremos la verdad si nos conviene materialmente y mentiremos si no es así”. Pero, a veces, las personas dicen la verdad, aunque les suponga un coste material.

Por eso tuvieron en cuenta la hipótesis de que “la gente es sincera porque lo ha interiorizado y, lo contrario les hace sentir una emoción negativa como la culpa o la vergüenza, lo que conocemos como aversión pura a la mentira”. Y tuvieron también en cuenta otras motivaciones como hipótesis: el altruismo, la conformidad con lo que pensamos que el otro espera que digamos, o el compromiso y el deseo de no defraudar las expectativas del otro. 

Se analizaron, además, las expectativas de la gente que dice siempre la verdad y de los mentirosos. “Vimos que la gente honesta cree que los demás son honestos, mientras que los que son deshonestos creen que los demás también van a mentir”. 


El catedrático de Psicobiología, Martínez Selva, señala dos tipos de mentirosos: el fabulador y el sinvergüenza. “El fabulador es alguien acostumbrado a contar mentiras a lo grande y en todos los ámbitos: se reinventa, aunque lo hayan descubierto antes; el sinvergüenza intenta lograr una ventaja para alcanzar un objetivo que no puede conseguir o que no tiene la seguridad de lograrlo”. 

Pero mentir es un acto consciente, aunque no todo el mundo sea capaz de hacerlo. El filósofo Alexander Pope aseguraba que “el que dice una mentira no sabe qué tarea ha asumido, porque estará obligado a inventar veinte más para sostener la certeza de esta primera”. O sea, para mentir hay que tener memoria; de otro modo la mentira se acaba volviendo en tu contra… Y no todo el mundo es capaz de sobrellevar el peso de la culpa, por lo que al final uno se ve obligado a confesar. 

En los últimos tiempos, diversos personajes públicos se han visto obligados a confesar sus falacias: “el ciclista Lance Armstrong reconoció que se había dopado después de sostener lo contrario durante más de diez años, Enric Marco fingió ser un preso del nazismo. Y antes, Richard Nixon, Bill Clinton, Tiger Woods, Anna Anderson o Ana Rosa Quintana y otros muchos fueron mentirosos que tuvieron que confesarlo públicamente”. 

Dicho de otro modo
Ya sea una pequeña o una grande, con buenas o malas intenciones, a los demás o a nosotros mismos, todos nos mentimos y nos hemos mentido siempre. Esto forma parte de nuestra naturaleza, un hábito arraigado, una costumbre ancestral. Sin embargo, no debemos olvidar jamás que la mentira tiene piernas cortas, dura hasta que llegue la verdad y, no lo duden, la verdad siempre llega.

Pepe Cocodrilo


Notas bibliográficas y citas:

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