Definición de Correveidile:

1. Persona que trae y lleva cuentos y chismes // 2. Blog de los amantes de la lengua de Cervantes


domingo, 8 de mayo de 2016

CUENTO: "Rocinante y Rucio, amigos inseparables"



En los campos manchegos había un caballo cuyo nombre era Rocinante, un fiel compañero de su hidalgo Don Quijote, que muchas veces se lanzaba a los campos en su lomo para lidiar molinos, acometer rebaños, libertar a los hijos de mala madre y rescatar a doncellas del cautiverio. Rocinante, contagiado por las locuras y aventuras de su amo, creía ser un caballo noble que servía a su hidalgo en las batallas y hazañas. Para su amo este nombre le sonaba alto, sonoro y significativo; además, Rocinante sería uno de los caballos más famosos del mundo. 


Rocinante vivía en un mundo que no era el suyo. En realidad, era un rocín de campo, albino; el pobre estaba en los huesos y era pura piel, además de ser pando, tenía un aspecto burlesco para ser el caballo de un caballero tan conocido e importante. Rocinante, al igual que su amo, contaminado por sus demencias, soñaba con ser un caballo lipizzano, noble, imponente, con una gran cola larga, pelo brillante, valiente y audaz.

Un día, en su primera aventura, Rocinante conoció a Rucio, el compañero de Sancho Panza, que a su vez era el fiel escudero de Don Quijote. Y en esa aventura se hicieron muy amigos. Rucio era más realista, no se alimentaba de sueños ni de imaginación, tenía los pies en el suelo, no confundía los molinos de viento con gigantes, tampoco a los rebaños con ejércitos; no obstante, era muy miedoso y tembloso. 


A partir de ahí empezó a participar en todas las aventuras y hazañas de su amigo Rocinante, pasaron a vagar juntos, así como a compartir la fresca y olorosa yerba de aquellos campos manchegos. En estas andanzas, Rocinante con cierto aire de superioridad le explicaba a Rucio que los caballos de su casta briosa eran audaces y ligeros como el viento, por esa razón le encantaban las hazañas, las batallas y las luchas.

Rucio se puso nervioso al escuchar tanta insanidad, pero sabía que Rocinante padecía un encantamiento y que había sido infectado por la demencia de su amo Don Quijote, ya que quería ser lo que verdaderamente no era. De modo que se mostró muy preocupado por su amigo, así que trata de encontrar una manera de ayudarle buscando la cura para el encantamiento. 



Cierta vez, en una de sus aventuras, estando de paso por un caserío, Rucio escuchó hablar de que había un mago en los alrededores de la Mancha que liberaba a la gente de supuestos encantamientos. Decidió, entonces, irse al encuentro de dicho mago, con la esperanza de romper el encantamiento que poseía la mente de su mejor amigo. Aunque temblando de miedo, siguió adelante con su plan.

Los dos amigos se pusieron en camino, dejando los campos manchegos, adentrándose en un bosque sombrío y helado para hablar con el hechicero que vivía en una cueva. Rocinante sin saber nada, se quedó fuera y se puso en guardia, por ser el más valiente, mientras que Rucio entraba en aquel lugar oscuro y con eco. Ya en el interior de la cueva, Rucio gritó:




-¡Por favor, desencanta a mi amigo, para que pueda volver a su realidad!

De repente Rucio escuchó una voz dulce y suave que le contestó:

-Rucio, todo lo que puedo hacer, lo haré con mucho gusto; he aquí el agua del desencantamiento. Debes alimentarlo con ella y luego todo encantamiento desaparecerá.

Se oyó un ruido y ante una densa niebla, como si fuera una cortina de humo, surgió el mago con una botella llena de agua donde relucía el sol de toda la naturaleza. Rocinante al presenciar el alumbramiento de todo el sitio, con su voz poderosa, le preguntó a Rucio:

-¿Qué es esto?

- ¡No es nada, no te preocupes amigo! Lo que tengo aquí es agua fresca para matar nuestra sed tras este largo viaje -le respondió Rucio con cierta inseguridad.

Los dos amigos caminaron y caminaron sin parar, hasta que se cansaron y sintieron más sed. Se detuvieron para descansar, comieron las mejores hierbas que encontraron y bebieron agua fresca de los arroyos.

Siguieron con el viaje, pero tras una larga caminata se cansaron; la sed era descomunal, en este momento, Rucio cogió el baciyelmo, lo llenó del agua mágica, y se lo dio a Rocinante; del agua emanaba el mismísimo sol, haciendo que Rocinante se sentiera impotente, sin reacción, todo lo que debería hacer era beberla puesto que iba a deshacer las hechicerías y sus encantamientos.

Su amigo estaba muerto de sed, bebió el agua y como por arte de magia se deshizo el encantamiento. Rocinante se despertó con los ojos desorbitados, dio un relincho largo y sonoro y se cayó en el suelo desfallecido; poco tiempo después, empezó a recobrar la memoria. Rucio, al ver esta escena, no se aguantó de tanta alegría y le dijo a Rocinante:

-¡Estás sano amigo mío, el agua te ha desencantado, ahora ya puedes ser el verdadero rocín!

Rocinante se levantó muy vivamente y le dio las gracias por haberle ayudado a librarse del tal encantamiento. Se abrazaron durante un largo tiempo. Después de abrazarse, los dos volvieron a casa para hacer frente a la dura realidad de la vida.

Mei Santana
Escritora brasileña

6 comentarios:

  1. Otro precioso regalo que Mei ha enviado para este Blog. ¡¡Gracias!! Seguro que lo disfrutaremos mucho...

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    1. Gracias a ti por darme la oportunidad de presentar un poquito de mi trabajo como escritora. Besos!

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  2. Fernanda Pereira8 de mayo de 2016, 22:30

    Hermoso, hermoso, hermoso, querida Mei!

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  3. Maravilloso post, Mei gracias por compartilo con nosotros!!

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