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miércoles, 1 de agosto de 2018

La venganza, "al servicio de un propósito muy útil"



La venganza "es una reprimenda que se ejerce sobre una persona o un grupo de ellas por una acción que es percibida como mala o dañina. El sujeto que se siente afectado decide vengarse y concreta una especie de reparación por el daño. Así que la venganza supone una compensación por el agravio recibido". Este concepto era tan importante que los antiguos griegos tenían una diosa para la venganza.

Némesis: La diosa de la venganza

Si Temis era la diosa de la justicia y del orden, Némesis (hija de la diosa Noche) era la de la retribución y la venganza. Esta, por lo tanto, contrarrestaba las desmesuras que la diosa Fortuna hacía con algunos mortales cuando les daba demasiada dicha. Némesis entronca con la propia cultura helénica, amante del equilibrio y enemiga acérrima de los excesos. Asimismo, también se relaciona con el temor que los griegos tenían de la cólera divina. Ser demasiado dichoso o incluso excesivamente feliz no estaba “bien visto”, por lo que Némesis ejercía una justicia retributiva, es decir, castigaba los crímenes de los hombres con implacable severidad.

Cierto día, Zeus se enamoró de ella y empezó a perseguirla. Para huir de su persecución amorosa, la diosa vengativa recurrió a innumerables metamorfosis, pero al final no pudo evitar que el Padre de todos los dioses la hiciera suya y acabara alumbrando a la bellísima Helena, la que sería la principal causa de la Guerra de Troya.

La Ley del talión: El primer límite a la venganza

El término "Ley del talión" se refiere a un principio jurídico de retribución en el que la norma imponía un castigo que se identificaba con el crimen cometido. De esta manera, no solo se ejercía una pena equivalente, sino que era idéntica. La expresión más famosa de la Ley del talión es aquella del “ojo por ojo, diente por diente”, aparecida en el Éxodo. 

Históricamente, constituye el primer intento por establecer una proporcionalidad entre el daño recibido en un crimen y el producido en el castigo, siendo este el primer límite a la venganza. Multitud de ordenamientos jurídicos se han inspirado en la ley del talión, en especial en la Edad Antigua y en la Edad Media. Aunque pudiera parecer una ley primitiva, el espíritu de esta era el de proporcionar la pena en cuanto al delito y, con ello, evitar una respuesta desproporcionada por la venganza. La aplicación de la pena con barbarie, a lo largo de los siglos, no implica un defecto de la ley, sino un defecto de quienes la aplican.

Los beneficios inesperados de la venganza 

Muchos, sin duda, hemos imaginado una venganza contra los que nos han contrariado o, incluso, contra aquellos a los que le hemos dado un golpe. En el momento del acto puede sentirse como una catarsis, pero si nos paramos a pensarlo bien... ¿qué nos motiva a buscar venganza?


Los investigadores han buscado respuestas a esta pregunta y han llegado a la conclusión de que la venganza tiene algunas ventajas inesperadas. Para empezar, se trata de un poderoso detonante emocional que mueve a las personas a actuar. "Es una experiencia muy extendida de la vida humana, personas de todas las sociedades entienden la idea de enfadarse y querer herir a alguien que te ha hecho daño", asegura el psicólogo evolutivo Michael McCullough, de la Universidad de Miami, el cual lleva más de una década estudiando los mecanismos de la venganza y del perdón.

De hecho, la venganza potencia el crimen. Está asociada con hasta el 20% de los homicidios y el 60% de los tiroteos en escuelas, según muestran distintos estudios. Pero también influye en la política. La victoria presidencial de Donald Trump, en Estados Unidos, se produjo gracias a la "venganza de los blancos de clase media, que se sintieron abandonados por una economía que se globaliza a un ritmo rápido", según escribió el Washington Post. Asimismo, muchos otros medios se hicieron eco de este sentimiento.

Una desconocida para la ciencia

"Mientras que el tema de la agresión ha sido bien estudiado (sus detonantes incluyen el alcohol, haber sido previamente insultado y los rasgos narcisistas de personalidad), la venganza está peor comprendida". No es tan fácil separarla de lo que es un comportamiento violento, haciendo que sea un tema de difícil estudio. 


David Chester, de la Universidad de Virginia Commonwealth, empezó a investigar los mecanismos de la agresión, pero enseguida se dio cuenta de que, con frecuencia, hay algo más antes de una interacción violenta. Se refiere a las emociones asociadas a lo que se conoce como el "intermedio psicológico", que son los pensamientos y sentimientos que se producen entre una provocación y el resultado agresivo. "Me provocó curiosidad, cómo se pasa de algo, como recibir un insulto, a llevar a ejecutar una respuesta agresiva". La clave, en opinión de Chester, es el deseo de represalia. "Así que, por intentar entender la agresión, empecé a estudiar la venganza".

Agresión y placer

Al principio, junto con su colega Nathan DeWall de la Universidad de Kentucky, Chester descubrió que una persona que es insultada o rechazada socialmente sufre dolor emocional. La zona del cerebro asociada con este dolor se activó con más intensidad en los participantes voluntarios que reaccionaron con una actitud agresiva tras sentirse rechazados. "Está poniendo de manifiesto una tendencia antigua y mantenida durante la evolución, la de responder a las amenazas y hacer daño mediante una represalia agresiva" dice Chester. 

En un estudio de seguimiento, el investigador se sorprendió al ver que el dolor emocional estaba muy unido al placer. Aunque el rechazo fuese doloroso al principio, podía ser enmascarado de inmediato por el placer cuando se presentaba la oportunidad de vengarse: incluso activaba el circuito de recompensas del cerebro.


Las personas que han sido provocadas se comportan de forma agresiva porque, sin duda, puede ser "gratificante hedonísticamente hablando", concluyó Chester. Así que la venganza, según parece, puede ser muy dulce. El vínculo entre la agresión y el placer en sí mismo no es nuevo. El padre de la psicología, Sigmund Freud, era muy consciente de que comportarse de forma agresiva puede ser una forma de catarsis, pero la idea de que la venganza proporciona una forma especial y característica de placer tan solo ha surgido de manera reciente. 

Una muñeca de vudú
Para entenderlo mejor, Chester y DeWall pusieron en marcha una serie de experimentos, publicados en la edición de marzo de este año en la revista Personality and Social Psychology.

En primer lugar, hicieron que los participantes se sintieran rechazados al ser excluidos a propósito de un juego de lanzamiento de pelota automatizado. Luego, permitieron que todos los participantes clavasen agujas en una muñeca virtual de vudú. Los que estaban en el grupo de los rechazados pincharon su muñeca con un mayor número de agujas.

Esta simulación de rechazo se hizo primero de forma remota, a través de internet, y luego se replicó con distintos participantes en el laboratorio. En la versión del laboratorio, los participantes dejaron salir su deseo de "venganza" emitiendo un ruido explosivo prolongado y desagradable contra sus oponentes (que eran ordenadores y no gente real, pero los participantes no lo sabían). De nuevo, aquellos que se sintieron más rechazados sometieron a sus rivales a estallidos más largos.

Al final, para entender el rol de las emociones en el deseo de venganza, Chester y DeWall proporcionaron a los participantes una supuesta droga que inhibía el estado de ánimo (en realidad, era solo una vitamina inofensiva). Aun así, el efecto placebo fue tan fuerte que los participantes que tomaron "la droga" no se molestaron en vengarse de las personas que los rechazaron, mientras que aquellos que no recibieron “la droga” actuaron de forma mucho más agresiva. El grupo que tomó el placebo parece que no buscó venganza porque creyó que no sentiría placer en ello. 

Un placer ¿pasajero?

Con estos resultados, el equipo llegó a una conclusión sorprendente. No solo la venganza puede dar placer, sino que también la gente la busca para anticiparse a eso mismo. "Se trata de la experiencia de regular emociones", dice Chester, y funcionó. Tras tener la oportunidad de vengarse, los individuos rechazados obtuvieron la misma puntuación en los exámenes de estado de ánimo que aquellos que no se sintieron rechazados.

Sin embargo, la conclusión hay que interpretarla con un poco de cautela. En la actualidad no existen estudios de seguimiento a largo plazo sobre cómo se siente la venganza días, o incluso semanas, después del acto. Y, según apunta Chester, algunos resultados preliminares, todavía no publicados, muestran que las personas que buscan venganza solo obtienen un sentimiento de placer momentáneo.

"Como muchas otras cosas, se sienten bien en el momento. Pero empieza un ciclo que comienza a parecerse a una adicción… luego se sienten peor que cuando empezaron". Y esto puede ayudar a explicar por qué aquellos que buscan el "subidón de la venganza" no son capaces de anticipar las consecuencias personales desastrosas que puede implicar.


Pero, ¿por qué?

La pregunta, entonces, es por qué este comportamiento, en apariencia destructivo, ha persistido en nuestra evolución si puede causarnos tantos problemas. La respuesta es que, lejos de ser un error evolutivo, la venganza está al servicio de un propósito muy útil.


Michael McCyllough lo explicaba así: "Aunque la gente puede decir que buscar la venganza 'es muy malo para ti' (porque puede arruinar tus relaciones, por ejemplo) el hecho es que existe y es positiva. El objetivo principal es funcionar como factor disuasorio, lo cual a su vez tiene claras ventajas para nuestra supervivencia".

Si se piensa en la cultura de las bandas o de las cárceles, lo que puede sucederle a cualquiera es que, si se mezcla con la gente equivocada, los ataques vengativos pueden ser una consecuencia. "Si tienes una reputación de ser alguien vengativo, la gente no se va a meter contigo ni va a intentar aprovecharse", asevera Chester. 

La amenaza de venganza puede, en sí misma, disuadir de un ataque, comenta McCullough. "Al individuo que responde a ese daño le irá mejor que al que recibe la bofetada en la mejilla y deja que el chico malo se salga con la suya". Al igual que el hambre, se considera la venganza como una necesidad primaria que satisfacción. Solo entonces puede, el vengador, seguir adelante "porque el objetivo se ha cumplido".


Así que, si el objetivo principal de la venganza es evitar el daño, en efecto se trata de algo muy bueno. “Pero esto no implica que se deba animar a la gente a buscar venganza”, sostiene McCullough. "Podemos apreciar para qué sirve, entender que no es el producto de mentes enfermas y, al mismo tiempo, estar interesados en ayudar a la gente a limitar sus deseos de venganza", asegura.

¿Qué se gana con la venganza?

La venganza ha formado parte del comportamiento humano casi desde que el mundo es mundo. La literatura la ha usado, a lo largo de su historia, desde las tragedias griegas hasta su presencia en el Hamlet de Shakespeare.


Muchos creen que, al vengarse, sentirán alivio emocional del malestar que cargan debido al daño que han recibido por parte de alguien. No obstante, se han hecho estudios en los que se ha comprobado que, quienes se vengaban, seguían sintiéndose mal, mientras que los que no lo hacían, tenían un malestar menor. Cuando nos vengamos, aumentamos la importancia del incidente y pensamos mucho más en él, lo que nos lleva a darle vueltas en la mente y sentirnos peor, es decir, la venganza mantiene la herida abierta y fresca.

O dicho de otro modo

¿Qué es la venganza? ¿Una necesidad primaria que necesita ser satisfecha o, tal vez, un pretexto para hacer justicia con las propias manos? Para algunos constituye un placer del que se debe disfrutar poco a poco. Sin embargo, para otros, es una defensa que parte de una táctica intimidatoria.

Sea como fuere, la realidad muestra que las personas reaccionan directamente contra quienes consideran culpables de la comisión de delitos y agravios, sin tener en cuenta a ningún agente de justicia. Si esta práctica se llegase a generalizar, la sociedad caería en un peligroso proceso de descomposición.

Pepe Cocodrilo






Consultas bibliográficas y citas:
https://pbs.twimg.com/media/Cuq_BpqXgAQAWvA.jpg https://www.frascodecitas.com/tema/plato%20y/                                              http://quefrases.de/frase/24837

2 comentarios:

  1. Pepe, entonces esta idea del origen de la venganza y de los estudios de Chester, como una respuesta "en caliente" y que es seductora, contradice un poco aquel refrán que afirma que: "La venganza es un plato que se sirve frío". Me quedé todavía más curiosa con este tema...

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  2. Querida Mafalda, buenos días. Hablar acerca de la venganza es navegar en las aguas turbulentas del oceáno de las emociones. La mayoria de las personas desea vengrarse de inmediato. Pero, aquellos que tienen autocontrol y consiguen esperar por el momento oportuno, logran una venganza plena. Yo creo que vivir bien es la mejor venganza. ¿Y tú Mafalfa, qué opinas? Beso cariñoso.

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