Definición de Correveidile:

1. Persona que trae y lleva cuentos y chismes // 2. Blog de los amantes de la lengua de Cervantes


martes, 2 de abril de 2024

Musiclicando Retro: “Vicente Feliú, el eterno trovador cubano”

Vicente Feliú Miranda, nació el 11 de noviembre de 1947, en La Habana (Cuba). Ya desde niño, Feliú recibió de la mano de su padre la guitarra y las primeras lecciones, hecho que, con el paso de algunos años, le posibilitó componer sus primeras canciones (1964), lo que culminó con su ingreso años más tarde en el movimiento artístico dedicado al canto testimonial (1972), junto a grandes artistas como: Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Noel Nicola, Lázaro García y Augusto Blanca.

Esto resultó en el nacimiento del conocido movimiento de La Nueva Trova cubana, es decir, la banda sonora de la Revolución, que durante muchos años compartió con toda Latinoamérica las más bellas y conocidas canciones de protesta, que fueron interpretadas por muchos cantantes, no obstante, permanecieron por mucho tiempo como verdaderos himnos. Por esta razón, Vicente se presentó en más de 20 países, incluso estuvo varias veces en Argentina, al lado de grandes artistas, como: Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Luis Eduardo Aute, Leon Gieco, Mercedes Sosa, Gabino Palomares, Daniel Viglietti, Alfredo Zitarrosa y Luis Enrique Mejía Godoy. 

Asimismo, Vicente empezó una trayectoria exitosa, grabando desde 1978 hasta 2015, los álbumes titulados: Créeme (una canción que nombra el álbum), No sé quedarme, Arteporética, Aurora, Guevarianas, Ansias del alba, Itinerario, A guitarra limpia, El colibrí, Vicente Feliú al bannaSants, Las flores buenas (de Javier Heraud) y Vicente Feliú – Miryam Quiñones. Encima, Vicente compuso canciones para piezas teatrales, televisión y programas culturales.  

Más aún, fue director musical, locutor y director de radio, gracias a lo cual recibió premios y reconocimientos, tales como: Honor cubadisco (2012), premio Pablo, Distinción por la Cultura Nacional, Medalla Alejo Carpentier (2002), Premio Abril, Diploma al Mérito artístico otorgado por el Instituto Superior de Arte (2003) o la Orden Félix Varela (2004). Sin embargo, Vicente Feliú, “el eterno trovador cubano”, cuando se preparaba para hacer una presentación en el Museo de la Música el 17 de diciembre de 2021, lamentablemente, sufrió un infarto y falleció. 

El Centro de la Música, en aquella época, le prestó a Feliú un merecido homenaje con versos de una canción muy conocida, compuesta por él mismo, titulada: “Créeme”. Se adaptó para él del siguiente modo: “Créeme, nos será muy difícil acostumbrarnos a que no estés. Créeme, te agradecemos siempre todos los años que le dedicaste a la música, a Cuba. Gracias Vicente Feliú, por todo. Hoy la música, la patria, pierde a uno de sus mejores hijos”. Por consiguiente, para homenajear a este gran artista, seleccioné una canción titulada “La felicidad”, compuesta e interpretada por el propio cantautor.

¡Espero que la disfrutéis!

Jorge Martins




“La felicidad”

La felicidad es un buen hogar.

Es llegar al final de la tarde

y ver televisión, salir a comer

a algún restaurante y el domingo

charlar con amigos y un poco de ron.

La felicidad son los hijos que tienen

buen rendimiento y proponen ser como

papá.

La felicidad es un perro fiel,

que te ata, te mata y te salva

de ser la verdad.

La felicidad es la soledad

de llegar al final de la tarde

y poseer al sol, salir a correr a ningún

lugar y topar con la muerte, con flores

y algún trovador.

La felicidad no se sabe bien

sí anda en pacto con Dios, con el diablo

o aun con los dos.

La felicidad es un gato fiel,

que te ata, te mata y te salva

de ser la verdad.


Fuentes consultadas:

Fallece Vicente Feliú, uno de los fundadores, de la Nueva Trova Cubana - NODAL

Vicente Feliú - EcuRed

La Jornada - Muere el trovador cubano Vicente Feliú

A los 74 años murió el cantautor Vicente Feliú, referente de la Nueva Trova Cubana - LA NACION

Vicente Feliú: La canción como bandera de rebeldía, por Federico "Poni" Rossi | De Coplas y Viajeros

domingo, 24 de marzo de 2024

“La Guerra en la Edad Media” (2)

Si te perdiste: "La Guerra en la Edad Media (1)" pincha aquí


Pese al desgaste, a mediados del siglo IX, Bizancio demostró ser capaz de poner en pie un ejército de 120 000 hombres, otro de campaña de 25 000 y, finalmente, otro ejército provincial de hasta 55 000 efectivos. Esto fue posible apoyándose en una base demográfica de unos 8 millones de personas. Las dificultades, por tanto, señalan una cierta tendencia a que estados no consolidados ni unificados pusieran en liza grandes ejércitos, lo que a la larga supondría la conquista del territorio romano por tropas musulmanas, así como la fragmentación del Imperio carolingio en múltiples estados.


Ilustración 6: Guerra Medieval

Ilustración 6: Guerra Medieval

Si el peso de la infantería fue significativo desde principios de la Edad Media, no es menos cierto que, a partir de la Baja Edad Media, la caballería no solo no se mantiene en un plano secundario, sino que afirma su importancia. Durante la Guerra de los Cien Años, los franceses recurrieron a la caballería para atacar a los ingleses en Crécy, 1346, y Poitiers, 1365.


Los ingleses prefirieron basar su defensa en la infantería, máxime al verse obligados a desmontar para resistir la carga de la caballería, manteniendo una formación compacta, lo que hizo que, transcurridos los primeros momentos del combate, Inglaterra pudiera pasar a la ofensiva utilizando la caballería para llevar a cabo devastaciones sistemáticas de las principales fuentes de riqueza del territorio francés, así como de sus infraestructuras. 


Esto llevaría a Eduardo III a ampliar su soberanía sobre territorios que abarcaban una tercera parte de Francia en 1360. Se estaba imponiendo esta vez un modelo basado en fuerzas militares mucho más pequeñas que aquellas que fueron movilizadas en la Alta Edad Media reclutadas, conforme se acerca el siglo XV, entre la población autóctona a cambio de un sueldo en reinos de gran tamaño, como Francia e Inglaterra, o, en el caso de estados de menor tamaño, se procedía al reclutamiento de soldados foráneos, o sea, mercenarios.

Ilustración 7: Guerra medieval

No se puede descartar, por otra parte, que el debilitamiento de este vínculo en caso de guerra estuviera directamente relacionado con la centralización del poder político y administrativo en manos de un monarca u otro modelo análogo de soberano que, en el siglo XVI, daría lugar al surgimiento del llamado primitivo Estado moderno. 


Armas medievales de asedio y defensa

Un enfrentamiento militar típico de asedio en el medievo se producía cuando un ejército sitiaba el castillo del oponente. Si este estaba bien defendido, las opciones se limitaban a establecer un asedio con la finalidad de rendir la fortaleza por hambre o a utilizar máquinas de asedio para destruir las defensas.

El ariete

Se trata de un tronco que se utilizaba para derribar una gran puerta o portón, para que pudiera entrar la infantería. Podían ser usados ​​a la moda antigua, con varias personas que balanceaban el tronco y lo movían hacia adelante, o en una estructura con ruedas que se hacía rodar hacia atrás y adelante contra la puerta o la pared hasta romperla.  

El ariete fue empleado, por primera vez, en Grecia durante el asedio de Samos por los atenienses, en el 440 a. C. Siendo protegido por una cubierta reforzada con pieles para aumentar su espesor o impedir la expansión de líquidos inflamables. Además, sobre él se solía verter agua para impedir la combustión, ya que era una estructura de balancín, a veces dotada, o no, de ruedas.

En el momento en el que una sección del muro era derribada, la acumulación de material que ocupaba el lugar continuaba sirviendo como base para la defensa, aunque el mejor sistema para restañar los daños era la construcción de un nuevo muro, en el interior de la plaza asediada, que sustituyera al anterior.

La catapulta

La catapulta es ya un arma de asedio medieval clásica. Podía ser utilizada para disparar proyectiles a grandes distancias y romper paredes. La catapulta era popular en una variedad de diferentes formas en la Edad Media, incluso la ballesta y el escorpión podrían considerarse tipos de catapultas. 

La balista

La balista era una antigua arma de asedio que disparaba grandes proyectiles  por separado o en pequeños grupos, según el tamaño y estructura del modelo. Debido a su tamaño, debía sostenerse sobre un trípode y era manejada por varios hombres encargados de poner los proyectiles, tensar la máquina por un mecanismo de torsión y liberar el proyectil. Si la maniobra se hacía de modo correcto, el proyectil salía disparado a grandes distancias y se clavaba en uno o más enemigos.

Ocasionalmente, se incorporaron ruedas al soporte de la balista para poder cambiarla de sitio sin tener que desmontarla. Se usaban cuerdas o tendones de animales como tensores. En el siglo XV, la llegada del cañón al escenario europeo hizo que la balista, así como muchas otras armas de asedio tipo las catapultas, fuesen relegadas al olvido.

El onagro

El onagro es una antigua arma de asedio del tipo catapulta, que tenía mecanismo de torsión. Esta pieza de artillería era montada en el lugar del asedio por al menos 8 hombres, sobre una base de tierra aplastada o ladrillos, que disminuyera la vibración al ponerse en marcha. Constaba de un marco de madera que servía de base en el suelo, sobre el que se alzaba un marco también de madera (reforzado a veces con pieles), que servía de tope al brazo cuando este salía disparado, evitando así su rotura.

Este brazo estaba rematado en su punta por una cuchara o una bolsa de piel colgada, en la que se cargaba una piedra pesada que podía lanzarse a una distancia de hasta 800 metros. Antes de ello, el brazo era bajado por un mecanismo de torsión que tiraba de su parte superior por medio de un cilindro giratorio, en el que se ataban las cuerdas unidas al brazo. Este salía disparado al liberar todo el conjunto por medio de una palanca situada en el lateral opuesto a la rueda giratoria que bajaba el brazo.

La tortuga / El testudo

En el testudo, los infantes se cubrían con sus escudos solapándolos a modo de caparazón, mientras que la primera fila de hombres protegía el frente de la formación con los suyos levantándolos hasta el centro de su cara. En caso de necesidad, los soldados de los flancos y los de la última fila podían también cubrir los lados y la parte posterior de la formación, aunque entonces la protección de la capa de escudos que cubría el cuadro era inconclusa al reducirse su número.

La torre de asedio 

Esta se utilizaba para conseguir llevar tropas desde tierra hasta altos muros. Era un arma de asedio específicamente diseñado para asaltar el castillo que estaba siendo sitiado.

El modelo básico es el de una torre de base cuadrada de varios pisos, unidos entre sí por una escalera interna o posterior, dos o tres metros más alta que las murallas a superar y con un puente levadizo en su parte superior por el que alcanzaban las murallas enemigas los soldados que llevaba en su interior. También solían portar arqueros, que disparaban a los defensores en el momento de bajar el puente. Para poder moverse, la torre contaba con cuatro grandes ruedas. Inicialmente era movida por  caballos, pero, a medida que se acercaba a su objetivo, la tracción animal era sustituida por el empuje de numerosos hombres en su parte posterior.

El escorpión 

El escorpión era una máquina de guerra de proyección o tiro, usada para el ataque y defensa de plazas, y que debió su nombre a unas tenazas parecidas a las del escorpión, con las que agarraba las piedras o dardos que tenía que proyectar.

La gran diversidad de textos en los que se describe esta máquina y su funcionamiento, envuelve en una gran oscuridad todo lo referente a su forma, magnitud o la clase de proyectiles que arrojaba.

El petardo 

El petardo era una pequeña bomba, por lo general con una base rectangular y de forma cónica, que se llenaba de pólvora y se encendía con una mecha lenta para hacer estallar las paredes o puertas de los castillos. 

La bombarda

Este artilugio era un cañón medieval que disparaba grandes bolas de piedra pesadas ​​a sus oponentes, a alta velocidad, dándole así una inmensa potencia destructiva. 

El trebuchet 

En contraste con las catapultas, el trebuchet no utiliza ningún tipo de mecanismo complicado. Es de fácil confección y mantenimiento sencillo. Era capaz de lanzar proyectiles mucho más pesados y a más distancia que las armas similares existentes hasta entonces. El principio del trebuchet consiste en transformar la energía potencial en energía cinética. Parte de la energía cinética se disipa en forma de calor y sonido. 

El hwacha

Este dispositivo podía disparar hasta 200 flechas incendiarias. Los objetivos eran las velas de los barcos o un gran número de soldados en la zona principal del castillo. 


El dispositivo no solo se utilizaba para el combate en tierra, como la defensa de castillos y otras fortalezas, sino también para las batallas en las que participaban un gran número de soldados.

El foso 

Hay una gama de opciones de personalización que se pueden utilizar según sus propios gustos. ¿Quiere llenarlo con cocodrilos devoradores de hombres? Lo único que se lo puede impedir es su presupuesto para la defensa hogareña. 

La gente en la Edad Media no era buena nadadora, especialmente con toda esa pesada armadura y la cota de malla que siempre llevaban. ¿Quiere un enfoque aún más intimidante? Tire un poco de aceite en la superficie del foso y préndale fuego y ahora estará protegido por un anillo literal de fuego líquido. 

El puente levadizo

Una de las mejores armas de asedio medievales es el puente levadizo, un verdadero clásico que es familiar para cualquier persona que haya crecido viendo dibujos animados en la televisión. Ponga esto frente a su castillo y nadie se interpondrá entre usted y lo que no quiere, especialmente si se combina con otros elementos. 

Los hoyos asesinos 

Estos eran agujeros en la parte superior de una estructura, a través de los cuales se arrojaban proyectiles sobre los intrusos. Rocas, flechas, azufre, alquitrán, arena caliente hirviendo, e incluso aceite hirviendo, podían ser arrojados por los hoyos asesinos.

Las saeteras 

Estas eran aberturas estrechas o cruces hechas dentro de las paredes y torres, que permitían a los defensores lanzar flechas a los atacantes potenciales desde el exterior. En un principio se situaban en las torres, que dispuestas adecuadamente cubrían cualquier ángulo entre las diferentes torres vecinas. 

Más tarde, viendo la eficacia de las saeteras, se colocaron por los diferentes puntos claves de la murallaDespués se introdujo la pólvora y las aberturas se redondeaban a menudo para dar cabida a las armas de fuego. 

 

El matacán 

Un matacán es una obra sólida que se ubica en la parte alta de una muralla, de una torre o de cualquier otra fortificación, y que sobresale de esta por su parte exterior; empleada, durante un asedio o asalto, como un lugar seguro desde el cual sus defensores pueden mirar y atacar en vertical al enemigo. 

Consiste en una plataforma con orificios, a través de los cuales tanto piedras, como materiales ardientes y otros tipos de proyectiles, pueden ser lanzados sobre el enemigo que se halle debajo, al pie de la fortificación defendida. 


Continuará...



Pepe Cocodrilo

 

 

 

 


Consultas bibliográficas y citas:

https://www.arteguias.com/guerraedadmedia.htm

http://interesantesbiografias.blogspot.com/2010/02/y2a-maquinas-de-guerra-en-la-antiguedad.html

https://www.rutasconhistoria.es/articulos/estrategia-militar-de-los-ejercitos-en-la-edad-media

https://sobrehistoria.com/el-arte-de-la-guerra-en-la-edad-media/

https://www.taringa.net/+imagenes/armas-medievales-de-asedio-y-defensa_uofsh

https://www.infoescola.com/curiosidades/trabuco/