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jueves, 26 de julio de 2018

Musiclicando Retro: Celia Cruz “La embajadora mundial de la música cubana”



Celia Caridad Cruz Alfonso, nació en el barrio de Santos Suárez de La Habana (Cuba), el 21 de octubre de 1924. Hija de Catalina Alfonso y de Simón Cruz, Celia heredó de su madre el don especial de cantar, puesto que cuando tan solo tenía once años ya cantaba para los turistas que, fascinados con las interpretaciones, le compraban pequeños regalos. Desde ese momento, Celia pasó a admirar las orquestas a través de las ventanas de los cafés musicales, ya que su padre no aprobaba la carrera de cantante.

En verdad, este quería que su hija fuese maestra. Entonces, Celia estudió magisterio, pero no llegó a ejercer la profesión, ya que acabó ingresando en el Conservatorio Nacional de Música. Durante esta época ya actuaba como cantante en programas de radio, como “La hora del té” o “La Corte suprema del aire”, en los que alcanzó primeros premios (como un pastel o una cadena de plata). En especial, en Radio García Cerrá, por su interpretación del tango “Nostalgia”, recibió un premio de quince dólares.

Por esta razón, participó en las orquestas Gloria Matancera y Sonora Caracas; asimismo, formó parte del espectáculo “Las Mulatas de fuego” que recorrió Venezuela y México. En 1950, fue integrante del cabaret Tropicana, hecho que cambió su vida, puesto que fue donde conoció al director de la Sonora Matancera, el guitarrista Rogelio Martínez, que la contrató como solista para sustituir a Myrta Silvia, la solista oficial. La Sonora Matancera era una orquesta muy conocida por la calidad de sus músicos, los ritmos negros y los sonidos de trompeta.

Celia no tardó en ser la protagonista del grupo, gracias a lo cual la orquesta vivió su mejor época musical. Durante los años 50, Celia Cruz y la Sonora Matancera hicieron historia en la Cuba de los grandes nombres como Pio Leyva, Tito Gómez, Barbarito Diez, Benny Moré o del dúo Los Compadres, con Compay primo (Lorenzo Hierrezuelos) y Compay Segundo, entre otros. Pero fue el tema "Burundanga" el que la llevó a Nueva York, en abril de 1957, para recoger su primer disco de oro.

Celia ya poseía diversos apodos y títulos, como la “Reina de la Rumba” o “La guarachera de Cuba”, tras sus primeras giras por México, Argentina, Venezuela y Colombia. El 15 de julio de 1960 Celia estuvo, junto a la Sonora Matancera, un año en México, pero por problemas de relaciones entre Cuba y Estados Unidos decidieron no regresar más a Cuba.

Ya en Estados Unidos, Celia actuó en el Palladium de Hollywood. El 14 de julio de 1962, Celia Cruz se casó con el primer trompetista de la orquesta, Pedro Knight, y en 1965, ambos dejaron la Sonora Matancera, de manera que Pedro, además de su esposo, se convirtió en su representante, algo que le permitió empezar un nuevo trabajo como solista, junto al gran percusionista Tito Puente, y llegar grabar ocho álbumes.

A partir de los años 70, Celia ya era una gran estrella de la música mundial y esto le permitió grabar con muchos músicos, como el flautista dominicano Johnny Pacheco con el que sacó el disco Celia & Johnny, y pudo experimentar con otros ritmos, como el rock, con el británico David Byrne.

Por consiguiente, grabó con el rumbero "Azuquita", el grupo argentino Los Fabulosos Cadillacs, los españoles Jarabe de Palo y el rapero haitiano Wyclef Jean; también improvisó duetos con las cantantes: Lola Flores, Gloria Estefan, Dionne Warwick y Patti La Belle, así como también con el mexicano Vicente Fernández. La apertura y el cierre de sus conciertos estaban marcados por su potente grito: ¡”Azúcar”! Llevaba siempre zapatos de tacón alto y trajes de colores fuertes, que formaban no solo parte de los espectáculos sino también de su identidad artística.

Celia Cruz, además de ser la embajadora mundial de la música cubana, actuó como actriz en las películas Los reyes del mambo y Cuando salí de Cuba. A inicios del 2003, se descubrió que sufría una enfermedad que no tenía cura, por lo que el 13 de marzo de ese mismo año recibió un homenaje, por parte de la comunidad latina, en el teatro Jackie Gleason de Miami y en esta época grabó el que sería su último disco porque no llegaría a verlo Regalo del alma. 

En suma, Celia Cruz no tuvo hijos ni tampoco pudo entrar en Cuba para asistir al entierro de su madre, que falleció en 1962. Sin embargo, encontró en su marido, Pedro, el aliento y la motivación necesarios para seguir su carrera. En el verano de 2002, Celia celebró el cuadragésimo aniversario de su boda con una fiesta que organizó la cantante española Lolita Flores, en Madrid. En otras palabras, Pedro estuvo a su lado hasta el 16 de julio de 2003, cuando Celia falleció en su casa de Fort Lee (Nueva Jersey). Así que, para recordar esta gran unión, seleccioné una canción compuesta por Rafael Hernández e interpretada por Celia y Pedro, “Desvelo de amor”. El vídeo está presentado por la propia Celia, que se deshace en halagos. 

  ¡Espero que la disfrutéis!

Jorge Martins de Almeida



“Desvelo de amor”

Sufro mucho tu ausencia,
no te lo niego.
Yo no puedo vivir,
si a mi lado no estás.

Dicen que soy cobarde,
que tengo miedo,
de perder tu cariño,
de tus besos perder, no, 
no, no, no y no, no, no,
 no comprendes (Perucho)
que es mucho lo que te quiero.

No puedo remediarlo,
¿qué voy a hacer?

Si te juro que dormir, casi no puedo.
Mi vida es un martirio sin cesar,
mirando tu retrato me consuelo.
Vuelvo a dormir y vuelvo a despertar.

Dejo el lecho y me asomo a la ventana.
Contemplo de la noche su esplendor.
Me sorprende la luz, la luz de la mañana,
sí, en mi loco desvelo por tu amor.


Dejo el lecho y me asomo a la ventana.
Contemplo de la noche su esplendor.
Me sorprende la luz, la luz de la mañana,
sí, en mi loco desvelo por tu amor.



Fuentes consultadas:

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