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miércoles, 20 de septiembre de 2017

"La historia del teniente Hiroo Onoda" (2)

Si quieres leer la primera parte, pincha aquí.

En mayo de 1959, llegó a la isla un grupo de búsqueda liderado por los hermanos de Onoda y Kozuka. Permanecieron durante seis meses tratando de encontrarlos y convencerlos para que regresaran. En una oportunidad, el hermano de Onoda comenzó a cantar usando un megáfono con la esperanza que su hermano reconociera su voz, pero la voz se le quebró y el intento fracasó. Hiroo Onoda pensó que alguien trataba de suplantar a su hermano Toshio. 

Diecinueve años después, el Subteniente Onoda y el soldado Kozuka continuaban sus ataques guerrilleros, convencidos aún de que algún día regresarían las fuerzas japonesas para recuperar la isla. De vez en cuando seguían robando una res para tener carne y eso hacía que los campesinos presionaran al ejército para que reanudara la búsqueda de los guerrilleros. 

El 19 de octubre de 1972, Onoda y Kozuka se prepararon para incendiar pilas de arroz que los campesinos habían cosechado, su idea era la de "sabotear las líneas de abastecimientos del enemigo", pero una patrulla de la policía filipina descubrió a los dos hombres y les disparó. Como consecuencia, el soldado Kozuka de 51 años resultó muerto en el combate, finalizando así 27 años de lucha clandestina. Onoda escapó internándose en la jungla. 

Norio Suzuki posando con Hiroo Onoda tras encontrarlo

La noticia de la muerte del soldado Kozuka llegó a Japón y llegaron a la conclusión de que, si Kozuka había sobrevivido tantos años, Onoda debía estar vivo, aunque había sido declarado oficialmente muerto hacía 13 años, conforme mandaba la ley y asimismo había sido ascendido a Teniente. Fueron enviadas muchas patrullas de la policía filipina para rastrear y encontrar a Onoda, pero todos los intentos fueron en vano. 

En 1972, una nueva partida de búsqueda llegó a la isla, esta vez les acompañaban su hermana, Chie Onoda, y su hermano, Tadao Onoda. En esta ocasión Hiroo reconoció las voces de sus hermanos, pero solo para convencerse de que la recuperación de la isla por las fuerzas japonesas estaba cerca. Por lo tanto, debía continuar con su misión. Onoda logró permanecer oculto en la jungla durante otro año y medio más, hasta que su padre formó parte de otro grupo de búsqueda que tampoco logró encontrarlo. Más tarde Onoda halló un poema escrito a mano por su anciano padre. 


El 20 de febrero de 1974, Onoda encontró una red de mosquitero en la orilla de un río. Al trepar por la ribera se topó con el estudiante universitario japonés, Norio Suzuki, que había logrado seguirle la pista. Suzuki les había dicho a sus amigos que se iba a Filipinas para buscar al Teniente Onoda, un anhelo que guardaba hacía mucho tiempo. Onoda estaba en un dilema porque no podía tomar prisioneros, pero después de una difícil comunicación inicial, Onoda confió en el joven y se hicieron amigos. 

Suzuki trató de convencerlo de que la guerra había terminado hacía mucho tiempo, pero Onoda estaba determinado a no rendirse a menos que se lo ordenara su superior, el Mayor Tanigushi. Suzuki tomó fotografías de ambos y convenció a Onoda para reunirse en un lugar preestablecido dos semanas después. 

Cuando el 7 de marzo de 1974, Onoda fue al lugar del encuentro, había una nota de Suzuki con las fotografías. Después de 29 años, Onoda se veía la cara por primera vez y se asombró por el parecido que se encontró con las caras de sus tíos. Suzuki había regresado en compañía del Mayor Tanigushi y lo volvió a citar días después en ese mismo lugar. 

El 9 de marzo de 1974, Onoda se presentó en el lugar de la cita con cierto recelo, receloso de que se tratase de una emboscada. Vestido con su uniforme, su espada y el fusil Arisaka, 500 cartuchos de municiones y varias granadas de mano, se dispuso a presentarse a su superior. Esperaba recibir nuevas órdenes para continuar la lucha contra los estadounidenses. El Mayor Taniguchi, que hacía mucho tiempo era un civil y se había convertido en vendedor de libros, llevó consigo las órdenes del Emperador donde ordenaba deponer las armas y cesar las acciones de combate. 

La rendición formal de Onoda

Tanigushi esperó y, después de unos instantes de profunda tensión y ansiedad, Onoda abrió el cerrojo de su fusil, descargó el arma y colocó todo el equipo en el suelo. Luego se puso a llorar. Esa noche Onoda no pudo dormir y les contó con todo lujo de detalles lo que había pasado durante esos 29 años. Algo que sorprendió fue que había llevado cuenta de los días, meses y años, calculándolos por las fases de la luna y solo tuvo un atraso de seis días. 

Entregando su espada al presidente de Filipinas, Ferdinand Marcos

Onoda pasó 29 años combatiendo en la jungla hasta que el 10 de marzo de 1974, se rindió formalmente en la Base de Radares de Lubang, ante el Mayor General J. L. Rancudo de la Fuerza Aérea de Filipinas. Onoda le presentó al alto oficial su espada en señal de rendición y el Mayor General se la devolvió en señal de respeto. Al día siguiente, la ceremonia se repitió ante el Presidente Marcos quien, para asombro de Onoda, también le devolvió la espada. Durante las acciones guerrilleras, Onoda y sus hombres mataron a unas 30 personas e hirieron a un ciento más, pero el Presidente Marcos consideró que Onoda actuó con la firme convicción de que la guerra seguía y, por lo tanto, fue perdonado por las muertes y el daño causado a los campesinos y pescadores. 

Hiroo Onoda regresó a Japón y fue recibido como un héroe, pero se sintió muy incómodo al no poder adaptarse a la moderna vida japonesa muy occidentalizada. Recibió el pago por los años de servicios acumulados, pero la cantidad no era significativa para los años 70. Escribió sus memorias en el libro No Surrender: My Thirty-Year War y se mudó a Brasil donde, por lo que se sabe, después de regresar a Japón, estuvo visitando constantemente. En una visita a Lubang, después de 22 años, entregó US$10 000 como donativo para un campo de vacaciones para niños. 

En 1989 abrió un campamento juvenil en la Prefectura de Fukushima. Pasó los últimos años de su vida en Tokio. Sus allegados dicen que Onoda cayó enfermo al final del año pasado, fue hospitalizado a principios del mes de enero y falleció el jueves 16 de enero de 2014 a la edad de 91 años. 

Al fin y al cabo…
Los militares japoneses, durante la Segunda Guerra Mundial, tenían arraigado en su manera de ser el ejemplo de los samuráis. Así que seguían con rigurosidad las enseñanzas del Bushido, su manual de conducta. El Bushido, que literalmente significa "El Camino del Guerrero", se desarrolló en Japón entre las eras Heian y Tokugawa (siglos IX-XII). Este código pone el énfasis en la lealtad, el autosacrificio, la justicia, el sentido de la vergüenza, la educación, la pureza de espíritu, la modestia, la humildad, el espíritu marcial, el honor y el amor. Claro está que la observación de estos principios explica la espartana determinación de Onoda a la hora de continuar luchando. Héroe para algunos, fanático para otros, lo cierto es que tenemos un relato ante el cual, estoy seguro, es imposible quedarse indiferente. 

Pepe Cocodrilo







Consultas bibliográficas y citas:
http://www.exordio.com/1939-1945/personajes/hiroo_onoda.html
http://es.gizmodo.com/29-anos-escondido-en-la-jungla-el-soldado-que-creia-qu-1756569559
http://historiareimilitaris.com/index.php/secciones/blog1/1283-hijapo
http://conoce-japon.com/historia-2/hiroo-onoda/
http://elsecretodezara.blogspot.com.br/2009/02/la-increible-historia-del-militar.html
http://internacional.elpais.com/internacional/2014/01/17/actualidad/1389954705_656245.html
http://www.nacion.com/ocio/revista-dominical/SAMURAI-ATRINCHERADO-SELVA_0_1392860725.html
http://cdn.blogs.revistagq.com/nadaimporta/wp-content/uploads/2013/06/Codigo-Bushido.pdf

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