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miércoles, 19 de diciembre de 2018

"Vikingos: Altos, rubios y valientes"



La época vikinga abarcó en Escandinavia desde el año 800 hasta el 1 050 d. C.  aproximadamente. Durante estos doscientos cincuenta años, los habitantes de las poblaciones europeas, desde Dublín a Kiev, vieron perturbadas sus ya difíciles vidas por la violenta irrupción histórica de un pueblo que navegaba por grandes regiones europeas combatiendo, explorando y comerciando. El ataque de los vikingos al claustro de Lindisfarne en el 793 es mencionado de manera habitual como el preludio a este período. Los eslavos los llamaban rusos; los anglosajones, daneses; los irlandeses, gaill o lochlannaigh; los andaluces, magos y los francos, normanni. Sin embargo, se trataba en todos los casos de los vikingos.

Semejante diversidad de nombres se correspondía con su vaga procedencia, allá en el helado norte del continente. De hecho, "normanni" y "lochlannaigh" significan lo mismo: "Hombres del norte, norteños o nórdicos". "Para los demás europeos eran gigantes que portaban espadas y hachas enormes con las que podían partir en dos a un hombre de un solo tajo; bárbaros paganos que saqueaban y reducían a cenizas los sagrados y riquísimos monasterios, mientras se reían a carcajadas ante la imagen del Crucificado; individuos feroces y salvajes que asaltaban las ciudades costeras robando, violando y matando sin piedad".

Se ha transmitido una imagen salvaje de los vikingos


Guerrero vikingo
Sin duda, esa fue la imagen que los cronistas y los historiadores de la época transmitieron, pero tal vez no sea del todo exacta. Las tintas de estos autores -casi siempre monjes o religiosos- se hallan lastradas por la marcada preferencia vikinga de atacar los propios monasterios donde ellos escribían. Por consiguiente, aquellos hombres del norte eran temibles y muchas de las grandes salvajadas que se les atribuyen fueron reales.

Todo comenzó a finales del siglo VIII, cuando empezaron a producirse en Escandinavia una serie de agitados movimientos migratorios impulsados por la superpoblación y la política. En las dinastías nórdicas, los enfrentamientos por el poder real terminaban, a menudo, con el exilio voluntario de la facción derrotada. Esto se debía a que los perdedores no estaban de acuerdo con la situación y se marchaban. "Esa peculiar mecánica política, asociada a la movilidad que otorgaba a aquellos pueblos su dominio de la construcción naval, alumbró varias naciones de peregrinos marítimos. En Noruega, tras los cambios introducidos por Harald el de la Hermosa Cabellera, en el año 872, una parte de la población acudió a los puertos para abandonar el país. No se dirigieron al plácido sur, sino aún más al norte, a Islandia y a Groenlandia. Renunciaron así a las conquistas en demanda de las tierras vírgenes del Gran Norte que sus exploradores les habían descrito. Se fueron concentrando en Islandia, donde hacia el año 930 vivían ya cerca de 30 000 noruegos que comerciaban y pirateaban en las islas británicas y el continente". 

Religión politeísta

Wotan
Del mismo modo que la cristiana o la hindú, también la religión escandinava estaba presidida por una trinidad. "Thor, era el gran señor poderoso, protector de la ley y de las cosechas, amo de las tormentas, del rayo y del trueno (que se producía cuando su enorme martillo golpeaba las nubes). La figura del martillo de Thor era el símbolo nórdico equivalente a la cruz cristiana y muchos lo llevaban colgado del cuello. Junto al mayestático Thor, se veneraba a Odín o Wotan, un dios muy peculiar cuyo atributo principal era, en un rápido resumen, el arrebato. El guerrero que corría a cuerpo desnudo hacia el enemigo, se entregaba a Odín, pero también lo hacía el adivino en su trance o el poeta dominado por su inspiración. Por último, Freya era la diosa del Amor. Estaba unida indisolublemente a su hermano y esposo Frey y, entre ambos, velaban por la felicidad y la prosperidad humanas. Los nombres de los dioses quedaron en el calendario inglés y se siguen usando hoy: thursday (el día de Thor) que en español equivale al jueves; wednesday (el día de Wotan) es el miércoles y, friday (el día de Freya) es el viernes.

Rudos mercenarios de costumbres licenciosas

Vivienda vikinga
La bajada por tierras de lo que hoy en día es Bielorrusia y Ucrania fue, en cierto modo, debido a temas comerciales, pero también por cuestiones bélicas. Comerciaban y, para defender sus almacenes, construían un tipo de fuertes (gorod) que dotaban de buenos guerreros. Los objetos básicos de su comercio eran las pieles y las esclavas, por lo que la descripción que hicieron los viajeros musulmanes de sus establecimientos los catalogan como "unos tugurios infectos donde se bebía y se fornicaba constantemente a la vista de todos". A menudo, la ayuda de estos hombres de los gorod era solicitada en las luchas entre los señores feudales locales, lo que les convertía en árbitros de la situación. Al final, llegaron a dominar todos aquellos territorios y se establecieron en Kiev, la actual capital de Ucrania, donde nació en el año 882 el reino de los rusos. De hecho, aunque el origen del término "ruso" es aún muy discutido, parece que era la palabra que usaban los finlandeses de la época para referirse a sus vecinos suecos. 

Los normandos asaltan el occidente europeo

Con el tiempo, "aquellos primitivos suecos se eslavizaron y, tras la caída de Bizancio, asumieron su vasta herencia cultural de base griega. Por eso se ha dicho que los rusos son, en realidad, unos suecos de cultura helena. En Occidente, sin embargo, la mayor parte de las incursiones vikingas tuvieron como protagonistas a los normandos, esto es, los hombres del norte que procedían de Dinamarca. Al principio, sus naves llegaban
esporádicamente a las costas británicas y francesas, los saqueadores arramblaban con rapidez con todo lo que encontraban y volvían al mar, donde eran invencibles. Luego, se acostumbraron a aparecer siempre en primavera, realizar largas campañas que duraban hasta otoño y regresar a sus tierras en invierno". 

En el año 840, sin embargo, se rompió esa costumbre y pasaron el invierno en las mismas tierras que asolaron. De hecho, allí acabarían fundando la ciudad irlandesa de Dublín. A partir del año 850, también invernan en Inglaterra y establecen su primera base de operaciones en la isla de Thanet, en el estuario del Támesis.

A mediados del siglo IX alcanzaron las costas de la península Ibérica, donde llegaron incluso a saquear Oviedo, Santiago de Compostela y Lisboa. Luego remontaron el Guadalquivir hasta la Sevilla andalusí, cruzaron el estrecho de Gibraltar y desembarcaron en las islas Baleares, el sur de Francia e Italia. En su viaje de regreso, como fin de fiesta, se apoderaron del este de Inglaterra, donde impusieron el culto a sus dioses. Aquellos fueron tiempos oscuros para la isla, entre cuyas brumas solo brillaba el antiguo mito del rey Arturo. Poco después, llegan a las islas británicas daneses y noruegos, pero ya no como saqueadores, sino como un ejército a bordo de sus flotillas, cuyas embarcaciones alcanzaban los 30 metros de eslora y transportaban hasta un centenar de guerreros.

Durante los años siguientes, "los vikingos dominan la región nororiental de Inglaterra, que llegará a denominarse el Danelaw por haber imperado allí la cultura y la ley (-law) danesa (Dane-). Entretanto, en Wessex, al sur del país, el rey sajón Alfredo el Grande y sus sucesores contienen la invasión. No obstante, en 1016, tras la gran batalla de Ashingdon y la posterior muerte del rey Edmundo de Wessex, el caudillo vikingo Canuto el Grande (convertido al cristianismo) se proclama único soberano de Inglaterra.

París saqueada por vikingos 

Por su parte, en el continente, "un grupo normando invade, a finales del siglo IX, la desembocadura del Sena con intenciones de asentarse. Ragnar Lodbrok comandó el ejército vikingo que tomó París en el año 845". Tras la conquista de la ciudad, lo que evitó que la quemaran hasta sus cimientos fue el pago de 7 000 libras de plata realizado por el Rey Carlos. Sin embargo, regresan más tarde, devastan la capital y llegan a localidades como Troyes, Verdún y Toul.

Quince años más tarde, "el rey Carlos desiste de sus intentos de expulsarlos y firma con ellos un tratado que les permitía quedarse como un ducado más del reino. Así es como nace el noble ducado de Normandía, que pronto se lanzaría también a la conquista de Inglaterra. Allí, sus huestes lucharon contra los cristianos sajones, que habían llegado primero, y contra sus hermanos daneses, que habían ocupado el este. Tras la batalla de Hastings, dominaron todo el país".

En 985, Erik el Rojo establece una colonia en Groenlandia. Aquel mismo año, otro escandinavo, Bjarni Herjolfsson, parte de esta isla para reunirse con sus padres en Groenlandia, pero los vientos lo desvían de la ruta y no llegará nunca a su destino.

Todo parece indicar que, después del año 1000, Leif Eriksson, hijo de Erik el Rojo, según los escritos de Bjarni, parte de Groenlandia con rumbo oeste, hacia la isla de Baffin. Luego bordea la costa de Labrador y desembarca en una punta de tierra a la que llama Vinlandia (en alusión a las uvas silvestres que allí crecían), donde pasa el invierno antes de regresar al punto de partida. Al año siguiente, su hermano Thorwald dirige una expedición hacia ese territorio y muere en una escaramuza con los nativos. Si bien se funda más tarde un asentamiento de entre sesenta y ciento sesenta habitantes, la reiterada hostilidad de los indígenas obliga a los colonos a abandonarlo para siempre tan solo tres años después.

Una cultura de navegantes y granjeros

La palabra vikingo, que deriva de vikingr, es un término escandinavo medieval que podría traducirse como "pirata", aunque también se denominaba así el simple acto de navegar. Conviene recordar que tan solo una pequeña parte de los escandinavos medievales se lanzaron al mar. La mayoría permanecieron en sus tierras, desarrollando la cultura y la vida social que les habían legado sus antepasados. Estos eran, en su mayor parte, granjeros independientes que pastoreaban sus bestias, cazaban, pescaban y cultivaban los campos ayudados por los esclavos que compraban a sus compatriotas vikingos. 

Esclavos con tierras e ingresos propios

Si se tienen en cuenta los relatos de los monjes cristianos relacionados con la crueldad de los nórdicos, resulta chocante lo que las propias crónicas escandinavas refieren en relación al trato que un tal Erling daba a sus esclavos: "Cuando los compraba, les asignaba una tarea que podían hacer en un par de años, todo lo más en tres. Les daba tiempo libre después de la faena diaria y les permitía trabajar para sí mismos, facilitándoles terreno y arados. Luego, cuando habían comprado su libertad, les enseñaba artesanía y técnicas de pesca, les asignaba tierras libres para establecerse y, de ese modo, los encaminaba a la prosperidad". Por consiguiente, con esa actitud Erling estaba poniendo las bases para convertirse en un señor feudal, que fue lo que terminó ocurriendo en toda Escandinavia. 

No obstante, en los primeros tiempos la vida en las granjas estaba regida solamente por el orden natural y los meses, de abril a octubre, que llevaban el nombre de las faenas correspondientes: "mes del esquileo, mes de cortar el grano, mes del huevo, mes del heno, mes de recoger el ganado..." A partir de octubre, el clima impedía prácticamente trabajar al aire libre, así que muchas de las faenas tenían lugar en el interior de las granjas, unas construcciones alargadas, abovedadas y cubiertas de cálida turba. El conjunto solía incluir desde un establo, hasta almacenes, retretes, una herrería y un baño de vapor a base de piedras calentadas al fuego. En Islandia, además, se disfrutaba de los manantiales de agua caliente de origen volcánico. 

La familia entera respondía de los actos de sus miembros

En verano, los granjeros se reunían en asambleas, denominadas cing, donde discutían los problemas comunes y formulaban las leyes. La familia era la base de todo, incluida la conducta individual, ya que del comportamiento impropio de uno cualquiera de sus miembros se hacía responsable a la familia entera. Esto fortalecía, sobre todo, el papel de las mujeres cuya relativa independencia y significado social envidiaban las del resto del continente. No tenían voto en los cing ni recibían herencia si tenían hermanos varones, pero conservaban sus bienes si se divorciaban y, si enviudaban, manejaban libremente sus asuntos y podían rechazar un segundo matrimonio si no les gustaba el pretendiente. 

Lo que hacía diferentes a los vikingos de otras amenazas para los reinos cristianos medievales, como la de los magiares o los musulmanes, era, sin duda, su gran dominio del mar. Siglos de experiencia en las travesías por los duros mares del norte los convirtieron en unos de los mejores navegantes del mundo de la época, así como también en los mejores constructores de barcos. 

Gran pericia como ingenieros navales

Este pueblo poseía el vehículo idóneo para sus correrías: el drakkar o barco vikingo. Lo elogian la mayoría de los historiadores por ser una de las realizaciones técnicas más espléndidas de la Alta Edad Media. Las naves de poco calado, movidas por la fuerza de los vientos y los remos, convirtieron así a los vikingos en los reyes de los mares, lagos y ríos. La construcción de naves sólidas aptas para la navegación, en combinación con los conocimientos sobre cómo navegar mejor, les llevó hacia el este y culminaron con la llegada a América 500 años antes que Colón.

Con el tiempo, las líneas de sus barcos se fueron alargando y estilizando, los vikingos robustecieron sus quillas y perfeccionaron el sistema de dirección con sus típicos timones laterales apopados en la banda derecha. De esa preferencia procede la palabra estribor (steer board), mientras que babor (port board) es la banda del puerto o la banda de atraque, opuesta a la del timón, para evitar que este se dañe al golpear contra el muelle. Se sabe muy bien cómo eran aquellos navíos porque la costumbre, de los grandes señores noruegos, de hacerse enterrar con sus barcos ha permitido recuperar algunos de ellos en muy buen estado. El que se halló en Gokstad (Noruega), por ejemplo, mide alrededor de 26 metros de eslora y su combinación entre ligereza y robustez aún sigue entusiasmando a los especialistas.



Ornamentaban tanto los barcos como las armas

Pero si los barcos eran fuertes y temibles, los hombres de armas vikingos no lo eran menos. Probablemente hoy no llamarían tanto la atención si nos los cruzásemos por la calle, pero en aquel momento eran observados por sus contemporáneos como si fueran auténticos gigantes. Las fuentes insisten "en su gran talla y fortaleza". De hecho, vistas en los museos, las armas que manejaban ponen todavía los pelos de punta. Entre ellas hay enormes espadas, que cuesta levantar del suelo con ambas manos, o crueles hachas de combate, pasando por lanzas finas y agudas, en cuyo manejo eran maestros. 

"Todo ello se encuentra muy ornamentado, porque a los vikingos les gustaban los adornos. El famoso diseño nórdico no es cosa que se haya improvisado de la noche a la mañana, como queda claro viendo la línea de los barcos vikingos, su orfebrería o los intrincados dibujos de sus piedras rúnicas".

Una artesanía sólida fue la característica de esta época. Trabajando tanto la madera como el hierro produjeron objetos de una calidad excepcional, que a menudo decoraban con motivos vegetales. Desde un punto de vista moderno, "las decoraciones de estos objetos de uso, como armas, monedas y carros los convierten en tipo de arte único en este período". 

Bien preservado para la posteridad


La mayor parte de la información que conocemos sobre los vikingos se basa en datos arqueológicos. Las prácticas funerarias precristianas han preservado cuantiosos objetos de aquella era. "Solían obsequiar a sus muertos con numerosos regalos que depositaban en las tumbas. El valor de los regalos dependía de quién había sido el difunto y las posesiones que había tenido en su vida. Si había sido rico y poderoso, podría ser enterrado con un barco entero, bien equipado para la vida después de la muerte. Lo habitual era que construyeran túmulos de tierra y piedras cuyo objetivo era que preservaran bien el interior de la tumba".

Muchos de los túmulos de la época vikinga han sido abiertos por los arqueólogos hace poco tiempo. "Algunas de las excavaciones más ricas y completas de Noruega tuvieron lugar hacia 1900. Los hallazgos encontrados en estas excavaciones incluían naves enteras que pueden visitarse en Oslo. Diversos objetos encontrados en las excavaciones de Oseber, en 1904, están expuestos, incluyendo trineos, camas, carroza de caballos, tallados y restos de textiles". 

El aspecto físico de los vikingos

¿Los vikingos eran físicamente iguales a nosotros? La imagen que nos ha llegado de los vikingos es la de unos hombres altos, fuertes y musculados, rubios, de tez blanquísima y de ojos azules, pero hay que tener en cuenta que la variedad, aunque menor a la existente en la actualidad, existió en la Era Vikinga así como en Escandinavia. Los hubo morenos, bajitos, con ojos castaños y más morenos de piel. Y es que no se debe dejar de pensar que, debido a las migraciones, no todos los vikingos tenían ascendencia escandinava y que se produjeron contactos y mezclas, por lo que, en apariencia, hubo cierta variedad.

Los nórdicos hoy siguen siendo bastante más altos que los habitantes autóctonos de otros países, como España o los países árabes entre otros, por no hablar de la diferencia de color de piel y otros muchos aspectos físicos.
Se sabe, gracias a estudios de la antropología forense, que la anatomía de los hombres del norte habría sido muy similar a la de los nórdicos actuales. Sin embargo, "los nórdicos de la Era Vikinga eran entre 8 y 10 centímetros más bajos que los nórdicos del siglo XXI. Entonces, ¿quiere decir esto algo relevante? Una mejor alimentación y calidad de vida han hecho evolucionar a las poblaciones y uno de los resultados es mayor estatura. 

Por ende, no solo los vikingos, sino que en realidad todos nosotros somos unos 10 centímetros más altos que nuestros antepasados, por lo que la escala se mantiene. Esto quiere decir que, probablemente, los vikingos hubiesen sido algo más grandes que la gran mayoría de los europeos de la época.

"Los vikingos habrían sido hombres y mujeres también más musculados debido al duro trabajo físico que las condiciones de vida del norte exigían, cabe recordar que principalmente eran campesinos o granjeros, que algunos se dedicaban a la guerra y que la vida de los que navegaban tampoco les daba tregua".

A comienzos de la Era Vikinga, la sociedad era sustancialmente homogénea y todos los vikingos se dedicaban casi a lo mismo, por lo que el físico de todos habría sido idéntico. Estudios realizados en esqueletos fechados en la Era Vikinga, hallados en Escandinavia, sugieren que el color de pelo y la pigmentación de la piel de los vikingos era similar a la de los nórdicos actuales: cabellos y pieles claros, lo que sugiere también ojos claros.

"Las tumbas excavadas hasta la fecha albergan cuerpos con edades comprendidas entre los 30 y los 50 años. Hemos de pensar que existieron dolencias graves. Además, hay que tener en cuenta el factor guerra. Como se puede comprobar, entre los escandinavos de la Era Vikinga hubo variedad y diversidad, si bien es cierto que debieron parecerse mucho a los escandinavos de hoy y que, aunque no fue una regla obligatoria el ser rubio y alto para ser vikingo, sí fue algo bastante común".

Para resumir

En conclusión, tuvieron que pasar más de 1 000 años hasta que alguien de fuera de Escandinavia valorara la cultura vikinga como una expresión algo más que bárbara. Tal vez fueron tan brutales como los pintan las crónicas cristianas o tan sucios como los describen las musulmanas, pero este incuestionable período guerrero de la historia escandinava se caracterizó también por un conocimiento impresionante, progreso tecnológico y cambios fundamentales en la sociedad. 

Demostraron ser adaptables al colonizar tierras lejanas e incluso al integrarse en las culturas locales. Como hombres de campo, establecieron asentamientos fijos y, como gobernantes, ocuparon tronos extranjeros. En efecto, los vikingos no solo evidenciaron dominar el arte de la navegación o la guerra, sino también el de la agricultura y la política. Hay algo fascinante en aquel pueblo atrevido, valiente y libre cuya audacia no conocía límites, desde el mar Negro hasta la península del Labrador o de Groenlandia a Sicilia.

Pepe Cocodrilo



Consultas bibliográficas y citas:

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