Definición de Correveidile:

1. Persona que trae y lleva cuentos y chismes // 2. Blog de los amantes de la lengua de Cervantes


domingo, 10 de julio de 2016

Nace: "A lomos de Clavileño: TRADUCIENDO..."

Estimados lectores:

Les damos la bienvenida a nuestra más nueva sección: la de traducción. Esta fue concebida a raíz de una charla informal entre algunos componentes del blog con uno de los más actuales traductores del Quijote, ya que la primera obra en publicarse queríamos que fuese un homenaje al gran maestro de las Letras: Miguel de Cervantes.

De ahí surgió el nombre también de esta sección: "A lomos de Clavileño: traduciendo..."Clavileño es el nombre del caballo de madera que construyeron los duques en su palacio y al que se subieron, en la II Parte del Quijote (Cap. 41), el caballero y su fiel escudero, Sancho Panza, para surcar los cielos en una de las aventuras "de más altos vuelos".

Este apartado tiene como objeto aportar a los lectores correveidileanos, nuevos conceptos de lectura, literatura y/o escritura inéditos, siempre pensando en autores de renombre, a través de textos traducidos al español por el equipo del blog.

De esta suerte, se espera que degusten cada párrafo, línea y fragmento de los posts aquí difundidos y, máxime, que viajen por este mundo encantado de las palabras.
Blog Correveidile


"MI VIDA CON EL QUIJOTE, 1"

Me acuerdo con claridad de que entré en la librería y vi una edición del Quijote, tapa dura, de un color rojo mate, papel oscuro, letras microscópicas. Con estas características parecía más una edición resumida de la Biblia. No obstante, no me dejé intimidar. Debido al hecho de no saber una palabra en español, compré asimismo una guía y un diccionario de bolsillo. Tras una o dos semanas, creía que ya estaba listo para hacer frente a Cervantes. Tenía diecisiete años, entiéndase.

Mi ilusión no duró ni el primer párrafo. Sin comprender casi nada, pensé que debía leer unas cosas antes, además de los textos sencillos de la guía. Encontré en un quiosco una revista argentina de humor. Me pareció más indescifrable que Cervantes: lunfardos, juegos de palabras, referencias políticas. Analicé un poco más y compré Rayuela, de Cortázar. Fue deslumbrante: al final, ya entendía español y había descubierto el libro que me sacó el juicio. Fueron días y días de fiebre, subrayando largos fragmentos, tomando notas al margen de la hoja. Hoy me acuerdo de la lectura, pero no recuerdo el hotel, un hotel bastante lúgubre, donde vivía en aquellos días, en el centro de Porto Alegre.

En los años siguientes, traté de leer el Quijote varias veces, aunque el primer párrafo siguiese siendo insuperable. Mejor dedicarme a Cortázar, a Borges y a otros latinos, que leía y releía hasta casi memorizarlos. De modo que, la Civilización brasileña publicó El Quijote en la traducción de los vizcondes de Castilho y Azevedo. En el Pasquín, Iván Lessa escribió: “Si va a leer tan solo una novela más, lea esta”. Corrí a comprarlo. Por ende, el idioma portugués de los vizcondes me pareció, en muchos momentos, más complicado que el español de Cervantes. Por ejemplo, en el fatídico primer párrafo se leía, en el original: “duelos y quebrantos”. Ya en la traducción: “outros sobejos ainda somenos”. Era demasiado misterio para una simple fritada de huevos con chicharrón o cerebros. Aún así, aguanté casi hasta el final del primer libro.

Había escuchado que el Quijote era un clásico y que, además de eso, era gracioso. Aunque en aquellos días, sospechaba de los críticos y de sus opiniones restrictivas. Sin embargo, en cuyo caso, quería creer, ¿me entiendes? De ahí mi reluctancia a aceptar la pesadez que tenía entre las manos. Les eché la culpa (con toda razón, pienso) a los Vizcondes y empecé la fantasía de llegar un día a leer el Quijote, tumbado en una hamaca en el balcón, con un portugués que no necesitara consultar a Rui Barbosa en sesiones con ouija cada línea. Incluso cuando leí otras traducciones en las que el portugués no se complacía tanto con arcaísmos, o no caía en un idioma triste y oscuro en nombre de la fidelidad, no podía relajarme y cotejaba largos fragmentos con el original. Probablemente pensaba que todo era más insípido y estaba más arrastrado de lo que en la realidad lo era. Y, lo que es peor, cuando me ponía a leer el original, aunque lo comprendía, en lugar de dejarme fluir, me entretenía tratando de descubrir algunas soluciones para el humor en portugués. Sí, deformación profesional, es horrible, pero en esta ocasión, todavía no había traducido ningún libro, eso por no hablar de que aún hoy, esto no me sucede con otros autores, salvo en un momento dado.

Unos treinta años después, de la mañana en la que compré el famoso manual de Idel Becker, con unas docenas de libros traducidos que llevaba en el equipaje, dos ediciones comentadas del Quijote, todos los diccionarios en línea disponibles y armado de más paciencia que de coraje, decidí tener agallas con el viejo hidalgo de la Mancha. Comencé a sentirme a gusto alrededor de la página doscientos. ¿A gusto? Digamos, aunque a veces me llevara semanas resolver alguna frase o hallar las expresiones idiomáticas correspondientes.

De esta suerte, había llegado el momento de buscar una editorial, pero sucedió lo siguiente: Quien estaba interesado, no tenía dinero; el que tenía dinero, no tenía ningún interés. No obstante, seguí intentándolo. Unos diez o doce años más tarde, listo para el desaliento, pensé en la editorial Penguin-Companhia das Letras. Llamé a Júlia M. Schwarz, de pronto me dijo que probablemente la editorial iba a aceptarlo. Al igual que en una mala peli, en aquel exacto momento Matinas Suzuki Jr. entró en la sala y cuando Julia se lo dijo a él, su respuesta fue: “sí, claro”. Enseguida le envié los dos primeros capítulos para que pudiera evaluar mi trabajo. Una vez más, Matinas fue rápido y entusiasta.

Me llevó unos dos años más –dos años en los que no hice nada más. Sí, fui reprendido. Al final, soñaba con el texto: releía largos trechos, en los que comprendía cada palabra, pero sin que se unieran teniendo algún sentido. Tengo la impresión de que, si tuviera que hacerlo de nuevo, saldría corriendo a gritos. Entre tanto, y es solo una impresión, lo haría nuevamente. No solo me volví una persona mejor trabajando a destajo, sino que, más bien, voy a poder leer el Quijote en una hamaca, aún este verano.

Ernani Ssó
Traducción de Mei Santana

[Texto enviado por el autor para celebrar con el blog Correveidile el IV Centenario de la muerte de Cervantes y hacernos partícipe de su aventura como traductor. Gracias, Ernani]

4 comentarios:

  1. Excelente trabajo el realizado por la compañera Mei. Agradezco su dedicación y esmero para traducir con pasión el riquísimo texto que Ernani nos envió para esta ocasión.

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  2. Enfim, provo do meu próprio veneno. Já tinha sido traduzido antes, mas para o francês, nunca para a língua que traduzo a tanto tempo. Obrigado, Mel. Espero não ter lhe dado muita dor de cabeça.
    Adorei o nome da seção. E me sinto alegre e orgulhoso de abrir mais esta frente no blog. Estamos todos de parabéns.

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  3. Gracias, Ernani. Tú mejor que nadie sabes cuán ardua es la tarea del traductor, así que la sección debía ser llamada de manera simbólica aludiendo a las múltiples interpretaciones que se le pueden dar a un mismo texto, como así pasó en la aventura de Clavileño. Gracias por tu apoyo y, cómo no, por seguirnos. Un beso grande,

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  4. Les agradezco a Ernani y a Marta por darme la oportunidad de formar parte de esta sección como traductora y, máxime por traducir un texto de un escritor y traductor tan importante como es Ernani Ssó. Para mí es un gran honor. Un gran saludo.

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