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domingo, 30 de abril de 2017

Traducción de la entrevista realizada a la escritora Nélida Piñón: "Una fábrica de palabras" (II)

Final de la traducción de la entrevista realizada a Nélida Piñón.
¿Quieres leer la primera parte? Pincha aquí 


Antônio Maura: Una de las cosas que me sorprendió en este libro, fue este primer cuento, que da título al libro, La camisa del marido (2015). En mi opinión, es un cuento que tiene una fuerza tremenda, casi cruel, porque hay un asesinato, no sé si resuelto o si se resuelve en la incógnita, pero que, además de ser un cuento dramático, es también coral porque intervienen todas las voces. No solo me impresionó este cuento, sino todos los demás, puesto que todos los relatos son de una enorme intensidad y muy rurales también. 

Nélida Piñón: Yo creo lo siguiente: No se trata de lo rural por lo rural, con las vacas, bueyes, gallinas, corderos y el campesino. Es otra cosa: lo rural tiene una extraordinaria concentración de mitos, que lo urbano no tiene. Lo urbano tiene una ligereza, una agilidad, una prontitud, una ansiedad y un nerviosismo que, para mí, no crea aquellos mitos que tendrían o deberían tener una conexión con el mundo arcaico. ¿Lo urbano es un mundo con violencias? Claro. Todo es muy difícil, pero está permeado por una miseria fugaz, todo es efímero. Todo es rápido. No te transmite la sensación de un árbol creciendo: puedes plantar un árbol y ese árbol va a crecer para tu hijo, para tu nieto, para la humanidad. 
Así que, pienso que el mundo rural, con todos estos animales apacentados, la sensación que se tiene es la de que el tiempo no avanza en aquella prontitud aterradora. Y que todo lo que allí está va componiendo un universo que ya existió y que tal vez exista sin que te des cuenta: porque allí está Nerón, Tucídides, allí están historiadores como Heródoto... Me apasionan los recursos que el mundo rural, como se suele decir, engendra: grandes personajes. Puede ser lírico, pero en medio de lo lírico hay una voluptuosidad, de lo fuerte, de lo violento, de lo que quiere permanecer para siempre.  

AM: Otro aspecto, Nélida, que me gustó mucho, y que me pareció muy importante en este libro de cuentos, es que prácticamente todos ellos están representados por un personaje femenino, a excepción de algunos. como el relato de Camões...

Nélida Piñón: Pero también hay hombres...

AM: También... 

Nélida Piñón: El libro Fundador tiene personajes redondos, es decir, personajes masculinos redondos. Ahora, hay otros libros míos en los que la mujer, aparentemente, tiene cierta discreción, pero tiene una actuación fuerte. Yo hice mujeres distraídas, cuya distracción tenía una filosofía de resistencia: ella fingía prestarle atención al hombre, que le imponía procedimientos, comportamientos, que le daba órdenes. Fingía atender, pero de una manera tan distraída, que él se daba cuenta de que no conseguía nada con ella. La distracción era una protección, un escudo para la mujer. A veces, la distracción es un escudo. Y hubo personajes, mujeres, mucho más fuertes, claro. “Caetana” (Cayetana), por ejemplo, era una figura fuerte. Varias mujeres. Yo creo que hay un equilibrio. 
Sin embargo por la época, a veces, una historia pide que aquel personaje se destaque de algún modo, alguna escena que le favorezca, que le permita llegar a la cumbre de los sentimientos, del erotismo, como A casa da paixão (La casa de la pasión). Marta es una figura que manipula a los hombres por medio del erotismo y del control del deseo... Así que creo que tiene mucho que ver con la historia que va a ser contada. Hay historias que piden que alguien tenga un mayor peso narrativo y, a veces, historias en las cuales hay un equilibrio... Digamos que se reparte la escena, la presencia en la escena. 
Pero, de todos modos, pienso que es importante que la mujer pueda ser registrada de forma narrativa por una mujer, pero no para tomar partido porque no creo en esto. Creo que la mujer escritora debe tener condiciones en relación a la humanidad, al entorno humano, para escribir igualmente nobles a hombres y mujeres, con la misma competencia. Porque si ella no tiene competencia para hablar de los hombres, los hombres no tienen competencia para hablar de las mujeres. Entonces, cuando Flaubert decía Emma, c’est moi es porque sabía que estaba listo para hablar como una mujer. 
El escritor importante, el escritor que tiene amor por la Literatura, sabe que debe empeñarse para invadir la psique y el cuerpo humano sea como sea. Debe tener un voltaje proteico, de Proteo. Es algo que digo mucho: un escritor no puede permitirse una evasión, ausentarse de la sala, ausentarse del cuerpo de las personas. Mi deseo es invadir el cuerpo de todo el mundo, no como una apropiación indebida, sino para poder comprender quiénes somos. Repartir mi poder de percepción, de comprensión, mi compromiso con la vida entre hombres y mujeres. Si no es así, es un fracaso. 
De esta suerte, uno se quedará con una literatura dulce y el otro con una literatura de prejuicios contra el personaje femenino. Entonces, este equilibrio es muy difícil, pero hay que creer en la alteridad. Y, para sostener esta alteridad, yo defiendo la ambigüedad. No es necesario definir la ambigüedad, pero explica a qué se vino. Uno ve: Machado de Assis era un maestro en la ambigüedad. 

AM: Machado, a quién está dedicado el libro...

Nélida Piñón: Bueno... Nunca nadie había dedicado un libro a Machado de Assis... Ningún brasileño. Nunca. Me emocioné tanto cuando tuve esta idea, al maestro de todos nosotros... Me dije: “Dios mío, Nélida, qué belleza...”, suelo decir, ahora bromeando, pero con todo cariño y respeto, que fue la paloma, la palomita, que me ayudó a pensar.

AM: Ciertamente, en este libro de cuentos, hay tres nombres de tres importantes escritores: uno de ellos, como comentamos, es Machado, pero también están Cervantes y Camões.

Nélida Piñón: Y personajes históricos como Carlos V.

AM: Correcto, Carlos V también... Veo en este libro una gran presencia ibérica. No solo porque haya relatos que hablan de la zona rural de Galicia, sino tambien por las referencias españolas: Cervantes, Carlos V...

Nélida Piñón: Carlos I... y V del Sacro Imperio...

AM: Y el propio Camões, que en el décimo canto de Os Lusíadas menciona Brasil solo una vez...

Nélida Piñón: Yo exploto eso, es verdad. Pero, resulta que en ese libro, uno se da cuenta solo: hay una genealogía familiar. Es una historia sobre la familia, para el bien y para el mal. Tanto es así que digo en varios lugares, y también fue muy citado aquí, que la familia te beneficia o te arruina. Y lo peor: no te puedes librar de ella, es para el resto de tu vida. Uno va a arrastrar a esa familia, incluso aunque la hayas anulado, hasta el final. Por ejemplo, se puede llegar ante un juez y pedirle que elimine tu nombre. Yo soy Nélida, no quiero más ser Nélida, sin embargo el apellido no se puede. Ningún juez te permitirá hacer eso. Te vas a quedar con tu apellido, que es la marca, el estigma de la familia, hasta el final de tu vida. Por lo tanto, en cierto modo, la cuna anuncia tu túmulo. ¡Oh, Dios mío, cómo me gustó eso ahora...!

AM: (Risas...)

Nélida Piñón: Sin embargo, es la familia la que marca la trayectoria. Somos mucho la familia. Además de la familia sanguínea, somos seres gregarios: nos unimos en tribu en torno al campo de fútbol, en torno a nuestras carencias. Y nuestras carencias pasan por la convivencia humana, incluso por el fracaso de la convivencia. Algo que no es fácil.

AM: Antes comentabas que este retorno a la narrativa no fue tan insólito porque ya estabas trabajando en una novela, y es más: sigues trabajando en varios libros... Me gustaría que hablaras sobre tus proyectos inmediatos.

Nélida Piñón: Mira, los proyectos existen a partir del momento en el que son publicados. Antes, hay una cierta fabulación, una cierta fantasía. Pero, en realidad, estoy con un libro de ensayos listo, que solo estoy limpiando para entregarle al editor. Ellos quieren mucho un libro de frases breves, de efecto real.

AM: De aforismos...

Nélida Piñón: Exactamente, que tenga consecuencia. Y, además de otras cosas, quiero retomar esa novela: fuerte, fortísima...

AM: ¿Puedes hablar sobre ella?

Nélida Piñón: No, no puedo. Pero, es fuerte. Quién leyó los primeros capítulos fue Carmen Balcells. Me acordé de eso ahora. Se horrorizó. (Risas...)

AM: (Risas...)

Nélida Piñón: Por ende, le gustó mucho, dijo: “¡Qué fuerza, Dios mío!”. A ella le encantó este libro. Yo tengo ese recuerdo de ella. Carmen era una gran lectora. Para que tengas una idea, salió ahora en Brasil la edición conmemorativa de los treinta años de A república dos sonhos (La república de los sueños). Y quien escribió un largo ensayo, por señal un bello ensayo, fue el novelista Alberto Mussa que ella leyó en portugués y le gustó mucho. Y se quedó tan impresionada con el significado de lo que yo representaba como escritora, perdón por decirlo, pero fue lo que ella me dijo... Decía: “Pero es una cosa fantástica, tu obra...”, entonces ella comenzó: “Yo siempre aposté por ti”. Fue muy bonito.

AM: ¿Este artículo del que hablas fue publicado en Brasil?

Nélida Piñón: Está en el libro, en la edición brasileña, en la introducción del libro. Incluso ahora, el día 18 de noviembre [de 2015], habrá una especie de lanzamiento del libro, será una pequeña celebración y habrá un debate para el público, con Alberto Mussa y conmigo.


AM: Otra cosa que pienso que va a interesarle a muchos españoles y a los estudiantes brasileños es conocer la opinión de Nélida Piñón sobre el estado actual de la Literatura brasileña.

Nélida Piñón: Bueno, creo que es una literatura continuamente en progreso, que no ha dejado huecos, vacíos. Puede que aún no haya surgido entre los más jóvenes algo espectacular, pero están saliendo autores que tienen una dimensión narrativa más o menos brillante... Pienso que, además de todo esto, es impresionante la cantidad de personas que están publicando, escribiendo, pensando de forma narrativa, creyendo en la literatura, siendo brasileños y viviendo en Brasil. Para mí esto es admirable. Y otra cosa: con características propias y producidas en las múltiples geografías de Brasil. Hay personas que huyeron del eje Rio–São Paulo. Esto es realmente digno de ser admirable.

AM: ¿Qué crees que vas a dejar, como escritora y como persona, en Brasil y en el mundo?

Nélida Piñón: De repente, la gente se asusta cuando habla de herencia, porque ya supone mi muerte. Pienso que, tal vez,  deje un buen ejemplo. Creo que voy a dejar una obra seria, voy a dejar paradigmas. Fui una mujer actuante; fui una mujer, todavía lo soy; una mujer que amó la Literatura por encima de todo, que no hizo concesiones, que defendió la narrativa, el oficio de escritora con uñas y dientes, que defendió la elegancia moral del escritor... Pienso que, quizás, yo dejaré esa herencia. Pero quien va a decir eso es el futuro. Uno puede tener esa pretensión, pero eso, ni tus contemporáneos pueden afirmarlo, solo los que vendrán después. Alguien puede descubrir tu obra, creer que se puede prorrogar, que merece ser leída y merece ser estudiada. Entonces, yo entrego dichos designios al porvenir.

AM: En un artículo de hace unos años, nuestro amigo en común y también académico, Domício Proença [Presidente de la ABL (Asociación Brasileña de Letras) en la actualidad], te preguntó sobre A república dos sonhos, y afirmaste que era tu "suma teológica". No sé si te acuerdas de esta respuesta.

Nélida Piñón: Perfectamente.

AM: Bueno, quiero que me hables sobre esta suma teológica, dado que hay una Nélida, de la que hablamos antes, que equilibra personajes masculinos y femeninos, pero hay una Nélida teológica, por decirlo de alguna manera, una Nélida religiosa que, incluso, escribió esa suma teológica.

Nélida Piñón: No creo que haya una Nélida religiosa. Hay una Nélida interesada en Dios. En la historia de Dios a lo largo de la humanidad. El Cristianismo. Un Cristianismo que, tal vez, en el siglo III o siglo II, era incipiente de algún modo y que hizo frente a un paganismo, desde entonces, existente. Lo que resultó de ese encuentro, de ese enfrentamiento entre el paganismo, aún existente en muchas mentes, y el cristianismo es algo extraordinario. Me parece que fue un momento de excepcional libertad: adorar a varios dioses y aceptar los designios propuestos por Cristo. Así que el mundo de la creencia, de la religión, prefiero decir de la credulidad, de la invención, de los dioses, del propio Cristo, es extraordinario, porque pautó conductas civilizadoras, tanto a partir de los griegos y de otras civilizaciones, como a partir del Cristianismo.
Si lees bien, por ejemplo, Pablo está considerado un misógino, lo que me parece que es una locura... Pablo no era misógino. Pablo era un genio. Lo que me interesa es el pensamiento de Pablo, el pensamiento de San Agustín, de Santo Tomás de Aquino, de ahí que haya hablado de la “suma”, porque fueron hombres que representaron a su tiempo, la barbarie de su tiempo, el pensamiento de su tiempo. Y que, tal vez, no permitieron que Europa fuese algo que no es. Ayudaron a convertir Europa en lo que hoy se conoce. De modo que la idea del pensamiento teológico me fascina de verdad. Estábamos hablando de Pablo, que en las encíclicas, en las cartas, en Corintios, encuentra la llave de la expansión del Cristianismo. Cuando dice, por ejemplo, que basta con circuncidar el alma. ¿Los griegos iban a circuncidarse, a cortar el prepucio? Entonces, lo dice así... ¡Mira, qué genio! Basta con circuncidar el alma. Con ello, todo el mundo podría abrazar el Cristianismo.
Creo que todo esto me hace de mí la escritora que soy, porque tengo formación para circular en las diversas civilizaciones. No se puede, como escritor, tener una formación estrecha. Tienes que haber circulado por los océanos, por el Atlántico, el Pacífico, el Índico. Hablo metafóricamente, ¿verdad? Tienes que, de algún modo, alimentar, fomentar tu imaginación. La imaginación nace pequeña. Yo creo eso. Tanto que es muy común encontrar a autores en los que, en su segundo libro, su imaginación ya ha decrecido. Por lo que hay que pasar el resto de la vida alimentando la imaginación. ¿Cómo? Con analogías, con hechos históricos, con comparaciones. Fermentar lo que estaba oculto, subyacente. Es la historia de la humanidad. Si uno se sumerge en un siglo, se ven figuras fantásticas, que pueden incentivar hasta otros personajes. Hasta que te des cuenta de que, de hecho, las tragedias griegas están entre nosotros. Ellas no desaparecieron, solo que, a menudo, nuestras tragedias no tienen la elocuencia de Eurípides.

AM: En efecto, en este libro que acabas de publicar en España, hay muchas cosas de la tragedia griega...

Nélida Piñón: ¡Efectivamente! Estoy muy influenciada por el teatro griego. Y por el teatro del mundo: porque comencé a ver espectáculos muy pronto. Siempre pensé que aquellas historias, aquellos hechos humanos, aquellas pequeñas epopeyas, por decir alguna cosa, no podrían ser trasplantadas al escenario o representadas en él, eran una falsedad ideológica. Siempre pensé que la Historia de la humanidad, el recorrido aventurero del ser humano se podían narrar. La vida es narrable. No hay nada que no se escriba, siempre que se crea que es posible captar el sentido de las cosas, tratando de entender que no es su deber aclarar, es su deber insinuar.

AM: Recuerdo que una vez hablamos, en Salamanca, sobre una autora que considero una figura fundamental, no solo como mujer y como escritora sino también como una persona íntegra. Me refiero a Santa Teresa de Jesús. Podrías decirme algo acerca de esta figura, puesto que, además, estás muy unida a ella.  

Nélida Piñón: Va a salir un libro ahora en Brasil, ¿lo sabías?

AM: No, no lo sabía...

Nélida Piñón: Está organizado por los españoles, por la Embajada de España, y ellos me pidieron que escribiese el prólogo. Logré hacerlo, cinco páginas que escribí aquí en España y se las envié. Saldrá ahora. En diciembre [de 2015] será el lanzamiento. Teresa era una vanguardista. Era de un pensamiento de vanguardia. Trataba a Dios con igualdad. Tan solo eso ya es un milagro. Porque, de manera general, los hombres, los seres humanos, (ese Dios como lo quieras imaginar) eran sumisos a Dios, suplicaban, mendigaban. Ella no. Ella criticaba a Dios, por eso decía que Dios estaba en un puchero.
Entonces, esa capacidad suya de oralidad, con la que ella conversaba en pensamiento, eso es una cosa muy rara. Yo vivo buscando la oralidad. Hay una cierta oralidad en mi texto, sobre todo en La República, el mundo de las aldeas, donde hay que entrar en un mundo rural, captar esa oralidad, aunque sea de manera sofisticada. Teresa tiene el esplendor de la oralidad. A mí me lo parece. Eso sin mencionar, por ejemplo, la creencia en la levitación. Es maravilloso que ella creyera que podía levitar. Si lo creía es porque tenía alas. Porque tenía poder. Porque competía con Cristo. 
Ella hacía milagros. Soy una admiradora de su pensamiento, de su escritura, de esa mujer que salió por el mundo de aquella región de Ávila y mira qué principio tan extraordinario: va restaurando capillas abandonadas. Ella da vida a lo que está en ruinas. Eso, metafóricamente, es maravilloso, dicho de otro modo, sustenta la vida después de la muerte. 

AM: Para finalizar, quisiera preguntarte: Tú, que estás muy unida a Cataluña y cuya gran amiga fue la agente literaria Carmen Balcells, ¿cómo ves la situación política de esta región o territorio de la Península Ibérica?

Nélida Piñón: Puedo decir así, en una frase que ya había dicho: “No puedo imaginar España sin Cataluña y no puedo imaginar Cataluña sin España”.

***

La entrevista llega a su fin. Nélida con aspecto cansado, pero enérgico, y su delicadeza, no exenta de sinceridad, se despide, ya que tiene que levantarse temprano para seguir su viaje. Al irse, deja una ráfaga de voces, frases, verdades sugeridas y dichas, puesto que la palabra hace posible la existencia del hombre y de las cosas que habitan el mundo. Y ella es una fábrica de palabras.

Traducción a cargo de Mei Santana

4 comentarios:

  1. Como diría la propia Nélida, ¡maravillosa! Gracias, Mei, por este genial trabajo.

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  2. Ha sido un placer colaborar con este prestigioso blog. Gracias!

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